Nacional
Por Leopoldo Ramos
Publicado el jueves, 11 de junio del 2009 a las 14:00
Hermosillo, Son.- A un costado del acceso principal del Hospital Infantil de Hermosillo se encuentra un altar con un Cristo de granito y una enorme imagen de la Virgen de Guadalupe. Está repleto de veladoras y de fotografías de Ximena Álvarez, quien a sus dos años lucha por sobrevivir a las quemaduras que tiene en el 80% de su cuerpo.
La tarde de la tragedia fue envuelta por el fuego, Ximena acababa de comer y tomaba la siesta.
Sus padres, Liliana Cota y Raúl Álvarez, no tienen claro todavía por quién y cómo Ximena fue rescatada, ni cómo llegó al hospital, pero confían en que si pudo sobrevivir a una de las peores tragedias en México, también conseguirá superar su crítica etapa de salud.
“Está poquito quemada de la cara. Del cuerpo no la hemos podido ver porque la tienen tapada con una sábana”, cuenta la madre de Ximena, su única hija.
En Hermosillo la gente está irritada por lo que pasó. Los ciudadanos no logran asimilar por qué el destino o la negligencia pudieron llegar a tal grado de acabar con la vida de 44 bebés y niños.
“¡Friéguenselos!”, “¡que respondan los cabrones!”, gritaron varios automovilistas al ver a reporteros de Zócalo afuera de la guardería Del Río, la cual también está subrogada por el IMSS a ex funcionarios del Gobierno estatal que tenían a su cargo la estancia infantil incendiada.
Un tema de diario Al paso de las horas también se van formando versiones populares que poco a poco aspiran a convertirse en verdades públicas. “Dicen que todavía algunos niños no aparecen”, comenta un joven a su novia mientras desayunan en un populoso restaurante del poniente de esta ciudad.
“Uno no está para saberlo, pero yo estoy convencido de que el incendio lo provocaron. Si se acuerda, el fuego empezó en una bodega juntita a la guardería. Esa bodega es del Gobierno del Estado y el gobernador (Eduardo) Bours está en su último año. Quién sabe qué intentarían esconder o borrar pero se les pasó la mano, no pensaron en los niños. Allá ellos y su conciencia”, menciona a este reportero un policía municipal.
La cara de la ciudad El PRI predomina y el próximo 5 de julio habrá elecciones para alcaldes, diputados locales y la gubernatura, que se disputará entre familiares.
Por ello, en pendones y panorámicos instalados en cada crucero aparecen las imágenes de los principales candidatos al Gobierno estatal: el priísta Alfonso Elías, quien lleva como lema de campaña “Sonora al siguiente nivel”, y el panista Guillermo Padrés con el eslogan “tu fuerza, nuestra fuerza, un nuevo Sonora”.
“Los dos son primos. La familia ya ganó”, dice el taxista José Galaz.
Las imágenes sonrientes de los dos candidatos a la gubernatura contrastan con la irritación, la molestia y el dejo de tristeza que se respira aquí, aunque ayer, aún con el peso de la tragedia, Ernesto Esquer tiene un motivo para estar feliz: “me sonrió”, dijo a sus familiares al salir de la sala donde se encuentra hospitalizada su hija Alejandra, una pequeñita con quemaduras en prácticamente todo el cuerpo.
Han pasado cinco días de la tragedia y el tema no se aparta del ambiente. En las taquerías, en los taxis, en las plazas públicas y en las calles de esta ciudad los ciudadanos intentan responder a sus propias interrogantes sobre lo ocurrido: que el incendio inició por un cortocircuito, que la guardería era insegura, que los empresarios aprovecharon su posición en el Gobierno para recibir las concesiones.
Hermosillo es un municipio de 700 mil habitantes. Es la capital y la principal ciudad económica del estado y también donde se concentra la mayor población. En sus calles la tierra está salinizada quizá por la cercanía con el mar, que se encuentra a unos 120 kilómetros de distancia.
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