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La Alameda Zaragoza: ¿maquillaje o remodelación? (II)

Por Federico Muller

Hace 3 meses

“La política mira a la próxima elección; la ecología, a la próxima generación”.
Anónimo

 

La Administración Municipal de Saltillo 2025-2027, en su primer año de labores, se propuso convertir a la Alameda Zaragoza en un parque insignia de la ciudad. Para ello, solicitó el acompañamiento de una institución educativa privada de prestigio en la región -el Tecnológico de Monterrey, a través de la Aceleradora de Ciudades- para guiar el proyecto de remodelación del tradicional y simbólico paseo de los saltillenses. El 26 de junio de 2025 se realizó el arranque formal con un taller de diseño participativo. Seis semanas después, el 7 de agosto, se presentó el diagnóstico preliminar, basado en encuestas ciudadanas y observaciones técnicas. El Presidente Municipal anunció que antes de que finalice 2025 se pondrá en marcha el proyecto ejecutivo.

En este artículo se comentan algunas observaciones sobre los resultados del diagnóstico de campo y técnico. Se trata de un proyecto de remodelación que aún se encuentra entre la planeación y la ejecución real. Todo buen diagnóstico urbano consta de dos dimensiones, no excluyentes: por un lado, la apreciación física del área (estado de infraestructura, equipamiento y uso del espacio), y por otro, la valoración técnica, más profunda y compleja, que incorpora los ecosistemas asociados al parque.

En el caso de la Alameda Zaragoza, el estado de su infraestructura y equipamiento urbano -luminarias, bancas, banquetas, lago, baños, entre otros- es deficiente y requiere de intervención municipal. Sin embargo, otros aspectos como la afluencia de visitantes, el paisaje y la dimensión cultural fueron tratados de manera superficial; el análisis quedó incompleto. Es probable, aunque poco común, que tales vacíos se intenten cubrir durante la ejecución del proyecto.

A continuación se señalan tres omisiones relevantes del diagnóstico.

 

La teoría dice una cosa, el diagnóstico otra

Los pioneros de la teoría clásica de la localización -W. Christaller y A. Lösch- propusieron, con un criterio de amplio sentido común, que los establecimientos comerciales y de servicios deben situarse en lugares de fácil acceso para la población, minimizando el costo de traslado del consumidor, sin importar el medio de transporte utilizado. En esta lógica, tampoco quedan excluidos los espacios de convivencia social, como parques, plazas y unidades deportivas, cuya localización estratégica debe permitir que los visitantes tarden, desde su hogar, un máximo de 15 minutos en llegar caminando para practicar la actividad deportiva o recreativa de su preferencia.

Con el acelerado crecimiento del parque vehicular y de los asentamientos humanos -factores que contribuyen al cambio climático- aquellos principios locativos se han ido actualizando. Hoy, además de las variables espacio-tiempo, se consideran otros aspectos como la equidad socio-espacial, la conectividad verde y la funcionalidad múltiple de los espacios urbanos.

 

Accesibilidad

De acuerdo con el diagnóstico preliminar sobre la Alameda Zaragoza, alrededor de 19 mil personas pueden acceder al parque en un máximo de 15 minutos. Sin embargo, el informe guarda silencio sobre los modos de transporte utilizados por los visitantes, así como sobre el perfil demográfico y social de los usuarios -niños, jóvenes, adultos mayores, y su nivel socioeconómico-. Tampoco se menciona el tema del estacionamiento vehicular, ¿cómo resolverlo? Una vez solventado el aparcamiento, se podría acondicionar un circuito interior para bicicletas los fines de semana, aprovechando que todas las calles aledañas al parque cuentan con camellón y flujo en ambos sentidos, sin necesidad de interrumpir totalmente el tránsito automovilístico.

 

Foro ciudadano

Llama la atención que en el cruce de las calles Ramos Arizpe y Guillermo Purcell existe un predio de aproximadamente 700 metros cuadrados, el cual alberga una casa en ruinas, espacio subutilizado e inseguro que puede convertirse en el auditorio al aire libre tipo foro -que no se tiene en la Alameda- embellecido por una franja de árboles en su contorno perimetral, y con un puente peatonal que permita su acceso desde el parque.

Paisaje
La teoría de la localización urbana del economista August Lösch recomendaba que los asentamientos con vocación comercial y de servicios se ubicaran de manera estratégica, de forma que resultaran funcionales y accesibles para la población, con costos mínimos de transporte. A partir de la segunda mitad del siglo 20, los conceptos de ecología urbana, sustentabilidad y antropología urbana fueron incorporados a la planificación urbana y regional por urbanistas y arquitectos paisajistas. En el diagnóstico preliminar de la Alameda Zaragoza, dichos enfoques también fueron considerados, aunque de manera acotada al proyecto.
Los estudios contemporáneos no sólo analizan el objeto específico de intervención —en este caso, la Alameda—, sino que lo integran al ecosistema urbano más amplio. Esto implica su interrelación con el resto de la ciudad mediante redes ecológicas que incluyen corredores arbolados, ciclo-vías, parques lineales y sistemas de movilidad activa. A este principio se le denomina conectividad verde.

 

Infraestructura: azul-verde

En la década de 1950, el entonces alcalde de la ciudad, con el apoyo de un empresario fabricante de bombas hidráulicas, promovió la perforación de un pozo de agua subterránea destinado a abastecer el riego de las áreas verdes de la Alameda Zaragoza y de otros parques urbanos. Transcurridos más de 70 años, el espejo de agua ha mantenido un nivel estable, sin variaciones significativas, lo que representa un valor agregado para el entorno y enriquece la versatilidad del proyecto de renovación, siempre y cuando los tomadores de decisiones municipales lo consideren en su planeación. Los posibles usos del agua son amplios y diversos: culturales, lúdicos, turísticos y ecológicos. Entre ellos, destacan espectáculos de agua, sonido e iluminación autoprogramados, que ofrecen al visitante una experiencia estética al caer la tarde. Interacción pedagógica para niños y familias, mediante juegos de agua que combinan diversión con aprendizaje ambiental.

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