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Migrantes de la violencia

Por Eric Pichardo

Publicado el miércoles, 2 de mayo del 2012 a las 00:13


Familias enteras, comerciantes, estudiantes, empresarios, han decidido dejarlo todo debido a la creciente inseguridad

Saltillo, Coah.- “Ya pensaba en migrar, pero la violencia agilizó mi plan, vimos más conveniente salirnos antes… en Tamaulipas, es lamentable que ya los niños aspiran a ser mañosos (narcotraficantes) y la vida de todos ha cambiado… Pero no es tan fácil salirse de un lugar, escuchamos con frecuencia que muchos quieren salir, pero no todos pueden”, afirmó don José Juan, quien hace poco más de un año se mudó de Piedras Negras y decidió llegar a Saltillo temporalmente, aunque su destino es la Ciudad de México.

José Juan y su familia son de los llamados migrantes “silenciosos” que, entre otros factores, ha decidido abandonar la tierra en la que crecieron para evitar verse involucrados en situaciones de violencia generadas por la delincuencia organizada.

En Coahuila prácticamente no existen estadísticas sobre movilización de personas, pues ha resultado difícil estudiar el fenómeno en poco tiempo, y quien se atreve a dar información es porque ha hecho una mezcla de datos nacionales con experiencias personales y documentación asociada a la migración de personas.

José Juan, ingeniero civil de 47 años, viaja con su esposa, su tía abuela de 76 años (que vivía sola y no se animó a dejarla), así como sus dos hijos de 17 y 15 años. El mayor de 25 vive y trabaja en Monterrey desde hace tres. Dicen tener miedo por su familia, “si fuera solo pos no le hace”, asegura, y es por ello que acepta dar su testimonio pero reservarse la identidad de su familia.

“Orita pues estamos batallando de trabajo, ya medio me acerqué con unos ingenieros de obra en una constructora, entonces pues ya nomás es cosa de juntar algo de dinero, pues hacer unos ahorros y llegar a México con unos ingenieros amigos míos, más que nada lo que quiero es juntar para llegar a algo seguro en el DF”, cuenta sentado en el jardín de la casa que ahora comparten en la colonia Miravalle al sur de Saltillo con una de sus cuñadas.

“No lo anduvimos anunciando, simplemente ya veíamos cómo se estaba poniendo la cosa, se complicaba el trabajo. Ahí en la colonia pues había situaciones que uno ve y nomás se calla porque nadie te ayuda. Un día le dije a mi esposa ‘nos vamos mejor’, a los 15 días ya estábamos empacando, así que imagínese cómo estaría, uno tiene que tantearle al riesgo y yo no quería eso para mi familia”.

La de José Juan es una de tantas, quizá miles de familias coahuilenses que forman parte de la migración que se da “gota a gota”, como hace algunas semanas lo refirió el Observatorio de Desplazamiento Interno del Consejo Noruego para Refugiados en el informe “Sobre el desplazamiento forzado en México a consecuencia de la violencia de los cárteles de la droga”, en el que señala que en México “unas 115 mil personas viven como desplazados internos”, por motivos de violencia provocada por el narcotráfico.

DESPLAZAMIENTO CRIMINAL

De ello no hay registro, no sabemos cuántas, salvo por los testimonios de ellas mismas o aquellos que se dedican a ayudarlas, como el padre Pedro Pantoja, encargado de la Pastoral Migratoria de la Diócesis de Saltillo.

“El desplazamiento originado por el crimen organizado es verdaderamente criminal, es sumamente aberrante y está provocandoun terror tanto en la clase media alta como en la clase pobre; me refiero, por ejemplo, a los familiares de las personas con las que estamos trabajando en Fuerzas Unidas para nuestros Desaparecidos en Coahuila. Después de que sus familiares han sido secuestrados ya no viven en sus comunidades, por ejemplo, en municipios de Coahuila como Matamoros, Torreón, como aquí mismo en Saltillo, ellos ya se movieron a otra parte”, asegura.

“Hay gente de Saltillo que se fue a vivir a otra ciudad que no podemos decir cuál… Acuña y Piedras Negras con los levantamientos exprés, además de las amenazas y las extorsiones no solamente la clase media alta, sino también los pobres, se están desplazando, no se diga en Nuevo León o Tamaulipas. Se trata de una crisis humanitaria muy grande por dos razones: por el terror del crimen organizado, y dos, porque no hay realmente un estado de Derecho ni el estado que ofrezca seguridad y protección”.

De acuerdo con la tesis de Pantoja, cuando se habla de seguridad es necesario no sólo hablar de las agresiones directas, físicas o materiales, sino también de las secuelas de la agresión cuando la gente o las familias se sienten amenazadas.

Otros aquí en Landín, por ejemplo, viven ya con parientes de los que fueron secuestrados –relata Pantoja–, se fueron a vivir con familiares a amontonarse, entonces ese es un problema gravísimo, que cuando se hable de seguridad se hable también de todo esto, quién va a amparar el regreso de todas estas personas.

Asegura que la situación se ha tornado a tal punto grave, que en comunidades de Allende o Piedras Negras la delincuencia ha arrasado con pueblos enteros.

“No sabemos qué va a pasar con esos pueblos, tanto en Tamaulipas como en Coahuila… Gente de Allende, de Nava, por ejemplo, cuando el crimen organizado les quemó sus casas y se las tumbó pues decidieron no vivir más ahí, es gente muy pobre, entonces eso es una cosa tremenda”.

Advierte que lo peor es que las autoridades y el estado mismo han mostrado total incapacidad para garantizar que esas familias y las miles de personas desplazadas vuelvan a sus hogares.

“Si no hay garantías para prevenir la violencia, la agresión y la extorsión menos; no habrá garantías para que se dé el retorno digno y seguro de estas familias”.

ALERTA MUNDIAL POR DESPLAZADOS

Según trascendió a nivel nacional hace unas semanas, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) alertó en torno a estos movimientos, pues aún cuando en este momento suman –de acuerdo con este organismo– 150 mil personas, en los años venideros la forma de la lucha actual contra el narcotráfico podría elevar significativamente el número de migrantes.

Para Javier Urbano, director del Programa de Migración de la Universidad Iberoamericana, la estrategia de los balazos para acabar con el crimen organizado no soluciona el problema, el centro de la atención debería estar puesto en el desarrollo económico de las localidades.

Los impactos de esta migración “desapercibida” no sólo se pueden observar en ciudades como Mier, Tamaulipas, que han sido abandonadas, o los fraccionamientos del Infonavit en Ciudad Juárez o Piedras Negras, que también se quedaron vacíos, sino en los estados que están recibiendo a las personas que migran.

LA VIOLENCIA LOS HACE HUIR

Desde que tenía 3 años, José Juan vivió en Piedras Negras y, aunque ya había contemplado mudarse, “la violencia agilizó el plan, y lo hizo, en el sentido de que si pensábamos quedarnos un poquito más de tiempo, obviamente por tanta violencia, era más conveniente salirse antes”.

Desde niño está familiarizado con el movimiento, incluyendo el modus de los criminales, pues tíos suyos así como la familia de su esposa viven en Nuevo Laredo; pero cuenta que desde hace casi 10 años, los grupos de delincuentes se han vuelto más violentos.

“La gente se va acostumbrando, lamentablemente. Antes, al menos los criminales no se metían con la ciudadanía, pero ahora llegan a una cantina o a un bar, lo cierran y no dejan salir a nadie; si les gusta una muchacha la toman, aunque estén con los esposos, y ese tipo de vejaciones.

“Tengo mi esposa, familia, tres hijos. El mayor vive en Monterrey, que está igual. … pues ya no son unos niños, también ven la situación y su vida, al igual que todos ha cambiado, son más cautelosos, procuran no salir en las noches, han dejado de frecuentar fiestas, bares o discos, se reúnen con sus amistades en sus casas”.

Lo más triste –relata– son los niños que ahora están creciendo en los estados en donde la violencia ha sido más dura. En Piedras estábamos bien, pero en los últimos tres o cuatro años las cosas están cada vez peor.

“Es increíble, mi esposa es educadora y se acaba de jubilar, trabajaba en jardines de niños y es algo tremendo cómo se han perdido los valores sociales también, ves a niños de 5 años que ya tienen visualizado qué quieren ser de grandes; en aquella parte del norte, a los narcotraficantes les llaman sicarios y los niños dicen que cuando sean grandes quieren ser mañosos, porque traen camionetotas, mucho dinero y andan armados”.

Señala que en el centro del país no se alcanza a ver lo que pasa en el norte, porque si bien “hay delincuencia en el Distrito Federal, no es lo mismo que como sucede allá… En la capital no más llegas ahí y te asaltan o ya te robaron el coche, pero allá es diferente…”.

Por eso, “creo que, aunque es muy criticado ese combate a los grupos delincuenciales era algo necesario, porque la población estaba secuestrada y sin mayor protección”.

Él es uno de los afortunados que tuvo los medios, tiempo y circunstancias para poder migrar. “No es tan fácil salirse de un lugar, porque ahí está su fuente de trabajo, ahí está la familia. Y sí conozco mucha gente que se ha podido salir y no es un gran porcentaje de la población, porque mucha gente no tiene posibilidades”.

SEXOSERVIDORAS TAMBIÉN HUYEN

Pero el problema se ha generalizado en los últimos dos años. Parece que todos, de algún modo, huimos de la violencia, de sus efectos y consecuencias.

Todo cambia radicalmente por los efectos de esta lucha sangrienta que libran los grupos de narcotraficantes en calles y colonias de municipios como Saltillo, Torreón, Piedras Negras, Monclova y Acuña.

Por ejemplo, y según se dio a conocer hace algunas semanas, en los últimos meses se ha presentado en Coahuila un fenómeno migratorio interno de sexoservidoras laguneras que se desplazan a la Región Sureste.

Tal como lo informó Grupo Zócalo, la Dirección Municipal de Salud en Saltillo ha registrado desde noviembre pasado homosexuales y mujeres que ejercen la prostitución en diferentes lugares y no son originarias de Saltillo.

Aída García Badillo, presidenta de la asociación Eux Arte Sida, detalló al respecto que de acuerdo con recorridos que ha realizado el organismo, se ha encontrado a mujeres y homosexuales que han huido de Torreón por su seguridad, pues además de las balaceras, se han convertido en un grupo vulnerable por el crimen organizado.

“Hay trabajadoras sexuales que empiezan a trabajar en la carretera, y así se vienen hasta llegar a Saltillo, por seguridad, porque crece cada vez más la violencia que se vive en esa zona, las ves trabajando en Ramos Arizpe y Arteaga, es un fenómeno que comenzó el año pasado”, sostuvo.

Muchas carecen de protección sexual y trabajan en condiciones deplorables, ponen en riesgo a sus familias, pues algunas se trasladan con hijos pequeños.

DESBANDADA DE COMERCIANTES

En Saltillo la situación es muy similar. Según los comerciantes del Centro y la Canaco, muchos de sus afiliados han sido víctimas de extorsiones, secuestros exprés y otros delitos que los han llevado a tomar la determinación de cerrar sus negocios.

“Han intentado muy descaradamente extorsionar a comerciantes y esto afecta mucho; son sobornos donde requieren cierta cantidad. Sí se han ido, varias gentes han cerrado porque tienen miedo”, añadió el presidente de la Asociación de Comerciantes Unidos del Centro, Ismael Duarte Cardona, hace unos días.

Hasta en 70% cayeron las ventas de los comerciantes del primer cuadro de esta ciudad, durante el pasado “spring break”, periodo que hasta hace poco representaba una de las mejores temporadas para una gran número de negociaciones, pese a que esta frontera no es considerada como uno de los principales puntos turísticos por los estudiantes americanos.

De acuerdo con locatarios del mercado Zaragoza, la falta de promoción, las pésimas condiciones de los locales y las condiciones en seguridad en este año, el flujo de turistas y grupos de jóvenes norteamericanos fue mínimo en comparación a años anteriores, por lo cual, el incremento en ventas fue poco significativo.

“Antes el ‘spring break’ representaba un aumento en nuestras ventas de más del 100%, pero ahora a lo mucho la venta subió 30%, ya que muy pocos turistas americanos, y principalmente los jóvenes, decidieron no cruzar a México”, comentó el organismo.

Resaltaron que la falta de espacios de diversión destinados específicamente para los jóvenes, es otro de los factores por los que sigue a la baja el turismo norteamericano.

“Los grupos de jóvenes, y prácticamente todos los turistas americanos, buscan divertirse cuando cruzan la frontera, por eso ahora están prefiriendo otras ciudades de México para vacacionar”, agregó.

Además, los negocios de la Zona Centro no se han adecuado a los nuevos requerimientos de los visitantes, pues venden las mismas artesanías que hace 50 años.

Por su parte, Pedro Pantoja, de la Pastoral Migratoria de la Diócesis de Saltillo, asegura que en Piedras Negras por ejemplo, la vida social, comercial y empresarial ha comenzado a sufrir estragos importantes debido a la movilidad de todos aquellos que sienten temor ante la situación de inseguridad.

“En Piedras Negras muchos comerciantes han decidido irse de la ciudad debido al secuestro exprés y la amenaza constante y las agresiones ya más directas.

“El estado no ha entendido, no ha redimensionado, ha sido incapaz, creo que ha llegado la crisis de Estado muy fuerte, donde como nunca se habían preocupado de lo humanitario, de la justicia, de las causas estructurales, de la pobreza, estaban a otro nivel de intereses políticos”.

ABANDONAN SU PATRIMONIO

En el mismo sentido, la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios de Torreón (AMPI) advirtió que la inseguridad que se vive en la región ha provocado que se registre 30% de desocupación de locales comerciales, así como naves industriales.

El presidente de esta asociación, Alfredo Mercado, se mostró preocupado ante tal fenómeno, dado que ello atenta contra la actividad comercial de La Laguna; sin embargo, aseguró que la venta de viviendas ocupa 80% de las transacciones inmobiliarias registradas en la Comarca Lagunera.

Si bien reconoció que no se tienen identificados puntos rojos, en ese sentido dijo que se nota 30% de desocupación, en general, en áreas de la Zona Centro de Torreón.

En Saltillo, organismos gremiales como la CTM y la CROC han denunciado que el problema de viviendas abandonadas, principalmente de Infonavit, es un asunto que sigue creciendo.

La mayoría de ellas, advierte Mario Enrique Morales, dirigente estatal de esta última central obrera, son por cuestiones de insolvencia, desempleo, malas condiciones, pero seguramente la inseguridad por la que atraviesa el país y diferentes ciudades del norte se han convertido en un factor determinante para que la situación se agudice.

Las cifras son avaladas por organismos como el Colegio de Notarios de Coahuila, que recientemente advirtió que más de 40 mil viviendas se encuentran deshabitadas en el estado, muchas de ellas debido a la inseguridad que se vive en el norte de México.

“Han comenzado a emigrar a otros estados del sur de México y hacia Estados Unidos, debido a la crisis económica, pero también a la inseguridad que se vive, dijo Armando Prado Delgado, presidente del organismo.

Otro factor que ha provocado el éxodo de coahuilenses hacia los Estados Unidos es el apoyo para brindar protección a quien quiera alojarse en el país vecino.
Principalmente familias de clase media alta y alta han abandonado el estado, asegura con base en datos que fueron obtenidos mediante los trámites de cambio de propietario por venta, y convenios de renta que son llevados a cabo en las 224 notarías públicas existentes en Coahuila.

El fenómeno es sinónimo de inseguridad y el miedo que tiene la ciudadanía a ser víctima de los actos de violencia.

“El Gobierno de Estados Unidos manifestó hace seis meses que con 500 mil dólares le dan la ciudadanía a cualquier mexicano, entonces, una casa residencial, si te vale aquí, hablamos de 4 ó 5 millones de pesos, este tipo de personas de estatus alto o medio alto prefieren guardar el dinero a comprar estos (inmuebles) y hacerse ciudadano norteamericano a quedarse en este país con la inseguridad que tenemos”.

De acuerdo con reportes de los últimos meses han sido varios los tiroteos, persecuciones y enfrentamientos. Tras los repetidos hechos registrados en los últimos meses en exclusivos sectores residenciales que antes tenían gran demanda, como Los Pinos y San Alberto, fraccionamiento al que se mudó el gobernador Rubén Moreira Valdez, ahora crece el número de residentes que buscan cambiarse.

En esos y otros fraccionamientos cercanos del norte de la ciudad, como Los Reales y San Patricio, cada vez es común ver residencias con letreros de “En Venta o Renta”, aunque hay otras casas que también están ofertándose y no se anuncian así.

Corredores que conocen bien la zona, reconocen que la reciente violencia es el principal factor para que algunas familias quieran cambiar su residencia.

“Además, ante el riesgo de convertirse en blanco de grupos criminales, prácticamente ya no hay ventas de casa directas, todas se hacen por medio de corredores inmobiliarios”, dijo uno de ellos.

Explicó que aunque hay muchas casas con letreros para vender o rentar casas, muchas otras no los ponen por miedo y sólo son ofertadas por los vendedores de bienes raíces.

“Son varias las casas que tenemos en venta”, dijo la representante de una de las inmobiliarias que promueve San Alberto, colonia en la que incluso un grupo de sicarios baleó hace semanas la entrada principal, aunque no precisó el número de viviendas.

La promotora dijo que algunas residencias fueron deshabitadas recientemente, a pesar de que el precio de las propiedades fluctúa en los 4 millones de pesos, pero expuso que desconocen los motivos del abandono.

Y, en efecto, en un recorrido por el fraccionamiento bardado, es fácil constatar que son varias las casas con letreros de venta.

BUSCAN CASA EN EAGLE PASS

Tal como ha sido publicado en los medios de la frontera un diferente perfil de migrantes invade la frontera texana. Son personas que llegan con su visa, sus ahorros y su capacidad de inversión a comprar una casa y poner un negocio, lejos de la violencia que azota al país.

Según agentes inmobiliarios de Texas, en los primeros dos meses del año los mexicanos que solicitan créditos para vivienda en ciudades texanas se han incrementado en 50 por ciento.

Noé López, agente del grupo inmobiliario RF/MAX, afirmó que, en promedio, cada semana se reciben entre 30 y 40 solicitudes de personas que quieren adquirir una casa en McAllen y Mission, de las que más de 90% son tramitadas por mexicanos.

De los mexicanos, 70% son de Monterrey, afirmó; pero en la frontera con Coahuila se vive un fenómeno similar para Eagle Pass y Del Rio.

“La gente de México está buscando casa en esta zona porque es más segura”, dijo López. Se trata de viviendas ubicadas en barrios de clase media, detalló, con un valor que oscila entre los 180 mil y los 250 mil dólares.

Pero además también buscan invertir en negocios, afirmó Luis Cantú, vicepresidente de Relaciones Internacionales de la Cámara de Comercio de McAllen.

En Coahuila es cada vez más común que empresarios y gerentes de maquiladoras vivan del lado texano y trabajen en el lado mexicano; pero los empresarios también se informan de cómo hacer negocios o establecerse en Eagle Pass y Del Rio, Texas.

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