“La humanidad se divide en dos bandos: quienes aman y fundan, y quienes odian y deshacen. Martí
Al regreso de su turné del Madrid de Ayuso, ese donde tiemblan las estrellas, y donde se pierden las almas en la niebla. Donde la oscuridad troncha las alas y moja de tristeza. Donde el blanco no es nieve, sino ceniza, que han nevado en ellas. Ahí donde hundió la derecha sus odios, en esas fuentes fue a beber la Alcaldesa.
En el Escorial de vergüenza donde la garra de los años disfrazó caídos mientras sus curas en la sombra cantaban cara al sol.
De ese “país” que entiende, vino para apagar esperanzas, enredada en el Babel de su veneno.
En tres patadas y un sólo movimiento donde la primera dice que no tenían cédula obligatoria, la segunda que fueron instaladas sin que conste instrumento para su colocación, y la tercera que el resguardo lo hizo una persona trabajadora de la Cuauhtémoc. La alcaldesa del odio, retiró las estatuas de Fidel y del Ché quienes en la década de los 50 se conocieron en la colonia Tabacalera para ir luego a construir la nueva humanidad en nuestra América.
Su motivo verdadero es el odio, como lo confesó en los micrófonos de radio fórmula que tenía la idea de “subastarlas, para que por primera vez los comunistas vayan a utilizar su dinero, y no el de los demás. “
A esa novia de la muerte, con nuestra voz de pueblo. Le reconocemos insolencia; mire usted por donde Alejandra. La muerte dura poco; contenta es la vida, la gozamos en los instantes que nos fundan y que no mueren en el silencio de ninguna bodega.
Desde el Madrid, que conocemos, el otro, el que fue ciudad donde las milicianas resistieron a la República del acoso del fascismo. El de las brigadas internacionales, el de Chueca y Vallecas. El de las trece rosas fusiladas por Franco.
A la apropiación retórica de su seudofeminismo le advertimos que las niñas y los niños van a jugar en esa plaza nuevamente, ahí adonde volverán Fidel y el Ché para desde ahí, partir eternamente a liberar la humanidad.
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