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Coahuila

Familia Cabello de Saltillo: 132 años de elaborar velas y veladoras

Por Carlos Gaytán Dávila

Hace 4 meses

La parafina descubierta por el químico alemán Carl Reichenbach, en 1830, al desarrollar un método para extraer y refinar sus componentes cerosos naturales del petróleo, es utilizada en Saltillo desde 1893 por don Francisco Cabello Aguirre y su descendencia para elaborar velas, veladoras y cirios.

Esta cera de hidrocarburos revolucionó la industria de las velas, ofreciendo una alternativa más limpia, consistente y económica al sebo y la cera de abejas. Su éxito se consolidó a principios del siglo 20 con la expansión de las industrias petrolera y cárnica, que la producían como subproducto valioso.

La producción de velas y veladoras en México tiene una tradición que se remonta a la época colonial, aunque no hay un dato histórico preciso para el inicio de la actividad; para 1893, ya existía una factoría en la capital de Coahuila para alumbrar los hogares y rendir culto a los santos y a los muertos en las iglesias católicas.

La fábrica de velas y veladoras de los señores Cabello de Saltillo comenzó a operar en un local de la llamada zona comercial del Centro Histórico de la ciudad y, luego de 25 años, fue trasladada a la calle Emilio Castelar 338, una cuadra hacia el oriente de la Catedral. A la muerte de don Francisco, pasa a manos de uno de sus hijos de nombre Anselmo Cabello González.

La fábrica de los Cabello no sólo vende velas, veladoras o sirios, sino que cuenta con la materia prima para la elaboración de estas. El negocio actualmente está a cargo María Lucila Sainz Cabello, descendiente de don Francisco.

Haciendo un poco de historia, cabe señalar que las velas eran comunes en toda Europa durante la Edad Media. Los fabricantes de velas (conocidos como “candelabros”) hacían velas de las grasas guardadas de la cocina y vendían sus propias velas dentro de sus tiendas; en los países anglosajones, al comerciante de velas se le llamaba “smeremongere” (“vendedor de grasa”).

Las culturas antiguas utilizaban los materiales disponibles, como el sebo animal y la grasa de ballena, para las primeras velas con mechas de junco o papiro. Con el tiempo, se introdujeron las ceras de abejas, plantas y frutos secos y, posteriormente, la estearina y la parafina, que son las ceras más comunes hoy en día.

La estearina se obtiene de grasas animales o aceites vegetales, como la palma, mientras que la parafina se extrae del petróleo o carbón mediante procesos de destilación y desparafinación de aceites pesados. Ambas son ceras, pero su origen es diferente: la estearina es de origen animal o vegetal y la parafina es de origen fósil.

 

 

El dato curioso

Y aunque usted no lo crea, todavía en pleno siglo 21, hay familias en Saltillo que se siguen iluminando con velas, pues a sus hogares no ha llegado la electrificación o no tienen para pagarla y prefieren ese tipo de alumbrado que colgarse de los cables de la electricidad, como muchos lo hacen.

 

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