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| El Planetario Alfa y el Thyssen tienen sedes en Minecraft y Animal Crossing.

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Rompen los museos barrera de la realidad

Por Christian García

Publicado el martes, 18 de mayo del 2021 a las 04:30


Obliga pandemia a que los recintos culturales del planeta se vuelquen al espacio digitale

Saltillo.- La palabra museo deriva de Museion cuyo significado es, literalmente, Templo de las Musas. Aquellas ninfas que inspiraban a poetas, músicos, observadores del cielo, sabios y filósofos en la antigua Grecia.

Sus nombres, nueve: Caliope, musa de la elocuencia, la belleza y la poesía épica; Clío, quien dominaba sobre la Historia; Erató, cuyo reino era la poesía amorosa, aquella que confiere e insufla la pasión en los hombres; Euterpe, poseedora de la Música; Melpómene, de la Tragedia, mientras que su hermana Talía, lo era de la comedia.

Por otra parte, el resto de sus hermanas eran Polimnia, musa de los cantos sagrados; Terpsícore, de la danza y la poesía coral, mientras que Urania lo era de la astronomía y las ciencias exactas. Todas ellas fueron relegadas al olvido con la llegada del cristianismo en la Edad Media. Sin embargo, sus nombres se recuerdan cada vez que alguien visita un museo.

Espacios destinados al arte y la ciencia que, aunque se celebran un día como hoy, muchas veces y al igual que las divinidades a las que honran, pasan desapercibidos por la costumbre pero que, en un momento como el actual y pese a la reactivación, se han enfrentado a una asistencia menor. Sin embargo se han mantenido en la batalla gracias a que se han obligado a evolucionar junto a las tecnologías.

Así lo ve Alberto Garlandini, presidente del Consejo Internacional de los Museos (Icom), quien durante una entrevista con la agencia EFE, apuntó que las claves para superar el proceso actual está en “innovación y cambio: sin esas dos variables es difícil que los museos recuperen el rol fundamental que deben desempeñar en la sociedad. La innovación debe de ser cultural, económica y tecnológica”.

Y no son pocos los recintos que durante el 2020 recurrieron al poder comunitario del internet para llevar las obras que resguardan al público y no al revés –como el caso de la página web del Louvre que registró más de 21 millones de visitas el año pasado–, pero que también han explorado otras variables: los videojuegos.

De esta forma el popular juego de construcción virtual Minecraft se convirtió en un espacio para que lugares como el desaparecido Planetario Alfa promovieran sus actividades. De la misma forma lo hizo el Laboratorio de Arte, Ciencia y Tecnología Arte, A.C, que resguarda la memoria de protestas sociales en un servidor creado por alumnos del Tecnológico de Monterrey.

Pero este caso no es el primero ni el único, como lo demostró el Museo Thyssen, de España, que utilizó el juego Animal Crossing para “construir experiencias digitales desde el arte”, así el recinto permitió que los jugadores pudieran construir su propia colección. Por otra parte, el producto desarrollado por Nintendo, tiene desde hoy y hasta el 31 de mayo un evento especial para sus usuarios.

Esos procesos y experiencias tienen que ver, también, de una forma personal de cómo se relaciona el usuario con el arte, como en el caso del mexicano Diego Olmos quien utilizó el juego de Nintendo para convertirse en el curador de Haciendo del Juego una Expo, cuya realización fue completamente virtual, pues la convocatoria se lanzó por medio de Instagram.

Esta red social ha sido, también, un espacio para ganarse al público como demostró el Museo del Prado con su constante bombardeo de lives. Pero quizá uno de los proyectos más interesantes que surgieron en la plataforma fue Fools do Art, idea de Chris y Francesco, dos amigos neoyorquinos que mataron las horas de pandemia recreando pinturas famosas.

Estas experiencias y acercamiento al arte de una forma más lúdica y menos solemne completa, quizá, un círculo en el que las musas ya no inspiran poetas sino a programadores y a jugadores, a los posibles artistas del siglo 21.

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