Coahuila
Hace 2 horas
Buenos para construir trenes, así que tú digas buenos, no lo son. Las mil y una irregularidades ocurridas y documentadas antes, durante y después de la ejecución del Tren Maya, y el reciente accidente ferroviario mortal en el Tren Interoceánico, ambos edificados en la plenitud de la 4T con la intervención directa de por lo menos dos hijos del entonces Presidente de la República para mayor cercanía ‘ideológica’, demuestran que como impulsores de nuevas vías de comunicación, los cuatreros son muy buenos políticos.
Y ahí es donde la puerca tuerce el rabo, pues como régimen son una calamidad.
Por ello viene a cuento retomar el tema del “Tren del Norte” que proyecta el Gobierno federal y supuestamente pasará por Saltillo al conectar la ciudad con Nuevo Laredo, cuyo proceso de adjudicación ya inició pero ningún detalle técnico se sabe del asunto.
Para dimensionar el caso: si la primera autoridad municipal, es decir, Javier Díaz, no está enterado (como explicó apenas el 17 de diciembre durante una entrevista), quién demonios lo está.
Sus impulsores no han mostrado el plan definitivo ni han abordado el impacto social de los cruces que habrá dentro de la mancha urbana. Particularmente reubicaciones de viviendas e indemnizaciones a sus propietarios, que no son pocos.
Aún hay tiempo, justificarán en su defensa.
Sin embargo el Alcalde de Saltillo lo manifestó públicamente: “No se ha acercado el Gobierno federal con nosotros. Seguimos esperando el proyecto final”. Inclusive la última reunión con autoridades federales, prevista para noviembre, fue cancelada.
Es Claudia, no Andrés. Ella no tiene hijos voraces, dirán –otra vez– en su defensa. Ella es diferente. ¿Lo es?, es la pregunta.
¿Cambia algo su presencia y participación, considerando los antecedentes de obras funestas bajo su responsabilidad como la Línea 12 del Metro (27 muertos) o el desaseo administrativo en la negligencia que provocó la tragedia (26 fallecidos) en el Colegio Rébsamen, siendo ella Jefa de Gobierno de la Ciudad de México y Delegada en Tlalpan respectivamente?
Ahora bien, suponiendo sin conceder que realmente será consumado el tren ‘de Saltillo’, no sirve para lo que promueven: movilidad.
A la fecha ni siquiera definen establecer una estación céntrica. Y eso, un tren sin paradas, es consecuentemente un tren sin pasajeros. Irónicamente, la mayor parte del recorrido la realizaría dentro de la mancha urbana. ¿Para qué sirve entonces? ¿Cuál es la ventaja competitiva?
Se trata, básicamente, de un vagón que conecta Derramadero con la zona industrial de Ramos Arizpe. Ambos polos obreros y de manufactura. Aunque no alivia, por ejemplo, el problema de los continuos cierres de la autopista Monterrey-Saltillo por condiciones climáticas adversas y accidentes vehiculares que impiden la circulación.
El denominado “Tren del Norte” fue presentado el pasado 9 de septiembre al iniciar el tramo Saltillo-Nuevo Laredo (de 396 kilómetros de longitud) en Salinas Victoria, Nuevo León, con un enlace en vivo de 3 minutos y 27 segundos a la conferencia mañanera de la Presidenta.
El director de la Agencia Reguladora de Transporte Ferroviario, Andrés Lajous, mencionó que la infraestructura beneficiará a un universo de 7 millones de personas al año, sin ofrecer mayores detalles que aquél dato ‘matón’. ¿Quién podría oponerse con ese aliciente?
“Todavía estamos en los detalles de ingeniería”, dijo.
Los datos no mienten, pero se puede mentir con los datos. El imaginario colectivo, después de escuchar lo anterior o verlo replicado mil veces por el aparato de propaganda y desinformación, podría idear vagones rebosantes como la extinta ‘Bestia’ que transitaba de sur a norte del país cargada de migrantes pegados como moscas a su estructura. Otros, más veteranos y regionales, imaginar aquellos fierros que se descarrilaron en Puente Moreno con cientos de peregrinos procedentes de Real de Catorce, un octubre de 1972.
No obstante la realidad es muy distinta.
No se trata de un tren de alta velocidad. Su conducción promedio, según el cálculo inicial, será de 160 kilómetros por hora pese a los 138 mil millones de pesos que calculan inicialmente costará.
Y si bien une metrópolis productivas y en desarrollo a diferencia del mal llamado Maya que comunica pueblos semidesiertos bajo un halo de atracción turística, lo cual supondría mayor uso debido a la población flotante que puede abarcar, seis estaciones han sido establecidas en Nuevo León, y la mayor parte de kilómetros de vía (280) también, pero en zonas rurales como Anáhuac, Lampazos o Bustamante (además de García, Santa Catarina y Escobedo). Sin estaciones urbanas, ¿qué aporta?
No han explicado cuántos vagones dispondría, y cuál es la capacidad de cada uno en hipotéticos pasajeros sentados. Y acaso lo más importante: la frecuencia; cada cuánto pasará.
Soltaron, eso sí, una cantidad al aire imposible de realizar: 5.5 millones de viajes anuales. Ello supondría 15 mil diarios, sin parar, durante los 365 días del año.
Existen posibilidades infinitas como castillos en el aire. Que llegue hasta Texas, es una de ellas. Que nunca lo haga, lo más probable.
Si Grupo Senda tiene la capacidad para ofrecer 51 salidas al día de Saltillo a Monterrey, en autobuses de 32 asientos, saque usted cuentas: moverán más gente que el Tren que dicen será del Norte y pasa por Saltillo.
Cortita y al pie
El Interoceánico era –por lo menos así se concibió con saliva– una alternativa al canal de Panamá en Centroamérica. Sin embargo en la ruta de Salina Cruz a Coatzacoalcos la nombrada “Línea Z” para transporte de pasajeros, bajo la tutela de la Secretaría de Marina, se descarriló en una curva y desbarrancó a dos años de inaugurada (22 de diciembre de 2023).
Los trenes, entre muchas otras cosas fallidas, son insignia del Obradorato. Llevan su sello. Tan sólo en 2025 dos veces hubo descarrilamientos en el Tren Maya (el 30 de enero y el 19 de agosto) y dos más en el Interoceánico (10 de julio y 20 de diciembre) previo al “evento ferroviario” del 28 de diciembre donde perdieron la vida 13 pasajeros.
La última y nos vamos
Por lo demás, Gonzalo López Beltrán fue “supervisor honorífico” de la obra. Al ‘enterarse’ de ello (suponiendo que verdaderamente no estaba enterado, cuestión a todas luces improbable), su padre, el expresidente Obrador, reveló en su día: “me sentí contentísimo”.
El primo del vástago, Pedro Salazar Beltrán, fungió casualmente como proveedor del balasto (piedra triturada) fundamental para las vías del tren, y en una conversación telefónica intervenida, revelada en 2024 por el medio de comunicación Latinus, se mofó de la corrupción en la obra con una frase para la posteridad: “Ya cuando se descarrile el tren, ya va a ser otro pedo”.
Eso representan: la vileza.
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