Coahuila
Hace 9 horas
La Navidad pone muy nerviosas a las personas. Diciembre, en general. A unos deprime y a otros genera ansiedad. La Floriza de Múzquiz, en esa coyuntura de perder los estribos hacia finales de año, ha protagonizado una serie de desaguisados en lo que va del mes, uno tras otro, con las redes sociales como vehículo conductor de su vida.
Mientras todo mundo está pensando en otra cosa y algunos manifiestan su personalidad en pijama como estilo para descansar en casa o performance para salir a la calle, en una reivindicación abierta de la Generación Z contra el arreglo personal de nuestros días, ellos, los Flores Guerra, se desbordan. Si otros visten ugly sweater y forman parte de un ambiente relajado, ellos, los millonarios de la Región Carbonífera, ebullen.
Tania, por ejemplo, acusó, amenazó, exhibió, lloró, se dolió y atrincheró.
Antonio, por su parte, convocó a la desobediencia civil, ostentó, y retó a golpes. Esto último, inclusive, usando su curul –que no la tribuna– del Congreso del Estado.
En otro momento el asunto han sido zafarranchos en el pueblo mágico y amenazas de muerte. Excentricidades difundidas por ellos mismos como practicar tiro con armas de fuego, o repartir fajos de billetes en efectivo. Acaso el ideal en la sociedad de la inmediatez y el espectáculo a la que hemos involucionado. Episodios de catarsis y expresión del Yo. La trasparencia del quehacer público mal entendida y proyectada mediante la lente de sus celulares para mostrarnos en vivo sus entrañas y pasiones, filias y fobias. No obstante trasmitir en vivo un suceso no es aplicarle una caja de cristal a la realidad sino adentrarnos en un reality show.
Nadie cuestiona, para dimensionar, por qué actúan irreflexivamente, enfocando con su celular a terceros, sin consentimiento ni autorización para grabar un evento a media calle como arma intimidatoria. Aquello se vuelve un festival de vidas privadas que se ofrecen impúdicamente ante los ojos del mundo entero. Se trata del dominio del espacio público digital a través de la exhibición de la intimidad y la exaltación de lo banal. Una especie de satisfacción al constatar la mediocridad propia y ajena.
Las familias (menores de edad incluidos) expuestas por ellos mismos, sus trabajadores, el círculo cercano, y cualquiera que se atraviesa en su camino allí donde se paran. Keeping up with the Kardashians región cuatro.
Aunque los Flores Guerra no están ahí, en el espacio público, para tomar el poder ni redistribuir la riqueza ni dar patria al humillado ni vengar al pueblo (ese concepto que a nadie representa y sin embargo tanto daño causa cuando algún iluminado populista demagogo habla en su nombre).
Están ahí para el entretenimiento comunitario. Han sido deliberadamente subidos a la arena para el espectáculo y enfocados en ellos los reflectores para la distracción de los asuntos verdaderamente importantes. Simbolizan la chunga, el morbo, cotorreo y rebane.
Justo es decirlo: ellos facilitan el desarrollo de personaje con el tono en que se desenvuelven y la narrativa que despliegan; sus maneras de hacer política –si a eso propiamente se le puede llamar política– y la representación que tienen de sí mismos en la mente de un colectivo.
Sin guión, su improvisación es perfecta.
Cortita y al pie
Coahuila es ecosistema natural de la normalidad institucional. De políticos profesionales que “guardan las formas” y se saludan en público 15 veces a la semana en promedio. Y se mencionan unos a otros. Y se agradecen. Y se aplauden. En la entidad abundan los eventos controlados. Estrados. Lonas informativas. Acomodo de sillas de acuerdo a la jerarquía, el interés o los mensajes políticos que se quieran enviar al auditorio en ese momento. Difusión reiterativa y machacona de los temas. Actividad anodina pero constante. La fórmula del adormilamiento funciona desde tiempos inmemoriales y se aparta de Nuevo León pese a su cercanía territorial, donde sus figuras más relevantes provienen de la farándula y viven de la polémica.
En ese contexto social han llegado a irrumpir los hermanos nativos de Múzquiz. Son los animadores del concierto. Actores de una historia mal contada. Los renglones torcidos. La denigración de la investidura.
La última y nos vamos
Aunque su participación data de 2017 con la primera candidatura por UDC a la Alcaldía de Múzquiz, ha sido de 2021 a 2024 el florecimiento económico y político de La Floriza, denominación de origen para identificar a una facción y evocar otras como La Chapiza y La Mayiza en el argot delincuencial.
Desde sus primeros contratos millonarios con CFE, y su posterior victoria en el Ayuntamiento en 2021, bajo el emblema de Morena y su eventual escisión hacia el PT, Tania y Tony, los hermanos Flores, han contribuido a enrarecer la vida pública en Múzquiz. Si antes era un lugar apacible, hoy es el epicentro del conflicto y los escándalos por excelencia en el estado.
Su intimidad como espectáculo es la decadencia en un pueblo de 75 mil habitantes. Y lo más importante: envía un mensaje a los espectadores ávidos de chismecito gratis en el Facebook merced a sus periódicas transmisiones en vivo: que la política representa conflicto permanente, irritabilidad e intolerancia a la frustración, basurear al adversario. Episodios de megalomanía que degradan la vida en sociedad.
¿En qué momento llegamos a este punto tan primitivo en Coahuila?
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