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Relatos y Leyendas: Huésped

Por Relatos y Leyendas

Publicado el viernes, 10 de febrero del 2017 a las 06:30


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Eduardo Liñán| Ciudad de México Estos eventos ocurren alrededor del año 2010, en aquel tiempo hacia mis prácticas en el área de mantenimiento de un conocido hotel de la localidad, ubicado en la avenida Hidalgo. Debo mencionar que en dicho hotel, está desocupado desde el tercero hasta el séptimo piso y solo los primeros dos están abiertos y disponibles para los huéspedes. Todas las demás áreas están en obra negra y el séptimo piso funciona como almacén y bodega de materiales. En ese entonces laboraba un almacenista al que llamaré “Tacho”, era un hombre maduro que tenía tiempo ahí y nos hicimos buenos amigos. En cierta ocasión mi jefe me envió al séptimo piso del hotel por un material al área de almacén. Fui con otro compañero por un material y nos encontramos con Tacho para surtir la orden, mientras buscaba lo que nos hacía falta, mi compañero le pregunta si ya no lo habían espantado. A lo que nos responde que a veces podía escuchar que le chistaban; pero que ya se había acostumbrado.

Mientras esperábamos que surtieran la orden y platicábamos. Escuchamos un ruido que venía de unos del pasillos como un golpe que nos alertó a los tres y nos quedamos petrificados viendo hacia afuera del almacén, luego sentí una leve impresión al ver que en el piso venia rodando un pequeño jabón redondo como los que el hotel regala a los huéspedes. Los tres comenzamos a ponernos algo nerviosos por ese detalle y surtimos la orden rápido y bajamos inmediatamente del lugar. Pensando que era imposible que alguien estuviera ahí, lo hubiéramos visto o escuchado, ya que el único acceso al lugar es el elevador que rechina fuertemente, y estábamos solos los tres.

Días después platicaba con el carpintero del hotel, un hombre ya mayor que realizaba los trabajos de reparación de muebles y la carpintería general de las habitaciones y los restaurantes. Conversando con él, le pregunté si nunca le había pasado nada cuando subía a su taller donde guarda los barnices y pinturas, el cual estaba ubicado precisamente en el séptimo piso. Con un tono serio y el rostro desencajado tan solo me dijo: “huy mijo, si te contara…”

Al escuchar la manera en cómo me dijo las palabras, hizo que me entrara curiosidad por saber un poco mas y le conté la experiencia con el jabón en días pasados y me miró a los ojos y me dijo que siempre subiera acompañado y jamás fuera solo al almacén. Entonces y luego de una pausa me contó que hacia algunos años cuando el hotel se había recién abierto, trabajó un señor de nombre “Blas” en el área de mantenimiento y les platicó a sus compañeros y a él, que según a raíz de una visita al cementerio comenzó a tener extrañas dolencias en una de sus piernas luego de patear un frasco que estaba en medio de uno de los pasillos y cuyo contenido era algo asqueroso; un liquido negro con cosas inmundas en su interior, que al hacerlo el frasco se rompió y el liquido impregnoó su pierna y su ropa. Dijo que el señor Blas iba regularmente al doctor a revisarse sus dolencias e intuía que había sido por patear y romper el frasco. Ya que no padecía problemas de salud de ninguna índole, además de que no salía nada raro en los estudios que le mandaron hacer. Luego de varios días con el dolor, la salud del hombre empeoró y cayó en cama, muriendo días después por efecto de un cáncer, que no pudieron encontrar los doctores, algo inexplicable. Después de morir el hombre, la gente comenzó a ver y escuchar cosas en el hotel; por lo que pensaban que el alma de Don Blas rondaba los pasillos.

El carpintero siguió con su plática y me contó que una noche durante una remodelación del restaurante, serian las 11 pm cuando subió al taller por un barniz, como el área no estaba iluminada , tuvo que utilizar su linterna para ver entre la obscuridad del sitio, al llegar al piso pudo notar un cambio en la temperatura del lugar, algo extraño pues ahí siempre hacia calor, dice que al voltear para el pasillo obscuro notó la presencia de un hombre que estaba parado observándolo, pensó que era alguien de mantenimiento por que llevaba overol; pero notó algo extraño, la sombra era alta y sus ojos brillaban con el reflejo de la luz. Con algo de temor el carpintero continuó a su taller y tomó el barniz sin hacer caso a la aparición. En el momento que estuvo ahí, la luz de la linterna parpadeaba y temía que se apagara y se quedara solo con esa presencia en la total obscuridad, por lo que salió casi corriendo del lugar.

No sé si serian las historias y los relatos con respecto al séptimo piso que me ponían en alerta cada que subía por algo al almacén, siempre procuraba que estuviera iluminado; pero el silencio seco del lugar y una sensación de sofocación me invadía cada que iba a ese lugar. Muchas veces llegué a sentir como si algo presionara mis hombros y me observara entre los rincones, esperando siempre a que algo saltara de entre las sombras para hacerme algún daño. Eso me ponía tenso y algo temeroso. Y más cuando sentía que los pelos de la nuca se me erizaban sin ningún motivo.

Durante el tiempo que estuve ahí me enteré por dichos de varios empleados que sucedían cosas extrañas en el hotel. Supe que antes de entrar, la persona que estuvo antes en mi puesto, había ido a dejar unas luces navideñas al almacén y que el silencio de los radios fue interrumpido por un llamado de ayuda , era el joven que había ido al almacén. Pedía ayuda porque había caído, decía que no podía moverse, que estaba tirado en el piso. En ese momento alertados por la llamada, personal de mantenimiento y seguridad subieron de inmediato al séptimo piso, esperando lo peor. Cuando llegaron vieron al joven tirado boca abajo intentando liberarse de algo “invisible” que lo tenía oprimido contra el piso. Cuando lo levantaron y se sentó intentando tranquilizarse, les contó que luego de acomodar las luces, camino de regreso al elevador y sintió como que algo pesado se le vino encima impidiendo que se moviera, en ese momento pidió ayuda, tiempo después lo despidieron y entré en su lugar.

Todas esas historias me ponían algo tenso, no quería sugestionarme; pero entre tanto y tanto me enteraba de ciertas cosas extrañas que sucedían en el hotel. Una recepcionista me contó que en una ocasión uno de los huésped habituales que rentaba siempre la misma habitación, durante un periodo de tiempo. Pidió que lo cambiaran de habitación, el motivo era que en la cama que no ocupaba (era una habitación doble) siempre amanecía con las sábanas arrugadas o con marcas de pies, después de esos sucesos, el huésped continuó quedándose en el hotel; pero colocaba imágenes de santos y crucifijos en los burós. Otro suceso que me dejó perplejo. Fue que en cierta ocasión, “Tacho” al terminar el turno de noche, fue a uno de los pasillos en donde el hotel acostumbraba a dejar una cafetera con pan para los huéspedes. Y tomó una pieza de pan y café antes de terminar el turno.

Al llevarse el pan a la boca vio salir de entre una de las habitaciones a un pequeño niño con la ropa empapada y que al verlo le pregunto qué hacia ahí tan temprano y por qué se había mojado tanto, que donde estaban sus papás. El niño lo miró con un rostro pálido y continuó caminando hacia la obscuridad del pasillo en donde se perdió de vista. Reportando el suceso a la recepción, la recepcionista de turno fue y le indico al almacenista que era imposible, que en todo ese pasillo las habitaciones estaban desocupadas. Para inquietarse más, Tacho le indica a la recepcionista que en el alfombrado había unas huellas de pies, húmedas. Prueba de que el infante caminó por ahí y se metió a una de las habitaciones. Al abrir la habitación en donde supuestamente se había metido el niño encontraron que estaba todo en orden, no había humedad, desacomodo, nada.

Luego de laborar 4 años ahí, me sucedieron pocas cosas; pero sentía que algo rondaba por los pasillos del hotel no solo en las partes vacías, si no en las inmediaciones del hotel y las habitaciones ocupadas. Quizás el espíritu de Don Blas vague aun en el séptimo piso y la presencia de Huéspedes del mas allá sigan “caminando” por los pasillos.

Relato basado en experiencias reales de Hugo Carrizales
Escrito y Adaptado por Eduardo Liñán

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