Castaños, Coah.- “Nadie es santo en su propia tierra, la gran mayoría de los creyentes del Niño Fidencio son foráneos, los habitantes del ejido son de diversas religiones, las cajitas o materias como se les conoce a las personas que reciben el espíritu del niño, son de otros estados”, dijo Ariel González, director de ministros de la Iglesia Fidencista.

Miles de visitantes acuden cada año a la casa donde el Niño Fidencio curó a personas con padecimientos terminales, una gran mayoría son oriundos de Nuevo León, Tamaulipas, Guanajuato, San Luis Potosí y de los municipios de Coahuila, en el ejido es un grupo pequeño de feligreses, la mayor parte se concentra en otros estados y en Estados Unidos.

Son 700 ‘cajitas’ o conocidos también como ‘materias’ las que se reúnen en las festividades anuales para ofrecer un milagro a cambio de dinero o de algún objeto que la persona entregue.

Sin importar el dolor de sus rodillas, el cansancio, su sufrimiento, la mañana fría y el recorrido de 27 kilómetros desde la carretera hasta la casa, los creyentes se hincan, ruedan o caminan por más de 2 horas para entregar su manda de agradecimiento.
Con raspones y moretones en sus brazos y rodillas cumplen su promesa de visitar la tumba del Niño Fidencio, llevarle flores y algunos hasta comida para los fieles seguidores que viajan desde otros estados del sur del país.

Desde el sábado inició la fiesta, cientos de personas acudieron para separar un espacio dónde pasar la noche y disfrutar de los eventos que se han llevado a cabo; el día 17 es el aniversario de natalicio del niño quien se llamaba Francisco José Fidencio de Jesús Síntora Constantino, nació en 1898 y murió el 19 de octubre de 1938 a los 40 años de edad.

Son las festividades más largas del año, los creyentes madrugan para caminar desde la entrada de la carretera hasta el lugar donde se encuentran las “cajitas” que reciben a la gente para hacerles limpias, posteriormente pasan al pirul donde le dan vueltas, hacen largas filas para ser bendecidos por las personas que son la materia del niño, posteriormente entran a la casa para besar la sepultura donde descansan sus huesos.

El olor a incienso invade toda la vivienda, la gente lleva niños en brazos, personas en sillas de ruedas que se abren paso para recibir la impartición del niño por parte de las ‘cajitas’, algunos lloran, otros reciben el espíritu fidencista.

Son gente de clase humilde la mayoría, algunos de ellos dicen que ya gastaron todo en médicos, pero nadie les ha ayudado, buscan una opción más para curarse, hacen largas filas y entran a las misas para recibir la palabra de los líderes.

Una de las presidentas de la religión fidencista es hermana del niño, a sus 89 años de edad doña Fabiola López de la Fuente dirige las reuniones y les persigna a los asistentes para darles su bendición.

Al terminar la misa, la gente acude a recibir su almuerzo, algunos de los agraciados por los milagros llevan tacos, champurrado o galletas para compartir a quienes asisten, como forma de agradecimiento, tal es el caso de Francisca Lara Ramos, cuya madre fue ‘cajita’ y sus familiares, pero están agradecidos porque su esposo sanó de cáncer de próstata, cada año viaja desde Piedras Negras a compartir alimento a las personas.

En el patio trasero de la vivienda hay un columpio, la gente se sube en él y le empuja para atraer las buenas vibras y para que lo malo se vaya, al final las personas entran al charco de cieno para curarse, algunos llevan el lodo para sus casas para sus familiares que no acudieron y sólo esperan el milagro.

El ambiente que se vive en el ejido es de fiesta: matlachines, grupos musicales y el pueblo se convierte en un tianguis donde se ofrece todo tipo de artículos desde artesanales, alimentos, juguetes y ropa.

La familia López de la Fuente lo trajo a la antigua Hacienda Espinazo cuando había concluido la época de la Revolución Mexicana, en los estados del sur quedaron devastados por la guerra, la única opción para las familias de los revolucionarios era trasladarse a vivir a los estados del norte.

La familia López de la Fuente se quedó a vivir en el ejido porque el abuelo fue herido en batalla en el ejido Barroterán y en la hacienda le brindaron el apoyo, en agradecimiento se quedó a vivir, posteriormente acudió a Guanajuato a recoger a su familia para trasladarlos con él, entre ellos el Niño Fidencio, amigo de crianza de sus hijos lo acompañó.

A los 17 años de edad el Niño Fidenció soñó y escuchó que le regalaban un don para sanar, pero tenía que cumplir tres promesas, la primera de ella era nunca adjudicarse que él era el que sanaba sino Dios, la segunda no cobrar y la tercera no contraer matrimonio.

El día 17 del mes cumpliría 119 años y de fallecido 79 años, sin embargo la seguidores siguen recordándolo como el niño, porque desde su corta edad empezó a involucrarse en actividades espirituales.