En los últimos años, los diferentes actores de la política mundial, sin saberlo (espero que así sea), han sazonado el cultivo para algo histórico, un atentado en alguna de las sedes del campeonato mundial de futbol.
Los primeros que vienen a la mente, son los extremistas de ambos colores del medio oriente, luego, los simpatizantes del comunismo. La posibilidad de que hubiera un atentado al Presidente gringo es casi nula, por un lado, está muy cuidado y por el otro, es poco valiente.
En la lógica cobarde de los terroristas, en la que, primero que nada, descartan un enfrentamiento igual, eligen víctimas, y las justifican hasta por simpatías, y como las tías solteronas aplican sus sentencias.
No sería difícil una explosión en un estadio, un atentado contra algún equipo, o persona, o un atentado en Mexico, que hasta pudiera tener otro origen, por un lado, el enfrentamiento entre tribus de la izquierda mexicana, y por el otro, por sicarios del narcotráfico, la posibilidad de que Mexico esté pacificado dentro de ocho meses es nula, considerando la capacidad de los encargados, y la otra, un atentado de origen en medio oriente, porque tenemos una encargada del despacho, de origen judío.
Esto serviría para propósitos particulares, así, como lo fue el atentado del 11 de septiembre de 2001, en New York.
Aparte, sería muy desagradable ver a las autoridades gringas expulsando extranjeros “indeseables” que hubieran gastado su dinero, por asistir a los eventos por una limpia y clara afición, es claro que el descredito no representa una preocupación para el presidente gringo, pero sería otro mal precedente en la historia de lo que al menos en teoría, es un evento deportivo y limpio.
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