Todo estaba acabado, los morenistas se relamían los bigotes pensando que alcanzarían, ahora sí, la soñada autocracia; por su parte, los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) daban inicio a la que debía ser su última sesión, con la que se ponía fin a una era del Poder Judicial y se iniciaba otro totalmente afín al Gobierno.
Así pues, a las 13:01 horas del pasado 12 de agosto, la ministra Norma Lucía Piña Hernández, primera mujer en presidir la mesa de la más alta tribuna de nuestro país, abrió la sesión diciendo: “Buenas tardes señoras ministras, señores ministros. Se abre esta sesión pública ordinaria del pleno de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación”.
Los morenistas miraban confiados, felices y seguros de que se cumpliría el Acuerdo General número 3/2025, emitido por la misma Corte, en el que se estableció que esta sería la última sesión del pleno; al fin acabarían con este último contrapeso que tanto les ha molestado.
En esa sesión, se debía discutir el juicio de inconformidad en materia electoral, en el que se impugnó la elección de las dos magistraturas de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), interpuesto por la asociación Poder Ciudadano, contra la elección de Gilberto de Guzmán Bátiz García y Claudia Valle Aguilasocho, que resultaron electos, por consecuencia de haber aparecido en los ilegales acordeones repartidos por Morena, lo que significa su ilegitimidad. Este asunto se turnó al ministro Alberto Pérez Dayán, quien debió presentar su proyecto de resolución, para discutirlo y agotarlo.
Cabe mencionar que el TEPJF se ha convertido en la máxima autoridad política en nuestro país, y que, gracias a sus resoluciones y su aval, Morena tiene una mayoría desproporcionada en las cámaras, y se permiten, impunemente, todo tipo de infracciones en las elecciones; de ahí, la importancia de imponer a sus magistrados, para garantizar la misma conducta en las del 2027 y 2030.
Para sorpresa de muchos, pero fiel a su estilo, el ministro Pérez Dayán, pasadas las dos de la tarde, sin decir la causa, se retiró del recinto, con el propósito de no subir su proyecto de resolución dejándolo pendiente; una vez que la Presidenta advirtió la retirada del ministro, a modo de amenaza anunció que, a pesar de que el acuerdo era hacer de esa la última sesión, convocaría una extraordinaria para el próximo 19 de agosto, en la que resolverían las impugnaciones citadas y, en su caso, harían la declaratoria respectiva de la elección de los candidatos de Sala Superior del Tribunal Electoral.
Ante el inesperado anuncio, la Presidenta de México, sin disimular su enojo, al día siguiente, increpó a la SCJN reclamando: “Que digan por qué están llamando a una reunión extraordinaria, porque ayer era la última sesión ya de la Corte del pasado, a poco hasta el último momento van a querer echar para atrás la reforma del Poder Judicial”, evidenciando con su actitud, que había entendido la jugada y en consecuencia el amague.
En resumen, por el revire de último minuto, la Corte aún no muere, y en las manos de los ministros Pérez Dayán y Piña Hernández, subsiste la última esperanza de reivindicar la autonomía del Poder Judicial, y evitar se le ponga el último clavo al ataúd de la democracia mexicana; eso, si es que el ministro no vuelve a negociar nuestro futuro a cambio del suyo.
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