De carácter serio, pero muy emprendedor, fue el gobernador Román Cepeda Flores, originario de Arteaga, Coahuila. Su periodo fue de 1951 a 1957.

“El Güero” Román, como le decía la gente, se estableció en Torreón por muchos años, prácticamente ahí hizo toda su carrera empresarial en el ramo de la agricultura, fue alcalde de aquella ciudad antes de ser gobernador.

La decisión más importante del gobierno de Cepeda Flores fue la creación de la Universidad de Coahuila. La primera Ley Orgánica fue concebida y redactada por el licenciado Neftalí Dávila Valdés, también arteaguense.
Durante la gestión del “Güero” Román se crearon los colegios México y Saltillense, y se instituyó el Servicio Médico de la Educación.

El Hospital Infantil de Monclova fue gestor importante para la instalación de la planta carboeléctrica de Nava. Fundador de la famosa productora de leche LALA en la Comarca Lagunera.

El gobernador Román Cepeda destinó del presupuesto estatal 15 millones de pesos para la construcción del tramo denominado Los Chorros para unir a Piedras Negras con Monclova, Sabinas, Saltillo y la Ciudad de México.

Hay quienes afirman que pidió al presidente Miguel Alemán que la nueva carretera pasara por su pueblo, Arteaga, con la intención de darle más poder económico al lugar, pero que el trazo era otro para evitar el sinuoso camino de Los Chorros, inapropiado, pues tenía recodos, curvas y ondulaciones no propicias para una carretera.

Impulsó además la construcción de la carretera a Zacatecas, la ribereña entre Piedras Negras y Laredo y los caminos de la sierra de Arteaga. No olvidó enlazar a Múzquiz con Rosita, a Monclova con Cuatro Ciénegas y a la Rosa con General Cepeda y así se ganó el mote del “Gobernador Caminero”.

La anécdota

Ante la impresionante sequía que padecía Saltillo, casi al final de su mandato, allá por 1957, el gobernador Román Cepeda Flores mandó contratar los servicios de una especie de “chamán”, apodado el “Profesor Ugalde”, que según las lenguas viperinas “hacía llover” con sus brujerías.

El chamán o el “profesor Ugalde” construyó una especie de estanquillo cerca de la antigua torre inalámbrica, allá por el rumbo del Ojo de Agua. Lo dotó de una chimenea, para quemar gallos y gallinas para ofrecerlos a los dioses, que según él era el secreto para hacer llover.

Alguien le preguntó al gobernador Cepeda: “Hombre Román, ¿a poco crees tú en esas pendejadas del profesor Ugalde?”.

A lo que él contestó medio encabronado “¡qué jijos de la tiznada voy a creer en eso!, lo que pasa es que a nuestra gente tenemos que darle algo, aunque sea una esperanza”. Afortunadamente llovió.
Una cosa similar hizo el gobernador Flores Tapia y también llovió.