Saltillo, Coah.- “La mejor mezzosoprano del mundo”, título por demás merecido, la letona Elina Garanca se presentó en Saltillo. 

Bajo el cielo claro de otoño y cobijada por la luz cálida de la Catedral, la cantante de ópera dio un concierto en el que demostró por qué su voz ha resonado en los más grandes escenarios del bel canto en el mundo y anoche envolvió a toda la Plaza de Armas.

Acompañada por la Orquesta Filarmónica del Desierto, el recital abrió con Gli Arredi Festivi, de la ópera Nabucco, y Nel Giardin del Bello Saracin Ostello, de Don Carlo, ambas composiciones de Giuseppe Verdi, piezas en las que los miembros del coro comenzaron a afinar sus gargantas para acompañar a la europea.

Así, la figura de Garanca, ataviada con un vestido verde esmeralda y su cabello rubio, subió al escenario para llenar con su voz al corazón de Saltillo con Lo Son L’Umile Ancella, una pieza de la obra Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea. Pieza en la que, a las 21:00 horas, el reloj de la Catedral comenzó a sonar en un inesperado dueto que no detuvo la profesionalidad de la mezzosoprano, que siguió su canto ante los más de 2 mil asistentes.

Los músicos de la Filarmónica del Desierto siguieron, tras el descenso de la cantante, para interpretar de forma instrumental Bacchanal, de Camile Saint-Saëns, una pieza de la ópera Samson et Dalila, y que siguió con Mon Coeur S’Ouvre a ta Voix, en la voz de Garanca, que regresó ante el público ahora con una manta sobre sus hombros para mantener alejando el fresco de la noche de octubre.

El público no sólo llenó los asientos permitidos en Plaza de Armas, tanto para personas con boletos y sin boletos, ya que las calles circundantes, como el Casino de la ciudad, lucieron llenos de escuchas que presenciaron el melancólico canto de Garanca, y la dirección cronométrica de Constantine Orbelian, director invitado para esta ocasión.

El director armenio, quien ha trabajado en la Ópera de Nueva York, guió a la Orquesta en la ejecución del Intermezzo de la Cavalleria Rusticana, obra de Pietro Mascagni, a la que siguió uno de los momentos cumbre del concierto con una interpretación del Himno de Pascua, de la misma obra en la fiesta de voces de Garanca y el coro que la acompañó, conformado por miembros de las compañías de Ópera de Saltillo y de México.

El gran cierre, de una de las noches más emblemáticas para la ópera en la ciudad, llegó con la interpretación de Habanera, Seguidilla y Chanson Boheme, cuatro piezas de la ópera Carmen, de Bizet, composición hecha especialmente para el registro del mezzosoprano y en las que la voz de Garanca demostró su fuerza y también su delicadeza, su sensibilidad, demostrando por qué es la mejor del mundo.