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Publicado el jueves, 29 de enero del 2009 a las 16:14
Ontario, Canadá.- Si alguien sabe de las ganas de vivir de Elisa, es Ayesha Rage, su mejor amiga. Elisa quería casarse, ser madre de un puñado de niños a quienes dejaría al cuidado de “Tita” para que los educara como a ellas; quería ser protectora de la vida silvestre, pescar y escapar, aunque fuera por un tiempo, del invierno canadiense.
Elisa tenía muchos planes, cuenta Ayesha, veía a Filipinas como una oportunidad previa para hacer una maestría en Suiza, de aprender todo lo relacionado con las comidas exóticas, y un poco en broma, le comentó que también le permitiría burlar el clima del invierno canadiense, cuyas temperaturas alcanzan los 40 grados bajo cero.
A pesar de la diferencia de edades, Ayesha y Elisa congeniaban completamente. Ayesha –que tuvo que salir de Cuba dejando allá a toda su familia–, considera la muerte de Elisa como el golpe más duro que hasta ahora ha sufrido.
Después de todo, Elisa estaba ahí cuando Ayesha conoció a su esposo. La saltillense preparó su banquete de boda, si peleaban intervenía hasta reconciliarlos, y era capaz de pedalear una hora en su bicicleta para ir a verla a su casa, al otro extremo de la ciudad.
Elisa era su amiga y su familia la suya. Mañana, serán sus palabras las que se lean en otra más de las despedidas.
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