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Publicado el miércoles, 8 de octubre del 2025 a las 04:30
José Sánchez Ramírez | Saltillo, Coah.- En 2006, al oriente de la ciudad, un grupo de padres soñadores decidió encender un sueño. Así nació Broncos, un club que no sólo se propuso formar jugadores, sino también personas.
Bajo el liderazgo de Igdala Irasema Santana Rojas y el Lic. Francisco Javier González Coronado, la historia comenzó a escribirse con la convicción de que el deporte puede transformar vidas.
El lema del equipo, “Sacar lo mejor de los niños y la juventud”, es el mantra que guía cada entrenamiento en el Parque Recreativo Nogales, el hogar donde cada tarde se escuchan risas y golpes de casco que forjan carácter. Allí, el entrenador en jefe, Ing. José Valentín Muñiz Cepeda, dirige con firmeza.
El año 2007 fue el primero en dejar huella: los Broncos alzaron su primer trofeo, símbolo de una generación que aprendió a ganar con humildad. Más tarde, en 2013 y 2014, el espíritu de campeón volvió a brillar. Años que hoy se recuerdan como los cimientos de una mística que perdura.

De generación en generación
Ana Sofía de la Paz, madre de Elena y Rony, ambos jugadores del club, representa ese vínculo familiar que mantiene viva la llama del futbol americano: “Es mucha disciplina. En mi familia hemos practicado este deporte. Mis hermanos lo juegan desde que eran niños. Estoy siguiendo esa tradición familiar ahora con mis hijos”, comentó.
Ana Sofía conoce el sacrificio que implica el compromiso: los días de lluvia, las tareas pendientes, las comidas rápidas antes del entrenamiento. Pero también entiende la recompensa: “Siempre alentamos a los niños, como se gana, se pierde, no pasa nada. Buscamos cómo premiarlos, salimos a cenar y, si ganan, ellos eligen ir a su lugar favorito”, dice con alegría, como una madre que acompaña el sueño de sus hijos.

Bronco desde sus inicios
En el campo, Eliel Antonio Jáquez, de apenas 11 años, ya carga con el corazón de un guerrero. Ha estado en Broncos desde la categoría Botanas, y ahora defiende los colores en Ardillas. Recuerda cómo, en sus inicios, entrenaban en los polvorientos campos de la Carta Blanca: “Antes tenía miedo cuando empecé a jugar. Ahora soy más agresivo, juego sin temor gracias a mis coaches, mis papás y mis amigos”, confesó.
Hoy, el pasto sintético del parque Nogales es testigo de su crecimiento. Eliel se exige cada día y reconoce con humildad que la velocidad aún es su reto pendiente. Pero no se rinde; sueña con llegar más lejos: “Jugaría en Dinos, por todo lo que ellos representan en Coahuila. Me gustaría ser parte de eso algún día”, dice con ilusión.

Desafiando estereotipos
No muy lejos de allí, otra pequeña guerrera desafía los estereotipos. Alexa Carolina Solís, de 10 años, juega como corredora en la misma categoría que Eliel. En su rostro, la determinación es evidente: “Los trancazos, eso fue lo que más me gustó del futbol americano”, dice entre risas.
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Mi hermano y mi mamá me animaron a meterme a este deporte. Gracias a ellos estoy en Broncos”, explica Alexa.
Ella no sólo juega por diversión; lo hace por convicción: “Que no se rindan. Este deporte es para todos y todas. No es sólo para hombres”, declara, levantando la voz de una nueva generación de jugadoras que rompen barreras con cada jugada.
Cuando crezca, Alexa quiere estudiar Medicina. Dice que así podrá ayudar a los demás, como el deporte la ayudó a ella.
Detrás de cada paso están sus padres, Griselda y Samuel, los pilares que sostienen su sueño. Ella les agradece, porque sin ellos jamás habría descubierto su verdadera pasión.

‘Todos somos uno’
En la categoría Hormiguitas, la entrenadora Martha García González lleva sólo un año en el staff, pero ya se ha ganado el respeto de todos: “Nuestros entrenamientos son intensos, y siempre jugamos en equipo. Todos somos uno”, afirma con firmeza mientras observa a sus pequeños jugadores correr con el corazón por delante.
La coach García sabe que los tiempos han cambiado: “Los niños de ahora vienen un poco mimados. Hay muchas distracciones, es complicado lograr su atención total. Pero, conforme pasa el tiempo, se logra poco a poco esa disciplina y compromiso”, explica con la paciencia de quien educa, no sólo entrena.
Su método combina diversión y exigencia: juegos, dinámicas, retos. Porque para ella, el aprendizaje nace del entusiasmo. Los niños ríen, corren, se caen, se levantan. Y cada día regresan por más. Así se forma el espíritu Bronco.
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Lo más importante es que los niños se formen deportiva y académicamente, que se diviertan como nunca y que siempre jueguen como familia”, añade. En sus palabras se percibe el verdadero propósito del club: crear recuerdos que perduren más allá del marcador.

Una familia
Cada noche, el parque Nogales se pinta de cascos naranjas y azulados. El eco de los silbatos se mezcla con las voces de padres y madres que alientan desde la cerca, reconociendo las yardas de esfuerzo con grandes sonrisas.
Los Broncos no son sólo un club de futbol americano: son una comunidad, una familia que crece unida. Cada victoria, cada derrota, cada lección compartida en el emparrillado forma parte de una historia que sigue escribiéndose con orgullo y amor.
Porque, al final, más allá de los trofeos, lo que define a este equipo es su esencia: el corazón inquebrantable de quienes creen en el poder del deporte para “sacar lo mejor de los niños y la juventud”, y demostrar así el glorioso poder del corcel.

Broncos de Saltillo
Fundación: 2006.
Socios fundadores: Igdala Irasema Santana Rojas y Francisco Javier González Coronado.
Lema: “Sacar lo mejor de los niños y la juventud”.
Acérrimo rival: Potros Salvajes.
Campeonatos: 2007, 2013 y 2014.
Entrenamientos: Parque Recreativo Nogales.
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