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¡Shhh! No mires a la bruja

Por Relatos y Leyendas

Publicado el viernes, 27 de octubre del 2017 a las 05:00


Cuando por fin estuve consciente, me di cuenta que había un frío en la habitación que me congelaba

Por: Moira Cz

Desde niña he escuchado relatos sobre brujas, no las que vuelan sobre escobas y tienen enormes narices con verrugas, sino las que se convierten en pájaros, se ríen a carcajadas sobre árboles a las horas de la madrugada y se “chupan” el alma de los niños no bautizados, pero nunca me había tocado experimentar algo tan terrorífico como lo que a continuación quiero compartir.

Recuerdo perfectamente los días previos a esa noche en cuestión, yo estaba muy emocionada porque tendría puente en la escuela y podría viajar a Parras a ver a mi familia, cualquiera que sea de este municipio o haya pisado esas tierras sabe que cuenta con un sin fin de historias sobre brujas y esta es una prueba más de ello.

Llegué un jueves por la noche, que era 31 de octubre, pero lo que me pasó fue hasta el dos de noviembre por la madrugada.

Había comido muchos dulces por lo que al acostarme a dormir pensé que podría tener malos sueños por haber consumido tanta azúcar… pero no tenía ni idea de lo que pasaría en realidad.

Yo dormía en la misma habitación que mi hermana y en ese entonces teníamos un perro en el patio de enfrente.

La noche llegó y yo me quedé dormida temprano pero a eso de las 3 de la mañana soñé que estaba recostada en mi cama y que tenía en mis brazos a un bebé, yo nunca he tenido hijos, pero podía sentir claramente el cuerpo cálido del bebé descansando sobre mi brazo derecho y muy pegado a mi pecho. Incluso segundos antes de despertar pude sentir que realmente había un bebé recostado a mi lado.

Cuando por fin estuve consciente, me di cuenta que había un frío en la habitación que me congelaba la garganta y me paralizaba todas las extremidades. No recuerdo qué clima hacía, pero sí recuerdo que sentía un frío inexplicable.

Ya experimentando ese miedo y curiosidad al no saber qué me había despertado, comencé a escuchar que mi perro ladraba y aullaba desconsoladamente afuera de la casa, también logré escuchar a un bebé llorar, el llanto se colaba por la ventana de mi cuarto que daba al patio trasero y que no colindaba con la casa de nadie más. Era desgarrador y llegué incluso a sentir que el bebé lloraba a un lado mío. Casi enseguida de esto me percaté de dos presencias en el cuarto. Sé que es difícil de explicar con palabras y más difícil es creer, pero yo sabía que en ese cuarto, además de mi hermana y yo, había otros dos entes, aunque por alguna razón que no logró comprender, una de esos entes se sentía como la presencia de mi abuela que había muerto hace más de 10 años.

El momento se sintió como una eternidad, pero en realidad solo habían pasado unos segundos desde que desperté. Yo seguía sin poder hablar o moverme, lo que me desesperaba mucho porque quería gritar y despertar a mi hermana para que confirmara lo que yo veía. Cuando al fin pude mover la cabeza para tratar de ver el otro ente que no era mi abuela y que estaba justo a lado de mi cama, frente a la ventana, sentí que mi abuela se me echaba encima para evitar que mirara esa otra cosa y me obligaba a mirar hacía enfrente donde, de la nada, una luz blanca apareció y escuché que me sururraba:”¡Shh! no mires a la bruja”. Yo vi como esa luz se acercó cada vez más a mi hasta que me cubrió por completo y no pude hacer más que cerrar los ojos, luego escuché que la puerta de mi cuarto se abría y en ese mismo instante el ente salió por la ventana, el bebé dejó de llorar y lo único que escuchaba era a mi perro ladrar.

Mi mamá entró corriendo porque ella había soñado que yo la llamaba gritando desde el cuarto y cuando la vi comencé a llorar histéricamente.

Entonces mi hermana despertó y me dijo que ella se había dado cuenta de todo pero que no podía moverse, ni hablar.

Yo seguí llorando y mi mamá nos llevó a dormir a su cuarto, pero me fue imposible conciliar el sueño. Al siguiente día era Día de Muertos y, por tradición, mi familia acude al panteón a dejar ofrendas a los difuntos. Ese día yo preferí esperarlos en la camioneta y cada que recordaba lo que me había pasado volvía a llorar.

Durante días no pude dormir, por lo que mi mamá me llevó con una señora a que me “barriera del susto”. Al tercer día que fuimos la anciana nos dijo que durante la madrugada unas garras como de pájaro le habían estado tocando las ventanas y por las mañanas amanecía con rasguños. Cada que me hacía “la limpia” yo me sentía muy mal, vomitaba y en ocasiones me desmayaba.

La señora me dijo que seguramente había pasado cerca un lugar donde hacían brujería, muy propio de esas fechas, y por error me había caído parte de la magia negra.

A las pocas personas que les compartí mi experiencia nunca les comenté la parte de mi abuela y la luz blanca. Les hacía creer que la llegada de mi mamá era lo que había espantado a ese ser, pero en el fondo sabía que mi abuela había estado ahí para protegerme.

Semanas después mientras tendía ropa en el patio de atrás me encontré, aterrado y lleno de una masa extraña que me es imposible describir, con el calcetín de un bebé recién nacido, quiero mencionar que nosotros no teníamos bebé en esa época ni ninguna de nuestras vecinas, por lo que el encuentro solo me hizo experimentar más terror del que ya sentía por el suceso que había vivido.

Incluso meses después me despertaba entre la noche con la sensación de tener un bebé en brazos. Experimentaba una incertidumbre momentanea de haber olvidado que estaba ahí y luego recordaba que en realidad jamás había existido o al menos no que yo supiera pues uno de las cosas que más se cuentan sobre las brujas es que se dedican a robar bebés recién nacidos, pues no han sido bautizados, y chuparles el alma y yo aun recuerdo con claridad el llanto de ese bebé que estuvo la noche que aun me cuesta trabajo dejar atrás.

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