Saltillo

Publicado el lunes, 23 de agosto del 2021 a las 08:00
Saltillo, Coah.- A las 16:41 horas de ayer, el cielo reclamó a un sacerdote que tuvo un corto ministerio en años, pero que dejó una gran huella en la Diócesis de Saltillo, un cura que rompió paradigmas en la Iglesia católica por su manera de vestir, de hablar y de comportarse; que alzó la voz, en ocasiones de manera estridente, acompañó causas justas y se ganó el corazón de quienes lo trataron sin prejuicios: Adolfo Huerta Alemán, para los amigos el padre Gofo.
Las secuelas del virus SARS-CoV-2 ocasionaron que en unas cuantas horas se le formara un edema pulmonar, es decir, que se le llenaron de líquido los pulmones impidiéndole respirar, lo que sorprendió a los sacerdotes de la Casa de Retiro en la que falleció, pues parecía que estaba recuperándose, luego de haber estado intubado por 2 semanas y otra más en observación.
El ‘rebelde con causa’
El cura, que murió a los 44 años, se ordenó el 29 de enero del 2007 y fue asignado como vicario al templo del Señor de la Misericordia, en el que causó asombro por que su estilo contrastaba completamente con el estereotipo del sacerdote. Llegaba a misa conduciendo una motocicleta tipo Chopper 125 cc, con cabello largo, huaraches que dejaban ver sus uñas pintadas de negro y con insignias del Che Guevara, South Park y grupos de rock en su sotana.
Su mote de cura rockero se extendió como espuma, muchos cambiaron de parroquia, su apariencia los alejó, además de que su sermón era más parecido a un discurso de un mitin político, ciertos sectores de la feligresía lo vieron con recelo, pero a muchos otros les llamó la atención.
Y es que en su homilía hablaba coloquialmente, contaba chistes con humor ácido, igual hablaba de una película para poner un ejemplo que criticaba la acción del gobernador en turno.
Sin miedo a la polémica
Su popularidad creció, su imagen atrajo miradas de otras partes del país, pero el principal detonante de que se viera envuelto en la polémica fue la entrevista publicada en la revista Proceso en el mes de marzo del año 2014, en la que hizo declaraciones que hicieron que el Vaticano volteara ver a la Diócesis de Saltillo y pidió que se le investigara.
Reveló que escuchaba rock pesado, que tomaba alcohol e incluso fumaba mota. Afirmó que veía pornografía, que igual leía un cómic, la revista Proceso o una revista Playboy. Expresó que los humanos somos seres sexuados, y confesó que sostenía relaciones sexuales de vez en cuando.
Esto escandalizó a la comunidad católica y la Congregación para el Clero de la Curia Romana ordenó que se le investigara, por lo que el entonces obispo fray Raúl Vera López tuvo que mandarlo 6 meses a un descanso, en donde recibió acompañamiento espiritual y humano.
Alzó la voz como pocos
Si existió en este terreno diocesano un padre que hablaba franco y sin reserva era el padre Gofo, él siempre dijo que era respetado por sus pares, pero parece difícil imaginar que hubiera coexistido de no ser porque era cobijado por el también revolucionario obispo Vera.
Desde el púlpito, acusó de corruptos a las altas esferas de Gobierno, arremetió contra el entonces candidato priista Enrique Peña Nieto, se unió al movimiento Yo soy 132 y se pintaba la cara de blanco con el signo de dólar para manifestarse contra el capitalismo.
Llamó a los protagonistas de la política local con nombre y apellido, e igual reconoció que la Iglesia estaba perdiendo popularidad porque no evolucionaba.
Se ganó el cariño
A su paso por los templos del Señor de la Misericordia, Santa Cecilia, El Santo Niño de Atocha, Nuestra Señora del Refugio y San Buenaventura, el padre Gofo ganó simpatizantes, con su autenticidad y alegría convenció a muchos de seguir el evangelio, y se ganó el corazón de quienes lo trataron sin prejuicios y tomaron lo bueno que había en él.
Siempre trató a las personas como iguales, no les hacía el feo a las prostitutas, indigentes o personas humildes, acompañó a los familiares de desaparecidos y peleó por injusticias.
Desde el 2020 fue retirado a la Casa del Sacerdote debido a que su salud se deterioraba, pues tenía insuficiencia renal y diabetes avanzada; desde el 2020 tuvo que ser hospitalizado por estas causas.
El cielo reclamó al sacerdote rebelde, al que algunos repudiaron y otros amaron, a quien vivió su ministerio a su manera y por quien hoy los fieles oran que descanse en paz.
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