Una pesadilla que aparece en la mente de todos los que tenemos que enfrentarnos con el SAT, IMSS, Infonavit y demás agencias, es que, en algún momento, nos requieran un pago atrasado o algún otro trámite. El riesgo de perder mucho dinero o hasta bienes nos atormenta, salvo cuando acudimos al consejo de quien conozca los reglamentos y las leyes que los rigen.
En un esquema idéntico al de los virus cibernéticos y sus vacunas, ese infierno nació en el gobierno federal, desde el periodo de Echeverría. Los legisladores pedían la orientación de contadores públicos y, con eso, proponían leyes y reglamentos. Una vez aprobadas dichas leyes, antes de aplicarse, los despachos y bufetes contables ya tenían descritas las herramientas para enfrentarlas y seguir campantes manejando el dinero de sus clientes, claro, cobrando cada vez más por sus servicios. Así como en las películas de la mafia, en las que el segundón inventaba un atentado para que el jefe lo amara.
Hace unos días se publicó una noticia en la que dicen que Ricardo Salinas Pliego solicitaba a Claudia Sheinbaum negociar el asunto de su adeudo. La respuesta de Sheinbaum fue la esperada: que no podía haber negociación, “y que nadie puede esperar estar fuera de la ley”.
Algo difícil de creer, solo viendo el tema del narcotráfico, el huachicol, el huachicol fiscal, etcétera.
Salinas Pliego, al igual que la mayoría de los muy ricos de México, sacó su capital hace casi 30 años. Trabaja con dinero ajeno. Si el gobierno mexicano aplicara tajantemente su deseo, solo migajas podría obtener: nada es de su propiedad en México. La mercancía de sus tiendas es propiedad de los proveedores, mercancía en proceso de pago. Una vez realizada, los inmuebles son rentados. Sería muy poco lo que podrían quitarle, por eso se carcajea. Si lo obligaran a pagar a la mala, solo extrañaría el protagonismo que tanto ha disfrutado.
Aparte, un millonario sabio sabe con quién puede negociar y con quién no, como es el caso de la doctora de dos cilindros. Además, a una negociación se llevan cosas, actos, pruebas que pueden influir en la decisión final. Cualquier persona inteligente acudiría a esa solicitada negociación. El acudir no garantiza decisión ni obligación alguna.
La encargada del despacho presidencial sabe que tiene la casa dividida, que el gran enemigo externo tiene la capacidad de actuar contra ella y la demás gavilla en el poder, que tiene información sobre ella y los demás, información suficiente como para hundirlos a todos y a cada uno.
La necedad es otra característica de los izquierdistas.
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