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Publicado el domingo, 9 de noviembre del 2008 a las 16:00
Saltillo, Coah.- En los 60 y 70 derrotó a los más duros oponentes de la zona noreste del país, incluso sus golpes obligaron al retiro de algunos. Fue campeón, después el alcoholismo lo noqueó. Sin embargo, nunca perdió la casta de campeón, se repuso y finalmente salió vencedor.
Campeón estatal de Coahuila en 1964 en la categoría de peso pluma (57.500 kilogramos), Francisco Gutiérrez Carrillo, mejor conocido como “Pajarito” por su complexión de juventud y su agilidad, libró encarnizadas batallas en los cuadriláteros y dentro de su persona.
Hoy, de nueva cuenta a diario recorre los bares y cantinas de Saltillo, esos donde hace algunos años le sobraba dinero y amigos; ahora, sus “cuates” son contados y los pesos no le sobran, pero ya no ingiere alcohol, acude ahí a desempeñar el oficio que aprendió de joven: cortar el cabello.
Originario del rancho Pino Alto, en Galeana, Nuevo León, desde pequeño nació en él el deseo de boxear, deslumbrado como tantos por la fama que acompañaba a los pugilistas.
Se inspiró en las figuras de Otilio “Zurdo” Galván, Raúl “Ratón” Macías, José Becerra y el “Zurdo de Oro” Vicente Saldívar para ponerse los guantes.
“Yo quería ser ídolo, ahí anduve entre la gente del boxeo y llegue a ser campeón del estado en 1964, ídolo de la gente de ese tiempo y peleé hasta el 79. Recuerdo que cuando peleé por el campeonato ya era profesional y como amateur nunca perdí”.
Sus peleas como amateur fueron a seis rounds y por su pegada y triunfos constantes pronto brincó al profesionalismo, aunque previamente, desde “chavío”, se subió a los cuadriláteros en peleas de botana de dos y tres rounds.
“Entonces tenía como nueve años, acababa de llegar del rancho aquí. Al otro lado de la casa estaba el Club Deportivo Águila, en la colonia González, y ahí veía la lucha libre y el box en las funciones de los domingos. En ese tiempo vi boxear a Rogelio Saucedo, ‘La Chumina’ González y a ‘Chóforo’ Martínez, uno que fue a pelear al Madison Square Garden, de Nueva York, el primer mexicano que peleó allá y yo fui compañero de él en el gimnasio con Ramón de la Peña”.
No oculta su orgullo de recibir conocimientos y consejos del “Chóforo” Martínez, saltillense que vivía por las calles Múzquiz y De la Llave, quien en la década de los 50 boxeó en la categoría de peso welter.
La figura del “Zurdo” Galván también la tiene presente, ya que fue campeón nacional gallo y campeón mosca del estado de Texas. “Fue mi compañero por 17 años, con el mismo manager, don Ramón de la Peña”.
“En todo mi récord tengo 70 victorias y seis derrotas, de 1960 a 1979, porque antes de ser campeón peleé cuatro años, fui subiendo hasta los seis rounds, luego en semifinales de 10 y el campeonato del estado lo gané en pelea a 12 rounds.
“Pero aquí nomás perdí dos combates, los demás fueron fuera. Aquí fueron con Manuel Ochoa, un peleador de Nuevo Laredo, Tamaulipas, y otra con José Ángel Zamora, el campeón del norte”.
Su andar por las plazas de provincia incluyó Matehuala, Reynosa, Matamoros, Monterrey, Piedras Negras, Acuña y “Monclovita”, entre otras ciudades.
Recuerda que en aquellos años era complicado pelear en la Arena México, aunque sí derrotó a pugilistas que tenían la oportunidad de presentarse allá.
“Era muy difícil porque había listas muy grandes. Ya estaba yo inscrito para pelear por el campeonato nacional cuando murió mi manager, don Ramón de la Peña, ya me quedé a media base. Fue cuando me fui a la provincia. Como quiera me fue bien, porque ya traía esa gracia de ser boxeador, desde chiquillo, que quería ser como los ídolos de aquel tiempo”.
Se segundo manager fue Rafael Abad y el tercero Raúl Flores, de Monclova, apodado “El Mexicano”.
“Como quiera me fue bien en los últimos años de mi vida como boxeador. Ya también se murió mi último mánager. Después de dejar el box me dediqué a mi trabajo de peluquero profesional”.
GLORIA Y DERRUMBE
“Pajarito” Gutiérrez gozó y sufrió lo mismo que otros grandes fajadores a causa del boxeo. En su caso, los problemas con el vicio y las mujeres se presentaron después de su retiro.
Asegura que mientras se dedicó a boxear se mantuvo alejado del alcohol y los escándalos con mujeres. El problema surgió con el retiro, pues la pequeña fortuna ganada le atrajo “amistades” de sobra.
La fama y la adulación le cubrieron de tinieblas los sentidos. El dinero en sus manos fue un atractivo para las mujeres y nuevos “amigos” que lo acompañaban en sus noches de parranda y desvelo.
El tiempo le cobró la factura. El dinero desapareció poco a poco y con ello se alejaron quienes antes lo llenaban de elogios. Se quedó sólo, perdió a su esposa y a los hijos. Por varios años su fiel acompañante fue el alcoholismo.
Al principio, en los bares y cantinas que frecuentaba le invitaban unos tragos, pero después ya nadie quería su compañía. Sin dinero y sin más gloria del boxeo, ya no les era grato.
VIEJO OFICIO
Hace ocho años el alcoholismo le avisó que su problema era grave. Enfermó, vomitaba la comida. Si no dejaba de tomar alcohol, moriría. Así, volvió a la disciplina y fuerza de voluntad que había aprendido en la práctica del boxeo. El deporte que lo enseñó a vencer a sus oponentes también lo enseñó a derrotar al vicio.
Solo, volvió a tomar las tijeras y el peine para cortar el cabello. El oficio de peluquero, que lo toma como una profesión noble, lo aprendió desde niño y lo ejerció hasta antes de dejarlo por los guantes.
“Desde entonces me dediqué a mi trabajo, soy peluquero profesional. Desde que estaba en la primaria me enseñé en la peluquería Aldama, entre Bravo y Aldama, con Panchito Rodríguez, ‘La Espátula’, que fue mi maestro. Ahí fue mi primer trabajo de barbería, pero me daban oportunidad de ir a entrenar y en una fábrica no”.
Aclara que desde que estaba en la primaria aprendió a cortar el cabello, no porque fuera muy habilidoso para las tijeras desde pequeño, el asunto es que cuando se vinieron del rancho ya estaba grandecillo, de manera que entró a estudiar y terminó el nivel como a los 16 años.
“Ya estaba muy grande cuando terminé la primaria. Como en primero ya era grande, los que iban más adelante y tenían más años, que eran más grandes, eran muy aprovechados conmigo, por eso también fue la idea de aprender a boxear para defenderme, ya después me gustó por la feria”, dice entre risas.
Después de trabajar en la peluquería Aldama, ofreció sus servicios en la “Rex”, “La Popular” y “Rizo de Oro”, entre otras.
“Le copié al ‘Zurdo’ Galván porque él era peluquero y dije: ‘Pos yo también puedo hacerlo’, y lo soy”, dice con una mirada de satisfacción.
LA MÁS BONITA
Francisco Gutiérrez señala que el boxeo le dejó grandes satisfacciones. ¿La más grande? “Casarme con la mujer más bonita que me gustó en mis tiempos, Francisca Briones Reyes, y que nos dio Dios seis hijos”.
Se conocieron por 1960 y a mediados de la década se casaron. “Pero nos separamos porque la fama lo echa a uno a perder, se hace uno famoso, después llega uno tarde y empiezan los problemas con la familia, ya no se aviene uno porque lo acarrea a uno la onda de visitar amigos, ya no tiene uno tiempo suficiente para estar en su hogar.
“Eso es lo malo de los deportistas que triunfan, por eso muchos se mueren en el vicio porque agarran dinero fácil y el dinero echa a perder. Yo digo que el que sea deportista que no tome porque eso es lo que echa a perder a la gente… Si yo no me hubiera retirado, me hubiera muerto en el vicio”.
En su caso, dijo que empezó a tomar después de los 38 años, ya retirado. “Me hizo mal la fama porque hay mucho socorro de vicio y se sale uno de la tangente porque le falta experiencia en la vida. La bronca es que el vicio lleva a perder el dinero y todo en la vida; el vicio te hace ilusión y feliz un rato o un día, y queda uno mal en el hogar”, concluye.
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