Aún quedan de pie algunos edificios emblemáticos de la antigua mancha urbana de la ciudad, ahora denominada Centro Histórico. Solo valiosas fotografías con más de 100 años de antigüedad dan testimonio del patrimonio urbano con que contaban los saltillenses, salvajemente destruido por la picota de la ignorancia cívica e histórica, como el que fuera maravilloso edificio del Hotel y Banco de Coahuila en la confluencia de una mínima cuadra formada por las calles Juárez, Allende, Victoria y Morelos.
En las calles Miguel Lerdo de Tejada e Ignacio Allende, en la esquina suroriente, luce majestuosa la casona construida por el gobernador Miguel Cárdenas, con más de un siglo de antigüedad y que sigue casi igual, pues en la década de los años 60 del siglo pasado fue ampliada la angosta callecita que era Allende y le depilaron parte de su amplio jardín frontal.
Ahí frente a esta vivienda, a mediados del siglo pasado se instalaban en batería los automóviles. Su construcción data de 1903.
El exgobernador Cárdenas la vendió a don Emilio J. Talamás, libanés empresario fundador de Textiles Talamás, fabricante de hilados y tejidos, sobre todo mezclilla de muy buena calidad.
Los nietos de don Emilio viven en el lugar.
Hay otra casa histórica de súper lujo ubicada en las calles de Hidalgo y Ramos Arizpe, fue por muchos años residencia del licenciado Salvador González Lobo y su familia. González Lobo fue uno de los precursores de la Universidad de Coahuila.
El maestro e historiador Carlos Recio Dávila afirma que el terreno junto con la primera casa lo compró Gaspar Foulquez Linch, socio de don Guillermo Purcell, multiempresario irlandés que se asentó en Saltillo por muchos largos años de su vida.
Hay otros emblemáticos edificios ahora convertidos en cantinas en el Centro Histórico de Saltillo, pero de eso no hablaremos hoy.
Más sobre esta sección Más en Coahuila