Ninguna autoridad ha puesto atención a la epidemia de suicidios entre los jóvenes. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ubica a Coahuila en el quinto lugar con una tasa del 9.7%, con tatos de 2023. El periodista Edgar London publica en Espacio 4 un reportaje sobre el tema. “Diariamente decenas de jóvenes mexicanos intentan quitarse la vida. No es una figura retórica ni una exageración mediática: según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), por cada suicidio consumado hay al menos 20 intentos no letales. En 2023, más de mil 400 menores de 19 años murieron por esta causa en el país, lo que permite estimar que alrededor de 28 mil adolescentes buscaron terminar con su vida durante ese mismo año.
»Especialistas coinciden en que la ansiedad y la depresión son los trastornos sicológicos más comunes entre estudiantes universitarios y de bachillerato. La pandemia agravó estas condiciones, especialmente por el aislamiento prolongado, que detonó un aumento considerable en los casos, según diversos estudios en el área de salud mental juvenil. ‘Un ejemplo emblemático de esto es la pandemia del Covid-19, que ha llevado al aislamiento y a una educación virtual en muchas comunidades universitarias. Las respuestas y experiencias vividas durante este tiempo representan un desafío para las instituciones’, documenta el estudio La salud mental en los jóvenes universitarios: un desafío para las instituciones, publicado en Atención Primaria Práctica.
»Mientras las aulas se llenan, las consultas sicológicas se desbordan. Bajo la presión del rendimiento, las redes, la violencia familiar o el bullying disfrazado de broma, la salud mental de los jóvenes mexicanos parece tambalearse. Los efectos de estos trastornos no se limitan al plano emocional. Muchos alumnos presentan dificultades para concentrarse, gestionar el estrés ante exámenes o proyectos, y en ciertos casos requieren adaptaciones académicas especiales.
»Aunque las cifras son alarmantes, la búsqueda de apoyo sicológico sigue siendo limitada. Un factor clave es el estigma asociado a la salud mental, especialmente en contextos familiares con creencias que minimizan o niegan la necesidad de atención especializada. Esta situación se agrava en comunidades con acceso limitado a servicios de salud mental, donde la desinformación y la normalización de la violencia dificultan aún más la detección y el tratamiento oportuno. Como advierte la sicóloga clínica Cecilia Bravo, ‘estos comentarios refuerzan prejuicios sobre la depresión y pueden disuadir a las personas de buscar ayuda’.
»En la era digital, las redes sociales se han convertido en una extensión del entorno social de los adolescentes. Sin embargo, su uso excesivo y sin supervisión puede tener consecuencias negativas en la salud mental de los jóvenes. Según un informe del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EU, los adolescentes que pasan más de tres horas al día en redes sociales enfrentan el doble de riesgo de sufrir problemas de salud mental, incluidos síntomas de depresión y ansiedad.
»La doctora Mar España Martí, exdirectora de la Agencia Española de Protección de Datos, advierte sobre los patrones adictivos de estas plataformas, diseñadas mediante neuromarketing para generar dependencia mediante recompensas como ‘me gusta’ y el desplazamiento infinito. España compara el acceso temprano a entornos digitales con el suministro de sustancias nocivas como el alcohol o el tabaco, y aboga por una mayor concienciación desde la atención pediátrica. Un estudio realizado por la Universidad de Vigo revela que más del 27% de los adolescentes ha sido víctima de ciberacoso, y cerca del 35% enfrenta riesgo de grooming, acoso sexual a menores a través de internet. El documento también indica que un 14,7% ha practicado sexting y uno de cada dos ha accedido a contenido pornográfico, con el 69% de los casos concentrados en varones.
»En México, el impacto de las redes sociales en la salud mental juvenil también ha encendido las alarmas. Un informe de la organización Save the Children advirtió que niñas, niños y adolescentes mexicanos pasan en promedio más de siete horas diarias frente a una pantalla, y que la exposición a contenidos violentos, sexualizados o discriminatorios puede fomentar ansiedad, alteraciones del sueño y distorsión de la autoimagen. En su campaña #NoEsDeJuegos, lanzada en 2023, la organización exigió que las plataformas digitales asuman corresponsabilidad en la protección de menores, ante el vacío de regulación estatal efectiva.
»En paralelo, la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) ha denunciado que los casos de violencia digital contra adolescentes van en aumento y que el Estado mexicano aún carece de políticas públicas integrales que promuevan una educación digital crítica, especialmente en las comunidades más vulnerables. ‘Estamos dejando a nuestros adolescentes solos en un mundo diseñado para manipularlos’, advierte Tania Ramírez, directora ejecutiva de REDIM, en una comparecencia ante el Senado”.
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