Para el periodista Orestes Gómez los comicios del domingo pasado consuman la venganza del expresidente López Obrador contra el Poder Judicial. “Si bien es cierto que este personaje fue proclive a burlar la ley y a las instituciones, nunca nos imaginamos que la continuidad del proyecto de la “izquierda de relumbrón” se atrevería a impulsar las elecciones de manera tan rápida y con tantos y burdos tropiezos”, escribe en Espacio 4 (772). “Desde que López Obrador era azuzador profesional —apunta— su actuación estuvo siempre en contra de la ley y de las autoridades, las tomas de campos petroleros, las protestas en Tabasco y durante su campaña a la Gubernatura de ese estado, estuvieron plagadas de delitos, a los cuales no se les siguió causa. Posteriormente, al violar un amparo como jefe de Gobierno de CDMX, fue condenado a la destitución, como dictaba la ley. Sin embargo, el presidente Fox no lo quiso convertir en víctima y lo perdonaron del desafuero.
“En 2006, su lucha fue contra el tribunal electoral y literalmente mandó al carajo a las instituciones, pero ya instalado en el poder presidencial sólo le restaba esperar a tener más poder para castigar a ministros y jueces. Después de los reveses que sufrió frente a la Suprema Corte, a saber: construcción del tren maya, atribuciones al SAT para irrumpir domicilios, la Guardia Nacional y de amenazar a la Corte para que no le vinieran con el cuento de que la ley era la ley, la afrenta que desató la reforma en ‘fast track’ fue originada por la postura valiente de la ministra Piña de no ceder ante las presiones evidentes y ya llegamos a este tramo.
“El mecanismo por el cual se aplicaría una reforma que carece de valor jurídico, y mucho menos ético, nació viciado por el hecho de que ningún ciudadano o cámara de representación civil tuvo voz y voto en la selección de candidatos de un poder que debe considerarse un contrapeso, ya que se trata de aquel que interpreta la ley y su aplicación al caso concreto, por lo que los candidatos fueron impuestos por los poderes Ejecutivo y Legislativo, amén de los que repiten en el cargo, que por principio ideológico surgido de nuestra revolución no debería admitir la reelección, sobre todo por el tiempo de duración en el cargo.
“Después vino el proceso de selección mediante una chunga llamada tómbola y el espectáculo ridículo en el Senado, de dejar a la suerte el futuro de la justicia del país. Al decir de Camus: ‘Empezaron a dejar todo al azar y el azar nunca ha tenido compasión por nadie’. Posteriormente, y al notar lo complicado que sería votar al mismo tiempo por ministros, magistrados, jueces federales, magistrados locales y jueces locales —y que las huestes de Morena no son muy avezadas para eso de poner más de una tacha y tener que elegir más de 30 personas sin equivocarse—, se dieron a la tarea de aleccionar a las hordas del bienestar, de esos de a 50 pesos por día (que es lo que reciben cada dos meses) mediante unos acordeones repartidos por la autoridad. Vaya cosa.
“Fueron evidentes el día de la elección los operativos que les enseñó el PRI y que ahora los morenos perfeccionaron: el ratón loco, el carrusel, la urna embarazada, el acarreo, la compra de votos, la foto a la boleta, y agregaron el acordeón con los nombres, por aquello de que se les fuera a olvidar y con qué cuentas saldrían. Morena presumía tener 8 millones de miembros activos, que se supone debería ser el mínimo de votantes de la elección para que un ministro, magistrado o juez sea electo, por lo que según el resultado de la votación al día de redactar este texto los números daban un máximo de 5 millones de votos para el candidato con más votos y los anulados llegaban a 10 millones según cifras del INE, por lo que la votación del 1 de junio demuestra que no era la voluntad del pueblo que los jueces fueran elegidos popularmente.
“Varias fueron las causas de estos paupérrimos resultados en los que el abstencionismo regresó a ser el rey de las elecciones, ya que un 87% del padrón no asistió a votar, la más visible fue en el proceso de selección de candidatos, pero por otra parte fue la actuación del INE y su complicidad el panorama electoral, ya que no se contaron los votos en la casilla, no se eliminaron las boletas sobrantes y el cómputo final se llevó en el INE pasados los días, que allanaron en la incertidumbre en cómo sería tratado tu voto.
“El resultado final es el de una venganza que se tradujo en capricho y que costó al pueblo mexicano y su precio en escasez de medicamentos, de nuevas carreteras, puertos y obras necesarias para el desarrollo es decir 7 mil millones de pesos. Otra elección paralela se desarrolló en Coahuila, con las famosas listas repetidas para no errarle, con los magistrados y jueces locales incluyendo a los juececillos balaceras, la fórmula que utilicé fue otra y apliqué la que me enseñó don Adrián Rodríguez, me coloqué en la mesa de votación eleve mi mano derecha, doblé todos los dedos a excepción del medio y dije: ‘toma tu voto’“.
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