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Por Christian García
Publicado el viernes, 27 de mayo del 2022 a las 04:54
Saltillo, Coah.- En 2020 un gigante llegó a Saltillo y durante dos años se echó a dormir. Aún así, sus sueños eran vivaces y llenos de movimiento y sonido. Los deseos de un coloso llamado Gustav Mahler, que ayer despertó con la fanfarria de su inmensa Sinfonía No. 1 en re mayor.
El concierto, que dio fin a la temporada Molto Vivacce de la Orquesta Filarmónica del Desierto (OFDC) comenzó a gestarse desde el año antepasado, pues estaba planeado para celebrar los 5 años de la orquesta en 2020, pero ante la llegada de la pandemia de Covid-19 se pospuso hasta que su fiesta, su alegría y, por qué no, también su muerte, sonó en los oídos de los saltillenses.
Con más de 90 músicos en escena –casi el doble de lo usual–, y con refuerzos e invitados de instrumentos como cornos, esenciales para esta inmensa puesta en escena, la vida del Titán cobró movimiento además con las animaciones del ilustrador Federico Jordán, quien en cada uno de sus videos minimalistas y en blanco y gris daba forma a las melodías que Mahler compuso hace más de 100 años.
Según apuntó Natanel Espinoza, director de la OFDC en un video que preparó a la audiencia: “Mahler fue un compositor de una región llamada Bohemia (República Checa) y a él le gustaba caminar por el campo”, es por eso que su primera parte, llamada De los Días de la Juventud, Flores, Frutos y Espinas, pudo sentirse la vibrante felicidad de la vida.
La existencia hizo sonar los violines, las violas y, por supuesto, los cornos, metales que agudos resonaban en cada rasgo de las cuerdas de sus colegas. Compuesta por Primavera sin Final, Blumine y A Toda Vela, el Titán se despertó para bailar en una fiesta sonora que, poco a poco, fue descendiendo a una densa oscuridad.
Para la segunda parte, titulada Comedia Humana, la orquesta siguió en el tono de re mayor para dar paso al Naufragio, una marcha fúnebre que, a pesar de su pastosidad sonora como el alquitrán, tenía toques felices: la reunión de la muerte en una iglesia que, sin embargo, se encuentra frente a una taberna en donde la vida y la cerveza fluyen, pues Mahler se inspiró en su ciudad para componerla.
El último movimiento se presagia desde su título: Del Paraíso al Infierno, un tempestuoso y dramático arranque con metales, platillos y bombos que sonó heroico –como fue el esfuerzo de la OFDC al enfrentarse y traer por primera vez al genio checo al desierto–, y que poco a poco cae en una angustiosa melodía de violines.
Si bien el Titán representa el final de la primera temporada de conciertos de la Orquesta Filarmónica del Desierto, esta seguirá en la segunda mitad del año.
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