Monterrey, NL.- Lupita Trejo no puede asimilar lo sucedido con su hija Daniela, de sólo 11 años.

“Casi me la arrebató de las manos”, lamenta con enorme dolor esta mamá de 32 años.

El crimen de Daniela ha conmocionado a la población de Cerralvo, el municipio más antiguo de Nuevo León, con 7 mil habitantes (INEGI).

Ahora en la entrada de su casa está un altar con fotos de la niña, trabajos escolares y sus audífonos.

En esta visita al pueblo, las calles y plaza principal lucen desoladas.

La gente en tiendas de abarrotes y domicilios se estremece al recordar el asesinato de Daniela.

“No es nada mío, ni hablaba yo con la niña, pero es una cosa tan triste”, dice Delfina Espinoza, de 85 años, ya con lágrimas, “seguido pasaba con su mamá por aquí. Todos estamos indignados. Toda mi vida he vivido aquí, pero nunca había pasado algo así”.

El jueves 18 de julio pasadas las 18:00 horas, cuando caminaba por el centro de Cerralvo, Daniela fue subida a la fuerza a un auto por un hombre identificado como Antonio, de 24 años y residente de Agualeguas, municipio vecino a 34 kilómetros de Cerralvo.

Para las 6:30 horas del siguiente día, autoridades localizaron el cuerpo de la niña en la orilla de la carretera al Parque Recreativo Nogalar, en Agualeguas.

Presuntamente el hombre abusó sexualmente de la niña, la agredió a golpes y con arma blanca para después tirar su cuerpo.

Esa noche el pueblo no descansó buscando a Daniela.

Compartieron imágenes del auto Stratus blanco en redes sociales y revisaron en casas y en los alrededores del municipio.

UNA NIÑA HOGAREÑA

Lupita acepta hablar con la esperanza de obtener justicia y de que un crimen así no se repita.

Cuenta que esperaba a Daniela en un Bodega Aurrerá. La niña estaba en su casa, a unos 500 metros, y la raptaron en el trayecto hacia la tienda.

“Me marca la niña: ‘mamá, ahí voy’, dice, ‘voy a llevar paraguas’, porque estaba pringando”. Fue la última llamada a las 18:04 horas.

Explica que trabaja en un negocio de abarrotes frente al Bodega Aurrerá y cuando terminó su turno, a las 18:00 horas, fue a la tienda para comprar una pantalla con el dinero de una tanda que acababa de recibir.

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“Quería que la niña viera la tele, porque era para ella”, dice Lupita.

Después de comprar la pantalla irían a trabajar a una casa donde hacían tortillas de harina y esperaban ganar unos 100 pesos.

“Hasta ya teníamos planes de qué íbamos a hacer con ese dinero, le dije: ‘si hago dos o tres kilos, nos gastamos 50 en una coca y unos fritos’, y guardamos 50 para los útiles escolares”, recuerda la mamá.

Daniela pasaría a sexto de primaria. La describen como una niña muy hogareña que no salía con amigos.

“Su pasatiempo favorito era la tele, ver series de Lo que la gente cuenta, Un día para vivir y una serie de unos chinitos que ella miraba en TikTok”, cuenta la mamá.

Tras el asesinato de la menor, el presunto culpable fue entregado a las autoridades por su abuelo.

La noche del viernes 19 de julio, pobladores intentaron sacar al detenido de la comandancia del municipio para lincharlo ante el rumor de que sería liberado, contó una vecina.

‘NO TENGO PALABRAS’

El 23 de julio del año pasado, Lupita perdió a otro hijo, de 17 años, quien murió ahogado en un río de San Luis Potosí. Tuvo cinco hijos y ahora le sobreviven tres hijas de 19, 16 y 14 años, quienes viven con los abuelos paternos.

Tras un conflicto con el papá de sus hijos, comparte, se mudó a vivir a Cerralvo porque allá tiene familiares y sólo pudo llevarse a Daniela, de entonces 3 años.

Su actual pareja, Severino De Hoyos Alanís, de 50 años, a quien Daniela llamaba papá, tenía apenas dos semanas de haberse ido a trabajar a Estados Unidos cuando ocurrió el feminicidio.

“Me fui para darles una mejor vida, para darles algo mejor, pero pasó esto y no tengo palabras, estoy perdido, estamos perdidos porque en verdad era nuestra vida”, expresa Severino.

“Esa clase de personas son monstruos. A esa gente la deben de llevar a la silla eléctrica”.

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Lupita y Severino afirman que nunca habían visto a Antonio, ahora vinculado a proceso penal por el delito de feminicidio.

“Alguien tuvo que decirle que yo no estaba, porque yo tenía dos semanas de haberme ido a Estados Unidos”, considera Severino.

“No vi si nos estaba cazando”, agrega Lupita.

Severino le prometió que cuando volviera de Estados Unidos le regalaría su teléfono celular.

Jamás pensó regresar en esas condiciones y lo que hizo fue colocarle el teléfono en el ataúd donde la enterraron.

ATENCIÓN Y PREVENCIÓN

Ante un crimen de esta magnitud, queda el miedo de que otra niña o niño sean víctimas de un delincuente.

María José Almela, directora de Fundación El Roble, organización que apoya a menores y adultos que han vivido abuso sexual, considera que mientras las autoridades hacen su trabajo, los adultos deben aumentar las medidas de protección infantil.

– ¿Cómo impacta la noticia del feminicidio de Daniela en más niñas y niños?

“Una noticia de esta magnitud impacta a toda una sociedad, las personas más cercanas de la niña pueden llegar a presentar manifestaciones negativas a nivel emocional, conductual y social”, responde la psicóloga clínica.

“Así como posible sintomatología de estrés postraumático: revivir con intensidad y frecuencia el hecho, pesadillas, miedo intenso, hipervigilancia, insomnio, aislamiento, malestares fisiológicos sin motivo aparente”.

Sostiene que las personas cercanas a la niña deben ser atendidos por profesionales de la salud.

– ¿Es recomendable decirle a niños y niñas que existen personas capaces de hacerles este daño?

“Siempre es recomendable hablar con claridad y verdad con las infancias, adaptando el vocabulario de acuerdo con el desarrollo de éstos, sin hipersexualizar o sembrar miedo intenso que les impida su desarrollo saludable.

“Deben saber que hay personas que pueden buscar hacerles daño, no por culpa de ellos o ellas, sino porque presentan situaciones en su psicología que no les permite actuar de forma sana con los que le rodean”.