Piedras Negras, Coah.- Una vida plena, con muchas risas, muchas alegrías, pero también sinsabores que ha sabido sortear gracias a su gran fortaleza y su temple; es así como hoy llega Conchita Tinajero Benavides a sus 100 años de edad, una mujer que se ha tornado en un ejemplo para muchas féminas.

Al destacar que hay que estar al día bien informada, todas las mañanas se levanta y lee de cabo a rabo su periódico Zócalo para luego seguir con los noticieros en ese lugar que se ha tornado su preferido, mismo en el que nos recibe para compartir un poco de sus años, de sus memorias.

Se encuentra con la visita de su progenie, algunos llegaron de diferentes ciudades del país, otros de Estados Unidos y otros desde Francia, feliz por tenerles para su celebración.

“ Me siento muy bien, tengo 100 años y no me duele nada, sí un poco cansada al levantarme, batallo un poco para sentarme, pero bien”, enfatiza en la charla que comparte luego de haber cocinado para su familia.

Ha sido una mujer independiente, por ello lamenta haber perdido visibilidad de su ojo derecho y el que ya no maneja su auto desde hace cinco años para poder trasladarse a donde quisiera.

“ Ahora estoy alimentando el sofá”, dice entre risas.

Sin embargo, resalta que capotea los años como llegan, no le sorprende nada, aun y cuando ha sido testigo de múltiples cambios que se han tenido en la frontera y el mundo entero.

En años recientes se mete más a la cocina, siempre le ha gustado, así que trata de deleitar el paladar de su familia, las carnes son su especialidad y muchos recuerdan el pavo deshuesado relleno que gusta hacer en Navidad.

Luego de dos años de una pandemia que no termina y que en un momento paralizó al mundo, Conchita o Nena Tinajero, como le llaman de cariño, está feliz de volver al Taller de Historia para damas, donde enfatiza que recuerda momentos y aprende mucho, al resaltar que nunca se deja de aprender.

Su espíritu creativo y trabajador se tornan en un gran ejemplo para las mujeres, ya que trabajó por el bienestar de su familia y de la comunidad.

Muy joven quedó viuda y sin titubear decidió hacerse cargo del porvenir de su progenie, y así logró ser la fundadora de Televisión del Norte de Coahuila, ahora convertida en una importante empresa de sistema de televisión de paga a nivel nacional.

Nació el 8 de noviembre de 1922 en Allende, Coahuila y llegó a Piedras Negras cuando apenas tenía seis años de edad.

Llegó a estudiar en una escuela privada de la señora Castro, luego el Instituto del Pueblo, para luego realizar su secundaria y preparatoria en el Convento de las Madres del Verbo Encantado en Eagle Pass, Texas.

“ Ese era el futuro de los fronterizos, nos íbamos allá a estudiar, con madres irlandesas y americanas que no hablaban ni una gota de español y aprendías inglés porque aprendías”, subraya.

Está sentada en la sala y platica con una lucidez envidiable, misma que hace recordar una entrevista de hace 10 años en el mismo lugar. Sonríe igual que entonces.

Hace una década lamentaba la zozobra e incertidumbre por los hechos violentos que aquejaban a la frontera y no dejaban desplazarse con seguridad como en antaño. Hoy, en medio aún de una pandemia, enfatiza en vivir, reír, aceptar las situaciones y no vivir en excesos.

“ Las enfermedades no me quieren”, indica al compartir que no ha enfermado de Covid-19 y que está bien porque no le gusta ni vacunarse mucho, ni tomar medicamentos.

Recuerda cuando joven que caminaba mucho, antes se usaba, eran 23 cuadras las que recorrían desde la Iglesia de Nuestra Señora del Refugio, ubicada a la salida de la carretera a Del Río, Texas, luego cruzaba el puente y llegaba a su casa en el centro de la ciudad.

Ahora ya no puede desplazarse tanto por la falta de visibilidad y porque no le gusta ser carga de nadie.

En ese entonces su papá tenía una tienda de abarrotes, de latería y semillas y como ninguno de sus cinco hermanos se quiso quedar en Piedras Negras para ayudar con el negocio familiar, ella entró al quite.

La tienda ubicada frente al Mercado Zaragoza sobre la calle del mismo nombre, fue su primer lugar de trabajo, donde tenía oportunidad de practicar su inglés aprendido con las madres irlandesas.

“ Me la pasé muy bien porque a mí me gusta el comadreo, practicaba mucho mi inglés, mi papá vendía mucho jalapeño, a los americanos les encantan los jalapeños y se los llevaban hasta por galones”, indica.

SU HISTORIA DE AMOR

En una ocasión, en un baile del Casino, Conchita se encontraba con sus amigas sentada y un joven de muy buen ver llegó hasta donde estaban para invitar a una de ellas a bailar, era Tito Harper.

“ Irrumpí en su vida”, dice con una sonrisa.

“ Se dejó venir y al nombrar a mi amiga, ella se levanta con otro a bailar, entonces se quedó viéndome, me cayó en gracia, dije: Ay qué susto se dio. Me dijo bailamos, dije sí y de ahí ya no nos separamos”, recuerda.

Se casaron y se fueron a vivir al rancho, donde tuvo a sus cuatro hijas.

TELEVISIÓN POR CABLE

Richmond, hermano de su esposo Tito, vivía en Eagle Pass y era quien tenía el cable, así que platica Conchita que ella se le ocurrió decirle que si se lo podía pasar por un “alambrito”.

“ Por suerte la dueña del cable era la señora Johnson, la esposa del presidente, no iba a decir que no”, indica.

“ Trajimos el “alambrito” y lo bajamos con la antena, entonces me fui a trabajar al cable donde trabajé muy a gusto”, añade.

Así inició Televisión del Norte, donde Conchita trabajó luego de quedar viuda y prácticamente sin nada, pues su esposo había enfermado y tuvieron que vender el rancho, pero falleció.

Con la gran determinación que la ha caracterizado en su vida, trabajó por 30 años para sacar adelante a sus hijas, antes de eso, estuvo por seis años en la Ciudad de México, pero se aburrió y decidió volver a la frontera.

LA GRAN INUNDACIÓN 

Cuando Conchita tenía casi 32 años, le tocó vivir uno de los momentos que ha marcado a Piedras Negras, la inundación de 1954 y recuerda cómo tuvieron que salir, pero afortunadamente la casa de su familia no se vio afectada.

“ Recuerdo el río muy grueso, muy bravo haciendo honor a su nombre”.

Muchas casas afectadas, muchas familias sin patrimonio, un momento difícil.

UNA VIDA PLENA

Conchita destaca que la ha pasado muy bien en su vida, ha vivido muy a gusto y ha logrado hacer muchas cosas que ha querido, como cuando fue a Europa y pudo ir a diferentes países, pero también a uno que llamaba mucho su atención, Rusia.

“ Ya llegué a los 100, ya ni modo, ahora a ver hasta que el Señor diga cuándo”, expresa.

“ He sido muy feliz, soy conforme, no reniego de la realidad y lo que te toca, capoteo todo lo que me llega”, añade con una sonrisa.

Precisa que ha vivido con plenitud y no tiene una fórmula secretar para poder vivir tantos años, pues imagina que son los genes, ya que su mamá vivió hasta los 109 años de edad.