La democracia griega, originada en el siglo V a.C., era un sistema directo y participativo, en donde los varones libres mayores de 20 años votaban las leyes y elegían magistrados, excluyendo a las mujeres, los extranjeros y los esclavos que representaban la mayoría. Esta democracia imperfecta, que los filósofos y sabios griegos discutieron y analizaron profundamente, llegando incluso a concluir sobre quiénes debían gobernar. Por ejemplo, para Platón, el Gobierno debería ser de filósofos y para Aristóteles, la aristocracia debería gobernar.
La democracia griega es el origen de la democracia occidental considerada el mejor sistema y régimen político que se ha dado la civilización, y que actualmente está desapareciendo del llamado mundo libre, con el arribo al poder de dictadores que modifican los gobiernos, imponiendo ideologías, religiones, economías y estructuras autoritarias de control.
La democracia ateniense, significaba “el Gobierno del pueblo” y se fundamentaba en dos principios básicos: la igualdad de derechos y la igualdad de palabra de los ciudadanos. Sus ideales inspiraron las democracias actuales, con distintos enfoques. La revolución francesa de 1789 incorporó a la democracia el voto universal, y fue el suceso que provocó la revolución industrial, la que con la aparición de las ideas de Carlos Marx se vislumbró las dos fuerzas que pelearían el Gobierno de las naciones: los dueños del capital y el proletariado.
Marx señaló que el proletariado, el productor de la riqueza, sería la fuerza que instalaría un Gobierno más democrático, basado en la dictadura del proletariado, cuyo sistema sería el socialismo, mismo que crearía las condiciones para establecer el comunismo, pero ambos sucederían al capitalismo, donde se desarrollarían las fuerzas productivas, que hicieran de las naciones prósperas y ricas, de tal manera que tuviera viabilidad el socialismo, que es darle a cada quien según su trabajo, y el comunismo, que es darle a cada quien según sus necesidades.
Pero el desarrollo de la teoría marxista, no sería como Marx la definió, pues las revoluciones “socialistas” no se instauraron en naciones capitalistas ricas, sino en países feudales, atrasados y pobres, tal es el caso de Rusia, China, Vietnam, Corea, Cuba, Angola, el Congo, Nicaragua, etc. En estos países tampoco se instauró la dictadura del proletariado, sino la de un solo hombre. En el siglo 19, una dirigente socialista alemana, Clara Zetkin, criticó a Lenin de hacer una dictadura personal, y no la dictadura del proletariado. La misma crítica tiene cabida para todos los dictadores “socialistas” que hoy conocemos, y que tienen al proletariado y al pueblo sometidos y aterrorizados.
El socialismo marxista no se ha instaurado en ningún país, y con el tiempo las dictaduras de un solo hombre han aparecido en el mundo, haciendo creer que es la dictadura del proletariado que Marx había pronosticado como la forma más democrática de un Gobierno compuesto por obreros.
Los únicos países emanados de una revolución con tintes socialistas que pueden considerarse ricos, son China y Rusia, pero su economía o modo de producción no es socialista, sino mixta, en donde su productividad y riqueza es realizada por empresarios y obreros, pero gobernado por un hombre, un partido y una ideología. El resto de las naciones autoproclamadas como socialistas son pobres, sin desarrollo ni progreso económico y con todas las carencias del mundo, cuyos gobiernos son fuente de corrupción y sus pueblos carecen de libertades y derechos, sin atención médica, educativa y alimentaria.
Mientras tanto, los países capitalistas son ricos, abundantes y prósperos a donde emigran los pobres del socialismo, ante el fracaso de sus regímenes fallidos. México se encuentra hoy en un momento histórico de definir su futuro: o seguimos desarrollando a nuestro país dentro de la democracia occidental o caemos en la dictadura de un solo personaje, al que muy poco le importan los ciudadanos y nuestra nación, y que insiste en imponer un régimen basado en el autoritarismo, de un solo partido y una ideología. Para decidir, sólo hay que comparar a México con Cuba, Venezuela o Nicaragua y defender lo que queremos, que seguramente es más que las pensiones que compran votos.
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