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Explosión en Celemania: La peregrinación del dolor

Por Berenice Silvia

Publicado el jueves, 10 de septiembre del 2009 a las 14:00


Con agua bendita fueron roceados todos los presentes, uno a uno fueron dejando su vela en el obelisco

Nadadores, Coah.- Un centenar de luces iluminaron el lugar donde fallecieron 29 personas y cientos de heridos el pasado 9 de septiembre del 2007, bajo una peregrinación silenciosa llena de dolor incontenible, pues la herida aún no ha sanado.

Al filo de las ocho de la noche, familiares de deudos y testigos sobrevivientes de aquella tragedia emprendieron una procesión desde la capilla Virgen del Carmen, ubicada en la comunidad ejidal hasta el obelisco, punto donde explotó una unidad cargada de nitrato de amonio y acabó con inocentes.

El viento era sosiego, apenas empezaba a oscurecer cuando todos encendieron sus velas y empezaron a caminar, primero con cantos bíblicos y luego en silencio profundo cargado de dolor y llanto.

El presbítero Anastasio Olivas, al frente de la peregrinación, llevaba consigo la Cruz Alta y dos ciriales en símbolo de solemnidad, Dios caminaba junto aquellas personas que aún tienen esa herida abierta.

Otros tantos los esperaban ya en obelisco, sobre la orilla de la Carretera Federal 30 con flores y veladoras, en la peregrinación no sólo destacaban las luces sino las imágenes de algunos fallecidos.

Fue a las 8:36 de la noche cuando llegaron al lugar donde aquellos inocentes abrieron la puerta a la vida eterna, fue el presbítero quien pidió rodearan el obelisco donde se grabaron los nombres de los caídos.

Con agua bendita fueron roceados todos los presentes, uno a uno, con lágrimas incontenibles fueron dejando su vela en el obelisco, flores, veladoras, imágenes, mensajes escritos.

Luego se dio paso a una oración comunitaria por todas estas personas con la luz encendida, la Cruz Alta sobrepuesta en el plasma del obelisco, todos dijeron “Dale, Señor, el descanso eterno” mientras se nombraba a cada uno de los fallecidos.

Rostros desolados reflejaban el dolor que aún tienen al recordar a sus seres queridos, con la luz, signo de comunión con los que gozan la luz eterna.

“Tú Señor eres nuestra vida y nuestra resurrección”, resonó en ese lugar en medio de un peregrinar silencioso que guardaron por los hermanos muertos elevando la oración al cielo.

A pesar del difícil momento que pasaban los presentes el sacerdote pidió un fuerte aplauso porque ahora ellos (fallecidos) gozan de la patria del cielo.

Así concluyó la ceremonia solemne en memoria de quienes dejaron este mundo ese trágico día.

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