Saltillo, Coah.- Abel Sandoval Torres tenía 21 años, trabajaba en una fábrica y era voluntario de la Cruz Roja. Iba camino a Monterrey cuando fue enterado del accidente. Al regresar iniciaría una jornada de 12 horas que terminaría acomodando el cuerpo destrozado de un niño y devorando una manzana que le dio el Gobernador.

Al llegar a Monterrey vio el periódico, aún ahora recuerda el encabezado: “Catástrofe; 1092 heridos y 200 muertos”

“Fui informado en la noche, pero no pude asistir en primera instancia porque yo tenía que salir a Monterrey, había pedido permiso en la fábrica para poder irme. Cuando íbamos en el tren, me tocó irme con una señora que llevaba las rodillas golpeadas, le pregunté que qué le había pasado y sólo respondió que se había caído.

“Me quité de preguntón y llegando a la estación vi un periódico que decía: Catástrofe; 1092 heridos y 200 muertos, lo compré y vi que era en Saltillo.
Relacioné a la señora con el accidente. Compré lo que iba a comprar y me regresé.

“De lo poquito que me tocó hacer, fue muy feo. Es uno de los accidentes que recuerdo siempre, me tocó trabajar en coordinación con los estudiantes de la Narro, con una cuadrilla de ferrocarril y yo.

“Trabajé 12 horas, era voluntario de la Cruz Roja y al llegar al lugar del accidente era una cosa grande, muy fea. Nos pusimos a rescatar gente que estaba en dos vagones principalmente.

“Es la única vez en mi vida que he perdido la noción del tiempo. No supe a qué horas se hizo tarde, no supe nada, hasta que era de noche. Trabajé nada más 12 horas y el último rescate que hice fue el de un niño como de 12 años y pues estaba partido. Lo fui juntando, lo preparé y desperté del letargo que tenía.

“Salí, me comí una manzana que nos dio el Gobernador y nos retiramos. Después me dediqué a sacar gente de los hospitales y llevarla a sus casas. El trenazo fue un accidente muy grave donde yo participé, poco pero es lo más duro que he tenido”.