Frontera, Coah.- A lo largo de los 54 años que han transcurrido desde que cumplió su sueño de ser maestra, María de Lourdes Espinoza Contreras ha visto pasar a cientos de exalumnos que hoy son hombres y mujeres de bien, pero también ve tristemente, cómo la tecnología consume las capacidades y habilidades de los estudiantes modernos, frente a la pasividad de las autoridades educativas y una desmedida corrupción que deja a la educación en estado de vulnerabilidad.

“Con la pena, pero que no venga el Secretario de Educación a descubrir el hilo negro, porque todo lo que propone en la Reforma Educativa lo hemos hecho desde hace 50 años”, dijo la profesora jubilada, sentada en un cómodo sillón en su casa de la colonia Americana y rodeada de antiguas fotos que le recuerdan sus años en la docencia.

“El Secretario -agregó- dice que el método de hoy es “Aprender Aprendiendo”, por favor, si eso lo hacemos los maestros desde hace 50 años, cuando por ejemplo colocas la imagen de las partes del cuerpo humano y la relacionas con la palabra, eso es simplemente lo que propone, desde entonces hemos tenido las clases presenciales, las actividades lúdicas, nada es nuevo en esa Reforma Educativa”.

La profesora añadió: “Desde 1974 se llevó a cabo la Reforma Educativa, ahora se basan en esas dos palabras para levantarse el cuello, antes ejercitábamos la mente del estudiante, no el brazo en unas máquinas, no podemos menospreciar la capacidad del niño, ahora no hacen nada sin computadora, no leen y cuando escriben es con una ortografía pésima”.

Indignada al ver a diario las noticias en televisión de esa Reforma Educativa, dice que en México hay recursos suficientes para que en las escuelas públicas se aplique el método Montessori, que incluye una educación personalizada, pero molesta agrega: “mientras haya tanta corrupción, los políticos ganen tanto dinero y derrochen otro tanto, la educación va a seguir afectada y quienes pagan las consecuencias son nuestros niños y jóvenes”.

No está en contra de la tecnología, sin embargo, dice que padres y maestros deben enseñar al niño a utilizarla para que no merme su capacidad y sus habilidades, sino que se utilice como medio de apoyo para su proceso educativo.

Fue en 1963, cuando por primera vez se paró frente a un grupo de alumnos del primer año en una escuela primaria del Estado de Chihuahua, donde permaneció un año y otro más en una escuela de Cuatro Ciénegas, antes de llegar a la Primaria Victoriano Cepeda en la colonia Occidental, donde permaneció 9 años para posteriormente ser enviada a la Ferrocarriles Nacionales donde trabajó durante 18 años consecutivos.

“Guardo -aseveró- tantos recuerdos de mis alumnos, no tuve estudiantes malos ni buenos, porque siempre trabajé con seres humanos no con robots, todos eran buenos e inteligentes, pero el método a la antigüita daba muy buenos resultados, los alumnos sabían leer, escribir correctamente, hacer todas las operaciones sin calculadora, comprendían las lecturas y hasta se emocionaban con ellas”.

“Recuerdo que en mi primer año en la Victoriano Cepeda les estaba dando la clase de Historia y mis alumnos se emocionaban tanto, se metían en el tema al grado de que decían vamos a rescatar el pedazo de tierra que nos quitaron maestra, les salía el espíritu nacionalista, hasta querían formar un Ejército para defender a su país, es una lástima que hayan quitado la materia de Civismo, porque ahí fomentábamos los valores a los estudiantes”.

Con tristeza ve cómo falta más compromiso de los padres en este proceso educativo y revela que a sus alumnos les revisaba la mochila, no para buscarles armas, sino para que no llevaran basura y que cuidaran sus útiles y ahora cuando un maestro quiere revisar mochilas, los primeros que se molestan son los padres de familia.

“Yo revisaba que mis alumnos escribieran por ambos lados de las hojas para que el cuaderno les durara más tiempo, las filas debían estar derechitas, revisaba sus uñas, fomentábamos hábitos y algo muy importante, nunca estuve de acuerdo con la sobreprotección, ahora veo que los padres llevan las mochilas de sus hijos, eso me mata, porque el niño tiene qué ser responsable de todo eso, nada tienen que hacer los padres en la escuela mientras sus hijos estudian”, aseveró, mientras mostraba fotografías de sus exalumnos en el salón de clases.

En 1991, decidió retirarse de la docencia luego de trabajar 24 años como maestra y cinco como directora y entre risas, aseguró: “Yo podía controlar a 100 alumnos, pero nunca pude con 10 maestros, creo que el Gobierno también le soltó la hebra al sindicato y vinieron muchos problemas que pagaron los estudiantes”.

Desde entonces, la “Profe Lourdes” como la conocen en la colonia Americana, se dedicó a ayudar a su madre a sacar adelante a sus hermanos: Edmundo, Baldemar, Magda, Fernando, Chelito, Adalberto y Luis Lauro, todos con una profesión.

Decidió no casarse bajo la premisa de que; “o era buena maestra o era buena ama de casa” y si hacía las dos cosas, en una iba a fallar, así que prefirió ser maestra, por lo que su espíritu maternal, decidió refugiarlo en sus sobrinos.

Manifestó que el sacerdocio, la medicina y la docencia, no son trabajos, sino apostolados, y quien no lo vea así, no podrá cumplir la encomienda.

“Los mejores maestros fueron los que yo tuve, y los mejores estudiantes fueron los míos, concluye con una sonrisa de satisfacción por la labor desempeñada en la carrera de su vida”.