Salir o no a votar el domingo 1 de junio. No es un dilema, es una decisión muy personal en el derecho que nos hemos ganado los ciudadanos, ante una lucha por construir instituciones confiables.
Desde su creación como IFE Instituto Federal Electoral, con José Woldenberg al frente y después como INE -Instituto Nacional Electoral ha dado muy buenos resultados. El electorado ha salido en cada proceso a emitir su sufragio con la confianza de que su voto será respetado.
La confianza que se vio dañada cuando el gobierno organizaba las elecciones y “metía” las manos en los procesos para que ganara el favorito del gobernante en turno, se recuperó. De ahí aquella anécdota donde se hacía alusión de que los mexicanos éramos tan inteligentes, que ya sabíamos quién resultaría ganador antes de ir a las urnas.
Historias inventadas por mentes que daban rienda suelta a la imaginación; porque hay que reconocer que, para los albures, los cuentos, chistes y demás, la gente de nuestro México se pinta sola.
Y no es criticable mucho menos malo, por el contrario, es una forma de expresión del ciudadano ante lo que ve y no le parece o no está de acuerdo. No olvidemos que la risa es importante para nuestra salud; nos ofrece numerosos beneficios.
Al liberar endorfinas, se reduce el estrés, por lo tanto, mejora la función cardiovascular y el sistema inmunológico. Lo más importante es que, reír o al menos sonreír, puede ser también un auxiliar en las relaciones humanas de por sí tan deterioradas hoy en día.
El trato amable debería ser un aliado para fortalecer relaciones porque ¿a quién le agrada llegar a un lugar y ver una cara fruncida?
Al menos a mí, no, ¡por supuesto que no!
Las próximas elecciones para elegir jueces, magistrados -que ni siguiera deberían llevarse a cabo- inventadas por López Obrador, el destructor número uno de instituciones y avaladas por su sucesora, no han despertado ningún interés entre los ciudadanos por una razón: No son necesarias.
Los ciudadanos estamos conscientes de que el interés de desaparecer al Poder Judicial viene a ser un verdadero atentado a la democracia de nuestro país.
Lo quieren todo para ellos y no va a ser como en la era del PRI o PAN, de eso no hay la menor duda. Si revisamos la historia contemporánea de nuestro país, encontraremos que ningún gobierno, esos que tanto criticaron y siguen criticando, se atrevió a tanto como lo hizo el tabasqueño, el mismo que se jactaba de mandar “al diablo las instituciones” y hoy vive recluido en su búnker, al menos eso dicen.
Ningún gobierno anterior a ellos se atrevió a desmantelar las instituciones que se fueron construyendo con el paso del tiempo. Menos aún, a pisotear no sólo las leyes sino a nuestra Constitución.
¿Qué castigo puede haber para individuos como los que llegaron al poder con una máscara de honestidad?
Sólo uno, ser juzgados como traidores a la patria, no hay más. Pero ¿quién se atreverá a señalarlos, acusarlos y juzgarlos? ¿Los que “triunfen” en las elecciones del domingo 1 de junio?
No lo creo. Para ello se requiere de mucho valor y amor a la patria.
¿Conoce usted a los participantes que aparecerán en las boletas? ¿Conoce su desempeño? ¿En qué han participado? ¿le brindaría usted su confianza a la “pelangocha” de la vecindad que insultó a su vecina? o ¿a la que plagió su tesis y utilizó sus influencias para prohibir que se hable de su fraude? ¿Quién desea ser parte del engaño?.
En lugar de elecciones engañosas y amañadas como las que están a punto de llevarse a cabo, se hubiera establecido un programa de promociones y ascensos diseñado por verdaderos profesionistas, académicos con experiencia, que estudien y avalen la calidad profesional, académica y ética de los aspirantes.
Así, se podría elegir los mejores perfiles para los cargos en el Poder Judicial, sin destruirlo como pretenden hacer. México requiere de personas preparadas dispuestas a velar por la justicia.
Y las hay, ¡por supuesto que las hay en nuestro país! Excelentes profesionales, excelentes maestros conocedores de las leyes.
Sólo que, en vez de hacer las cosas bien, se prefirió realizar elecciones innecesarias por capricho y por venganza. Elecciones costosas que no debieron autorizarse. ¿De verdad el pueblo “bueno y sabio” lo pidió cuando eligieron presidente? O ¿la destrucción del Poder Judicial obedece al compromiso contraído con criminales? Son preguntas aún sin respuesta.
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