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Recuerdan vida y obra de Julián Carrillo, compositor de los sonidos microtonales

  Por Grupo Zócalo

Publicado el jueves, 6 de febrero del 2025 a las 04:06


Repasa el trabajo musical de uno de los músicos más innovadores que ha dado el país

Ciudad de México.- A 150 años del nacimiento del compositor, intérprete y teórico Julián Carrillo (28 de enero de 1875), su legado en la música mexicana es visto de forma contrastante. 

Está infravalorado o supravalorado, dice el catedrático-investigador del Instituto Potosino de Bellas Artes, Luis Fernando Padrón, uno de los principales estudiosos de Carrillo que hay en el país. “Con Julián Carrillo nos va a pasar eso. O lo infravaloramos y no lo tocamos porque decimos que es un músico raro, difícil e intocable o, como les pasa mucho a ciertos devotos que ven en él al gran ídolo y tocan siempre la misma obra”, afirma refiriéndose al “Preludio a Colón”, que es, quizá, la pieza más famosa de Carrillo. 

Para Alejandro L. Madrid, quien ocupa la cátedra Walter W. Naumburg en música de la Universidad de Harvard y es autor de En busca de Julián Carrillo y el Sonido 13 (Universidad Alberto Hurtado, 2020), aún hay gente, cada vez menos, que no conoce bien su legado, porque son muy pocas las obras de Carrillo que se han grabado: “Él compuso, por ejemplo, 13 cuartetos de cuerda, que abarcan toda su vida creativa, desde 1903 hasta 1965. Cuando uno escucha esos 13 cuartetos, es posible ver cómo va evolucionando su lenguaje musical, aunque la mayoría —al menos la mitad — de esos cuartetos no se tocaron, se tocaron poco o no se grabaron. Que no haya un real conocimiento de cuál es la verdadera dimensión de su legado es un problema”. 

Quizá se trata de ocho grabaciones que Carrillo hizo, y en cada una hay dos o tres obras. ¿Cómo seleccionar las obras cuando no conocemos el catálogo?, afirma Madrid. 

Al respecto, Padrón complementa: el compositor dejó un catálogo de alrededor de “300 obras tonales, estamos hablando de unas 180 o 200, entre cositas muy sencillas, ejercicios para piano, por supuesto, cosas para tríos, cuartetos; luego está toda la producción microinterválica, que son otras 100 obras, aproximadamente, entre ejercicios para guitarra, ejercicios para viola, ejercicios para violín, los cuartetos, por supuesto, el ‘Preludio a Colón’, que es un gran obra y con la que él inicia la producción de música de este tipo, luego seguirían algunas otras; en este sistema, serían otras 100 aproximadamente”. 

Mientras que el acervo, conformado quizá por unos 5 mil documentos, entre papeles, recortes de periódico, programas, partituras, libros de su biblioteca y los instrumentos que el propio Carrillo hizo, se encuentra en el Centro de Documentación Julián Carrillo, adscrito a la Secretaría de Cultura de San Luis Potosí. 

Muchas de las obras que dejó Carrillo, retoma la palabra Madrid, son, en verdad, experimentos: “Estaba viendo qué podía hacerse con esos nuevos intervalos. Yo diría, por ejemplo, que el ‘Preludio a Colón’, la obra más famosa, es evidentemente un experimento, quizá uno de los que funcionó un poco mejor. Pero hay muchos otros que son simplemente, digamos, catálogos. Cada obra es una especie de catálogo de lo que se puede hacer”. 

Más allá de lo biográfico, la historia de un niño prodigio —nacido en una pequeña localidad en San Luis Potosí, bautizada como Ahualulco del Sonido 13 en su honor—, que fue becado por Porfirio Díaz para estudiar en Alemania y que creó, posteriormente, su propia teoría y por la que es recordado hoy; la historia del “compositor mexicano más original del siglo XX”, en palabras de Madrid, estaría incompleta sin una explicación teórica clara. Madrid, ganador del Premio Humboldt, la beca Guggenheim y la Medalla Dent, lo explica con una analogía más cercana al lenguaje visual que al auditivo. 

Digamos que nosotros tenemos un piano, las teclas de un piano, en el que parecería ser que son todos los sonidos a los que se tiene acceso y es cierto, pero los microtonos son las notas que están en medio, entre la tecla blanca y la tecla negra, que son adyacentes; entre una tecla blanca y una tecla negra, hay un medio tono. Carrillo asignó sus instrumentos en cuartos de tono, o sea, la mitad del intervalo entre esas dos teclas adyacentes: en octavos de tono, en 16avos de tono, intervalos mucho más pequeños que este intervalo más pequeño que hay en el piano. Tal vez esa sea la forma más fácil de explicar el Sonido 13”, afirma quien fuera asesor musical para el director de cine Peter Greenaway en Eisenstein en Guanajuato. 

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