Cd. Acuña
Por
Paola A. Praga
Publicado el miércoles, 20 de enero del 2016 a las 16:01
Saltillo, Coah.- Hambre fue la palabra que taladró la cabeza de Anton. Y así, decidió viajar al desierto coahuilense con sus ocho hijos y su mujer. En medio de la nada, levantó una casa que ahora es el único patrimonio de la familia.
“Aquí estamos en el desierto, ni la Policía sabe dónde vivimos nosotros”, cuenta el hombre alto, de piel blanca, casi rojiza, cuerpo delgado. Anton Sawatsky Harder dejó el ejido Casas Grandes, Chihuahua, para buscar un ingreso en Coahuila.
Perteneciente a la comunidad menonita, Anton junto con su esposa Martha Loewen Wiebe y sus hijos Elly, Ester, Artur, Enna, Adolf, Jakob, Felipi y Ronny viven en Llanos Blancos, ejido de Sierra Mojada, municipio localizado en el desierto de Coahuila y que limita con Chihuahua, ubicado a 460 kilómetros de Saltillo.
Para llegar a esta zona hay que recorrer kilómetros de asfalto, abrirse paso por caminos de terracería, en medio del desierto, donde no existe señal de telefonía. Ahí, se han desarrollado los nuevos asentamientos de la comunidad menonita que han hecho producir 800 hectáreas de terreno con siembra de maíz, algodón, tomate y frijol.
Las familias menonitas llegaron a poblar el terreno que se encontraba vacío. Hasta hace cinco años, en el censo realizado por el INEGI en 2010 contó a dos habitantes, en donde ahora se encuentra la familia de Anton.
“El plan es quedarnos aquí más años. Es bueno vivir en Coahuila, nomás el sueldo está muy duro. Sí da mucho la tierra, nomás necesita hacer uno pruebas en los huertos y labores, ver de cuál fertilizante echamos para que la tierra nos dé”, cuenta Anton, recargado sobre su vieja camioneta.
Es mediodía, el viento sopla fresco y el sol cala sobre la tierra de Llanos Blancos. Anton estaba dormido por un resfriado que le provocó malestares por tres días. Habla alemán bajo y es el único de la familia que se puede comunicar en español.
Cuenta sobre sus conocimientos de maquinaria agrícola, sistemas de riego de aspersión, fertilizantes y el uso de perforadoras y lo difícil que han resultado los últimos 10 meses, pues no han podido sembrar.
“Maíz sí dio la tierra, fue elote dulce, ¿lo conoces? A la gente le gustó y yo lo fui a vender, dejó buena ganancia en Sierra Mojada, espero en este año volver a hacer lo mismo”.
En Coahuila, hasta la fecha, las familias menonitas han adquirido 12 mil hectáreas en Llanos Blancos y Providencia. Sólo en la zona de Providencia han perforado nueve pozos, pero tienen solicitados 100 permisos. Algunas familias compraron a los ejidatarios a 400 pesos la hectárea de tierra fértil.
Datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) de 2014, en las regiones en las cuales hay comunidades menonitas, la producción de maíz de grano generó ganancias que fueron de los 2 hasta los 61 millones de dólares.
En 2014, el valor de la producción de maíz de 10 comunidades fue de 269 millones 551 mil 178 dólares por 895 mil 750 toneladas. En el caso del algodón, las ganancias que se obtuvieron tras la producción de 318 mil 495 toneladas, fue de 235 millones 471 mil 827 dólares, también en 2012. Para 2013, el valor aumentó casi 8 millones de dólares.
Y es que los menonitas viven del campo, pues dentro de su filosofía de vida se trabaja para la comunidad y los frutos de dicha labor deberán ser repartidos entre todos los miembros de la misma.
Debido a esto, a nadie le faltará nunca ni alimento ni vestido; la comunidad se apoya entre sí.
‘LLEGUÉ CON NADA’
La fina tierra del desierto está pegada en la ropa y zapatos de Anton y en la de su hijo más pequeño, Ronny. El niño camina y patea piedras, revolotea en las piernas de su padre, quien habla sobre la esperanza de una vida mejor.
“Yo no tenía nada allá, en Chihuahua, nomás una casa. Soy trabajador y aquí podemos comprar poquito terreno y por eso ya vinimos acá”.
En la casa, hecha con bloques de triplay y techos de plafón, hay electricidad gracias a las celdas solares que colocó el padre con ayuda de su familia. En un solo espacio, se encuentra el comedor redondo, una heladera y un centro de lavado al fondo.
Adentro, en la casa de la familia Sawatsky, la temperatura es cálida. La esposa de Anton trae puesto un vestido azul oscuro que contrasta con su piel blanca, casi lechosa, y sus grandes ojos azules. Lleva un pañuelo en la cabeza, y aunque recibe a los extraños, se niega a hablar.
“Yo sólo hablo español, ellos casi no, ellos no entienden mucho y nos hablamos en alemán bajo”, explica Anton. Las hijas mayores, una de ellas embarazada, se apresuran a recoger los platos y vasos sobre la mesa redonda donde hay rastros del almuerzo.
Desde la ventana de la puerta de la casa se observa el desierto, la camioneta desvencijada y el aislamiento de la vastedad del territorio coahuilense. Adentro, otro mundo se desarrolla, el mundo menonita se construye, arraigado a sus Los otros chicos observan a su padre mientras habla. “Dejamos Casas Grandes porque falta tierra para trabajar, mis hijos no tienen trabajo, yo pensé que se necesitaba encontrar terreno; mi hija la más grande tiene 19 años, todos tenemos que comer”.
CENTENARIO ESTILO DE VIDA
El menonita es un grupo religioso y étnico que tuvo su origen en 1525 en Zúrich, Suiza, cuya doctrina se basa en la Biblia como palabra de Dios y deben su nombre a Menno Simons, párroco católico.
Los antepasados de los menonitas mexicanos eran originalmente holandeses que huyeron de la represión y se establecieron en la ciudad alemana de Dantzig, donde se consolidaron y adquirieron la lengua que aún conservan, el alemán bajo.
Fue en 1922 cuando inició la migración a México con la llegada de 3 mil personas que se establecieron en Chihuahua, luego Durango, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Zacatecas, Campeche, Tamaulipas y Coahuila.
Los menonitas tienen un estilo de vida austero, disciplinado y serio. Viven de manera simple, visten sencillamente y se rehusan a las comodidades modernas. Tienen prohibido el uso de radio, televisión, tabaco y bebidas alcohólicas.
Sin embargo, Anton asegura que dependió del alcohol por muchos años. “Yo antes bebía mucha cerveza, pero ahora no, ahora me dedico a trabajar, tengo más de nueve años que no tomo alcohol”.
En medio del desierto no hay escuelas, no hay iglesia, no hay parques. De acuerdo con las costumbres menonitas, los niños aprenden a leer en alemán y en la vida diaria están obligados a comunicarse en su viejo dialecto alemán bajo.
La familia sólo vive en la casa que le llevó a Anton más de dos años construir. La hizo con un préstamo de su hermano, el que a veces también le envía dinero para comprar comida.
“Frijol no falta. Hay mucho sufrimiento, pero a ver qué sale después, a ver si podemos cosechar, sembrar. Si podemos cosechar, vamos a hacer una escuela, pero falta dinero, falta lana”, sentencia Anton.
El dinero tampoco alcanza para ir a Chihuahua a visitar a la familia. El padre de familia no tiene 5 mil pesos en efectivo para costear el viaje de los nueve integrantes. Si la situación lo permite, viajan una vez al año.
Sierra Mojada se ha convertido en la esperanza. Lotes de 500 hectáreas se venden en planos, en medio de la nada, sin que sus adquirientes los conozcan siquiera. Como cuenta Anton, él adquirió el terreno, en el que ahora vive, con la ilusión de que en un futuro se pueda construir otro centro agropecuario, otro pueblo menón, similar al de Cuauhtémoc, en el estado de Chihuahua.
VIDA MENONITA
Más que una etnia, los menonitas son devotos de una iglesia surgida en Europa durante el siglo 16. Creen en el bautismo como confirmación de su fe, no para borrar un pecado original.
Para ellos, el bautismo significa adquirir una responsabilidad colectiva como miembros de una gran comunidad humana en la que no caben distinciones de sexos, razas o clases sociales.
Consideran a la Iglesia como atemporal y creen que debe permanecer por encima de cualquier estado temporal. Sus lealtades están prioritariamente depositadas en ella y en la comunidad religiosa, además de que no pueden concebirse como parte de una nación específica. En su concepto, la Iglesia trasciende la cultura local y la nación, y abarca a la humanidad y la naturaleza.
Desde su llegada a México, la comunidad menonita ha demostrado su capacidad para ser autosuficiente. Ha desarrollado varias cadenas de producción, tienen organizaciones crediticias con cajas de ahorro, préstamos, fondos de aseguramiento agropecuario y cuentan con consultorías que les ofrecen asesorías administrativas y fiscales.
Los menonitas llegaron a México en seis trenes. Nueve mil 263 personas se distribuyeron en diversos municipios del estado de Chihuahua. Llegaron con automóviles, caballos, vacas, pollos, gansos, cerdos, semillas, maderas y material para construir sus casas.
En la comunidad menonita no se permite la acumulación de bienes materiales o riquezas y cualquier excedente en la producción deberá emplearse en producir más. Los sobrantes, en caso de no ser entregados a alguien de la comunidad que los necesite, se venden.
Su organización social se basa en el matriarcado, pero como una de sus reglas es casarse únicamente entre ellos, por lo que muchos niños actualmente presentan deformaciones genéticas.
Emplean únicamente el alemán para comunicarse entre sí y de acuerdo con la ley del menón, que es su código de conducta, no pueden asistir a espectáculos públicos como cine, teatro o conciertos, así como cantar o bailar fuera de la iglesia. Tampoco practican deportes, pues se considera una invitación a la violencia.
Su vida está enmarcada dentro de un entorno rural. Todos los miembros de una familia deben trabajar en el campo. Cuando los niños asisten a la escuela, su familia está obligada a aportar una cuota debido a su ausencia en el trabajo agrícola.
UNA COMUNIDAD ESPECIAL
» El pueblo menonita surgió en 1525 en Zúrich, Suiza, cuya doctrina se basa en la Biblia como palabra de Dios.
» Son seguidores de las creencias de Menno Simons (de él su nombre), un líder del ala pacifista del movimiento anabaptista (la más antigua iglesia bautista) durante la Reforma Protestante.
» Los menonitas constituían 197 entidades nacionales en 63 países, cuyos miembros adultos bautizados sumaban un millón 203 mil 995.
» Los países con mayor número de menonitas bautizados son Estados Unidos, con 319 mil 768; la República Democrática del Congo, con 183 mil 40; Canadá, con 124 mil 150, y la India, con 90 mil 6. En Europa, Alemania cuenta con el mayor número: 36 mil 779.
» Entre Monclova y Sabinas, en Coahuila, en el ejido Primero de Mayo, está enclavada una comunidad menonita que nunca se desarrolló como se esperaba, a diferencia de muchas otras en el país.
» Sierra Mojada se proyecta como la futura comunidad menonita en Coahuila, en donde hasta ahora viven cerca de 12 familias.
LEY DEL MENÓN
» Dicta que los integrantes de la iglesia no tienen permitida la acumulación de bienes materiales o riquezas, además de que cualquier excedente en la producción deberá emplearse en producir más.
» Los sobrantes de las ganancias obtenidas por el trabajo y las actividades organizadas por la comunidad, en caso de no ser entregados a alguien de la misma que los necesite, se venden.
» La organización social se basa en el matriarcado, pero como una de sus reglas es casarse únicamente entre ellos, lo que ha generado que los genes se degraden y muchos niños presenten males congénitos.
» Entre ellos emplean únicamente el alemán bajo (su lengua original).
» Tienen prohibido asistir a espectáculos públicos como cine, teatro o conciertos, así como cantar o bailar fuera de la iglesia. Tampoco practican deportes, pues se considera una invitación a la violencia.
» También se les prohíbe utilizar radio, televisión, tabaco y bebidas alcohólicas, además de que se rehusan a utilizar las comodidades de la vida moderna.
costumbres.


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