Hola, saludo muy encarecidamente a todos aquellos quienes se encuentren leyendo las palabras que aparecen en esta columna, y les agradezco de antemano que me hagan favor de continuar leyendo hasta la última letra y el punto final, gracias.
Soy Jorge de Jesus “El Glison”, algunos de ustedes me conocerán o ubicarán como torero, y así es, quien escribe estas líneas ha estado muchos años –más de 30– en los ruedos, y allí me he puesto delante de más de mil toros, pero también me he enfrentado a una página en blanco con el compromiso de escribir en ella una cuartilla y media.
He sido escritor de columnas de opinión en periódicos tales como El Reforma y El Norte, La Prensa, los 70 periódicos que conforman la Organización Editorial Mexicana (OEM), y durante más de 10 años tuve una columna semanal en el periódico deportivo Esto, donde lógicamente escribía sobre el ser más majestuoso y valiente que he conocido: el toro bravo.
Sin embargo, ahora no es el propósito de esta columna versar alrededor de ese tema, el objeto de mi pasión es otro en esta etapa de mi vida, el cual describiré párrafos más adelante. Después de algún tiempo de no ejercer esta actividad, el día de hoy reaparezco ante ustedes en las páginas de Zócalo.
Estoy muy contento por ello, me gusta escribir, me permite plasmar mis ideas y compartirlas, generando con quien me lee un diálogo a distancia en tiempo y espacio, un lugar común cuando los conceptos y las opiniones coinciden, y cuando no es así, se instala un campo fértil para ser regado con la lluvia enriquecedora del disentimiento y la crítica.
Antes de continuar con mi periplo literario, es menester primero agradecer al contador Francisco Juaristi por la oportunidad y la confianza para permitirme colaborar con su empresa informativa.
Agradezco también por su cooperación a Ernesto Huitrón, Edgar Zuazua y mi gran amigo desde hace muchos años, Jesus Jiménez, “Chuchuy”.
Terminada esta introducción, abordo el tema que ahora me ocupa y apasiona, que es el de ayudar a la gente a vencer conflictos mentales y emocionales (el rencor, el miedo, la culpa), y por ende convertirse en mejores seres humanos.
Por circunstancias del destino descubrí y desarrollé una técnica de Psicoterapia de lo más avanzada y eficiente a nivel mundial. Esto me fue encauzando a estudiar la carrera de Psicología, la cual terminé el año pasado, y a cursar actualmente una Maestría en Coaching Integral y Desarrollo Humano.
Después de vivir en 13 ciudades a lo largo y ancho de nuestro país, he querido regresar a mi tierra, Saltillo, para implementar en gran escala y difundir esta novedosa y eficiente técnica, que además es muy útil para luchar contra las secuelas de la pandemia del Covid, la ansiedad, el estrés, y la depresión, entre muchas otras más.
Para todo ello cuento con el apoyo de mis grandes amigos y hermanos de hace más de 30 años, Enrique Martínez y Martínez y Manolo Jiménez Flores. En conjunto, hemos decidido crear un movimiento de apoyo a la comunidad que lleva el nombre de esta columna, “Quiero Ser Libre”, que haciendo uso de esta innovadora técnica, y como su nombre lo indica, tiene como labor liberar a quien lo necesite y desee de cualquier condición mental o emocional negativa que le haga daño.
A esta labor se han sumado el notario público José Oceguera, Manuel Gonzáles Sosaya, y su hijo, Manuel González Lomelí, este último nieto de mi mentor Taurino, el ganadero don Fernando Lomelí, quien lamentablemente falleciera hace unos meses, a todos ellos agradezco infinito su entusiasmo y apoyo a esta causa, gracias de corazón.
En la próxima columna explicaré de qué forma vamos a trabajar y en qué consiste la técnica que ponemos a disposición de Saltillo, Ramos Arizpe, Arteaga y todo Coahuila, felicitando a sus autoridades estatales y municipales por los aciertos de sus gobiernos y esperando pronto colaborar en conjunto para el beneficio y bienestar de todo el estado… ¡Arriba Coahuila!
Un Abrazo con mis mejores deseos. Les dejo mi número celular y WhatsApp, 999 420 6814.
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