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¡‘Vuelan’ la Presidencia!

Por Néstor Jiménez

Publicado el domingo, 19 de noviembre del 2017 a las 04:00


El pequeño Abel, curioso observaba cómo los Revolucionarios del General Francisco Murguía entraban a Cuatro Ciénegas.

Monclova, Coah.- El pequeño Abel, curioso observaba cómo los Revolucionarios del General Francisco Murguía entraban a Cuatro Ciénegas provenientes de la región Centro del Estado.

El pequeñín de escasos 11 años de edad, no perdía detalle de todo lo que acontecíó: Los bufidos de los caballos a orillas de la plaza principal, cómo los hombres descansaban a la sombra de los árboles.

Algunos tomaban café de grano grande en esa primavera de 1914 y el terrenal de Marzo no se hacía esperar con cierto fresco del anterior y caduco invierno.

La estampa era coronada por el inmenso y pintoresco cerro del muerto que le da el característico al hermoso poblado conocido también como “la tierra del Barón de Cuatro Ciénegas”.

Murguía sabía perfectamente que era cuestión de tiempo que las huestes del General Joaquín Mass, triunfador de la recuperación de Monclovam entraran a Ciénegas y tenían que sorprenderlo.

Abelito, posiblemente agazapado en un árbol para “echarse mejor todo al morral”, miró claramente cuando algunos soldados entraron con unas extrañas cajas a la Presidencia Municipal.

Técnicos artilleros expertos en bombas entraron a la presidencia y duraron minutos llevando a cabo una misteriosa labor supervisada de cerca por Murguía.

Ponían especial atención en el teléfono del despacho del alcalde, pero no realizaban llamada alguna. Lo que hacía más misterioso las acciones que por más que el infante quería saber no comprendía.

Rociaban con algo extraño los alrededores del inmueble y parte de la Iglesia contigua. La gente parecía ajena a las acciones y trataba de seguir su vida normal en el apacible pueblo hoy Mágico.

Sin embargo, muchísimos años después la narración del pequeño a sus futuros hijos sería invaluable para saber lo ocurrido en esa entidad enclavada en la región Desierto. Así que sorpréndase al igual que lo hizo ese niño con ésta página histórica que gracias a sus inocentes ojos no fue olvidada para la posteridad.

LA RETIRADA AL DESIERTO

Antes de cabalgar rumbo al oeste de Coahuila, el General Francisco Murguía decidió inutilizar los trenes que había en los patios del ferrocarril en Estación Monclova.

Se habían librado las batallas de la Ermita de Zapopan y la Loma de la Bartola, donde los federales salieron avantes y los rebeldes decidieron replegarse rumbo a Nadadores debido a los refuerzos Huertistas que llegaron a Estación Fierro.

Por ello se tomó la decisión de quemar todo el material que existiera en la Estación y evitar con ello que fuera parte del armamento de los enemigos además de retrasarlos.

La antigua estación en la hoy Ciudad Frontera, fue arrasada por el fuego además de los trenes y al grito de retirada se fueron a San Buenaventura, donde el 15 de marzo de 1914 se libró una batalla estando al frente el General Cesáreo Castro.

Una y mil situaciones se vivieron al paso de la Revolución Mexicana por nuestra región: Para algunos, los combatientes fueron héroes y para otros villanos, pero… ¡todos pasarían a la historia!

Sin embargo, hay páginas sumamente desconocidas que se escribieron en la revuelta fratricida que sumergió a México en un inmenso baño de sangre entre los años 1910 y 1919.

Carranza ya iba con su comitiva leguas delante y la plebe organizada de Murguía necesitaba tiempo para llegar a Ocampo, internándose en el desierto.

Por ello tramó un plan que sorprendería a todos… ¡Propios y extraños! Una estratagema de la que se hablaría mucho y no solamente por los resultados sino por lo radical de la decisión.

¡ESTALLIDO Y MUERTOS!

En su detallada monografía de Ciudad Frontera, José Díaz Plascencia se refiere a un caso singular del cual asegura dejó un triste recuerdo para los habitantes de la tierra de Ciénegas.

El cronista fronterense compartió la narración del importante historiador Sergio L. González, cuyo padre era nada menos y nada más que el pequeño Abel, testigo de primera mano de aquel pavoroso día.

Plascencia escribió textualmente en su obra lo que Don Abel González Figueroa presenció a los 11 años y relató posteriormente a su familia, entre ellos su hijo Sergio:

“Murguía dejó dinamita oculta, conectada al teléfono de la presidencia municipal de Cuatro Ciénegas, y rápido marchó rumbo a Ocampo, al llegar los federales trataron de inmediato de comunicar la victoria al cuartel de Monclova, el teléfono activó la carga explosiva y se produjo el dantesco estallido, unos soldados federales fueron proyectados muertos a gran distancia, los vimos enganchados en las copas de los árboles de la plaza”.

La explosión fue espeluznante y los edificios quedaron destruidos mientras que los soldados del Gobierno estaban confundidos y diezmados. La gente se hallaba oculta, aterrada.

Presuntamente eso ahuyentó a los efectivos de Mass, mientras que pedazos humanos se hallaban en lo que hasta ese día era el palacio municipal de Ciénegas.

Fueron importantes bajas las causadas a “Los Pelones” a quienes no les quedó otra que recoger los cadáveres de sus compañeros.

Tras pasar los momentos críticos, se dice que los cieneguenses protestaron ante tal acción y Murguía se comprometió que tras llegar Don Venustiano Carranza a la Presidencia de la República les construirían otra Presidencia e iglesia.

Díaz Plascencia indicó que durante el mandato del licenciado Gustavo Espinoza Mireles, gobernador de Coahuila desde el 6 de septiembre de 1915 al 7 de abril de 1917, por instrucciones expresas del Presidente Carranza se dio la orden de construir la nueva Presidencia Municipal. Para ello se instaló el ramal férreo de Sierra Mojada a Ciénegas transportándose los materiales por medio del tren, principalmente las piedras.

Y no sólo eso, también se mandó levantar la parroquia para beneplácito de los feligreses que atestiguaron cómo Murguía cumplió con su palabra.

DEL DESIERTO AL NORTE Y AL CENTRO

El ejército del General Murguía salió de la cabecera municipal de Ocampo con rumbo a Sierra Mojada, donde por medio del ferrocarril obtendría un importante cargamento de armas, municiones y piezas de artillería que le envió Carranza que estaba en Ciudad Juárez, Chihuahua.

Armado hasta los dientes se dirigió a Sabinas y posteriormente a Allende, donde combatió fuertemente a los Federales y fue hasta el 25 de abril de 1914 cuando tomó Piedras Negras.

Además, a sabiendas de los daños realizados a las vías férreas, trenes y estaciones meses antes, Murguía ordenó la reparación inmediata del ferrocarril entrando y recuperando Estación Monclova (Ciudad Frontera) el 16 de mayo, siendo Presidente Municipal desde marzo, Ismael Castro, tras la renuncia de Antonio Cárdenas Villarreal.

A partir de esa fecha se instaló el cuartel general en el Hotel Internacional con cerca de dos mil 500 hombres.

Actualmente, la Presidencia Municipal de Cuatro Ciénegas tal como la conocemos es la que se construyó luego de volar los revolucionarios el antiguo edificio. De vez en cuando es bueno sumergirse en la historia, y gracias a los trabajos de Díaz Plascencia o Sergio L. González sabemos lo que ocurrió antes que nosotros existiéramos.

GENERAL FRANCISCO MURGUÍA

Nació el 4 de marzo de 1873 en la Hacienda de Mahoma, en el municipio de Mazapil, Zacatecas, hijo de José María Murguía y Emeteria López. En sus inicios era fotógrafo y vivió en Monclova donde se casó con la sabinense Aurora González. Se inició a la Revolución Mexicana y fiel partidista de Carranza ganándose el apodo de “Héroe de León” al participar en infinidad de batallas. Considerado como un excelente estratega. El 1º de noviembre de 1922 fue fusilado por soldados del ejército de Álvaro Obregón, tras ser enjuiciado por un consejo de guerra al tratar de derrocar a este.

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