Internacional
Publicado el martes, 16 de septiembre del 2025 a las 17:15
Roosevelt Roads, Ceiba.– Aviones caza F-35, helicópteros de transporte pesado y un contingente de marines han aterrizado este mes en el aeropuerto de la antigua base naval de Roosevelt Roads, en el este de Puerto Rico.
Este creciente movimiento militar contrasta con el estado de la que fuera una de las mayores instalaciones de la Marina de Estados Unidos, hoy una extensa área de más de 8,000 acres llena de edificios en ruinas, sin electricidad ni servicio de agua potable.
La pista de aterrizaje, ubicada en el aeropuerto José Aponte de la Torre, es uno de los pocos lugares operativos en la exbase. Su uso repentino ha puesto de relieve la importancia estratégica de este territorio estadounidense en un momento de crecientes tensiones por operaciones antinarcóticos en el Caribe, que han escalado las fricciones con Venezuela.
La visita del secretario de Defensa, Pete Hegseth, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, Dan Caine, a principios de septiembre subraya el renovado interés de Washington.
El profesor Javier Colón Morera, de la Universidad de Puerto Rico, describe el retorno militar como la teoría del “zapato viejo”: una posesión que se tiene guardada y se usa de nuevo cuando surge una necesidad.
” Todo indica que eso es lo que está ocurriendo en este momento”, señaló. El experto recuerda que la ubicación de Puerto Rico ya fue clave en el pasado, desde la protección del Canal de Panamá a principios del siglo XX hasta su militarización durante las Guerras Mundiales.
Además de los aterrizajes en Roosevelt Roads, las maniobras militares han incluido el desembarco de vehículos anfibios en una playa del sur de la isla. No obstante, el profesor Colón Morera advierte que estas operaciones puntuales no significan un plan para el retorno de bases militares permanentes.
La reactivación de Roosevelt Roads evoca el polémico pasado de la Marina en el archipiélago. La institución abandonó la base en 2004 en medio de una ola de protestas y desobediencia civil que se intensificó tras la muerte del guardia de seguridad David Sanes Rodríguez en 1999, cuando una bomba de 500 libras cayó sobre un puesto de observación en la cercana isla de Vieques.
Un informe del gobierno de Puerto Rico de la época reveló prácticas alarmantes en Vieques, como el uso de municiones revestidas de uranio y la detonación de bombas que afectaron la salud de la población, incrementando la incidencia de cáncer.
A pesar de que se prometió un desarrollo económico para las miles de acres desocupadas, la comunidad local de Ceiba ha visto cómo los planes se estancaban y mutaban con cada cambio de gobierno.
Los líderes comunitarios de Ceiba, uno de los municipios más pobres de Puerto Rico, han denunciado que se prometió un desarrollo local que nunca llegó. “Mientras aquí en Roosevelt Roads había hospital, bolera, dos hoteles, iglesia… el pueblo de Ceiba carecía de todo eso”, relató María Ávila, líder de la Alianza Pro Desarrollo Económico de Ceiba (APRODEC).
Manuel Martínez, arquitecto y presidente de APRODEC, desmiente el mito de que la base trajo riqueza.
” De las 1,400 edificaciones que había aquí no pagaron arbitrios, no pagaron patente, no pagaron nada, por 62 años”, aseguró.
La Marina, según los líderes, impuso una especie de segregación, manteniendo a los militares en el interior de la base mientras los residentes locales quedaban excluidos.
Con una tasa de pobreza de 41.6%, los pobladores de Ceiba temen que los nuevos proyectos, que incluyen hoteles de lujo y un campo de golf, sigan perpetuando su exclusión, como lo evidenció un funcionario que se refirió despectivamente a la población local durante una reunión de planificación.
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