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Publicado el domingo, 27 de julio del 2025 a las 03:58
Me habían platicado que en la Diócesis de Piedras Negras hacía mucho calor, que casi no llovía, que el sol brillaba intensamente, y que todo era árido y desértico. Y efectivamente a mi llegada a la sede, a finales del mes de julio del 2024, lo constaté, todo lo que yo veía en mi diario transitar hacia el Obispado, pasando por Mariápolis, estaba seco; en mis viajes hacia las parroquias de los distintos municipios, por toda la carretera 57, y por la ribereña, veía pura tierra reseca en los campos, arbustos chaparros y mezquites, muchos árboles trozados aparentemente sin vida, ríos y arroyos secos, y el sol indomable que todo lo abrasaba.
Pero, quién lo fuera a decir, que a un año de distancia, con tanta lluvia, todo ha cambiado, por todas partes donde voy está verde, inmensas praderas cubiertas de hermosos pastizales, y centenares de vacas, chivos y corderos, anda libres y bien alimentados. Tan contentos andan los animales, que hasta una piara de jabalíes y una manada de caballos bayos salieron a nuestro encuentro en la carretera, entre Jiménez y Acuña, para saludarnos.
Hoy hay lagunas pequeñas que se tienden a la orilla de los caminos entre Allende y Nava, y otras más se formaron en varias partes de la Diócesis, como Sabinas y Múzquiz, incluido el terreno baldío frente a mi casa en Piedras, que está convertido en un pantano rodeado de espesos árboles, con ranas, chicharras y luciérnagas (de los mosquitos que se meten a mi carro hablaré en otra ocasión). Y hasta por algunos de los arroyos antes completamente secos corren hilos cristalinos de agua; hoy se miran los nogales frondosos y bellos en Morelos, y hasta los campos, ayer de apariencia apocalíptica saliendo de Zaragoza hacia Acuña, lucen renacidos, como si hubieran recobrado nueva vida. No sólo de los centenares de troncos acomodados en filas en los huertos, que parecían muertos, salen preciosos retoños, sino que de la tierra reseca brotan hermosos pastos, que lo cubren todo. Lo malo es que se han desbordado ríos que han afectado a algunas familias en varias colonias. Por un momento dudé sí me habían enviado a Coahuila o a Tabasco, jeje. Hasta he visto paisajes exuberantes de arroyos que cruzan por en medio de quintas y ranchos, con grandes caudales, que asemejan verdaderos paraísos.
Así no me habían pintado que fuera la diócesis de Piedras Negras. Me la había imaginado bella, pero no tanto. Su hermosura me ha deslumbrado, me ha embelesado. De haber sabido, me vengo antes .
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