Internacional
Por AFP
Publicado el sábado, 21 de mayo del 2022 a las 09:48
Reino Unido.- Como parte de los festejos en honor a la reina Isabel II, The Royal Collection Trust publicó, por primera vez, una carta que la entonces princesa Elizabeth, de 11 años, había escrito para sus papás, en 1937. Con una letra muy legible y dedicada a “mamá y papá”, la pequeña ‘Lilibet’ escribió de puño unas dulces palabras.
El tierno apodo de “Lilibet” se le dio a la actual soberana cuando era muy pequeña debido a que no podría pronunciar bien su nombre y su círculo más cercano, incluido el difunto duque de Edimburgo, así le dijeron durante el resto de su vida. La conmovedora nota retrata lo que sucedió el día de la coronación de su papá, George, luego de la abdicación de su hermano, Edward VIII.
El relato de la entonces joven princesa comienza cuando el sonido de los Royal Marines la despiertan a las 5 de la mañana, antes de ponerse una bata para asomarse desde su recámara. Isabel II recordó haber visto un grupo de muchas personas y luego ir a la guardería para recoger a su hermana, la princesa Margarita.
Isabel II también describió cómo ella y Margarita no se terminaron su desayuno porque estaban muy emocionadas y con gran detalle describió cómo estaban vestidas: con atuendos de seda blanca, encaje color crema, mangas abullonadas y “pequeños lazos dorados hasta el centro”.
Minutos más tarde, Isabel y Margarita corrieron a la habitación del rey Jorge y la reina Isabel para darles los buenos días, y anotó cómo “besaron a mamá y le desearon buena suerte” antes de dirigirse a la Abadía de Westminster.
En una carta dirigida a la Reina Madre, como se le conocía a la mamá de Isabel II, el príncipe Felipe expresó cómo veía su vida al lado de Isabel. “Lilibet es lo único en este mundo que es absolutamente real para mí y mi ambición es llevarnos a los dos a una nueva existencia combinada que no solo será capaz de resistir los golpes dirigidos a nosotros, sino que también tendrá una existencia positiva para el bien…”.
El texto sigue: “Me pregunto si esa palabra es suficiente para expresar lo que hay en mí. ¿Aprecia uno su sentido del humor o su oído musical o sus ojos? No estoy seguro, pero sé que doy gracias a Dios por ellos y así, muy humildemente, doy gracias a Dios por Lilibet y por nosotros”.
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