La escena de Venezuela, la Venecia chiquita, nos llena de preguntas, más que de respuestas. Tras más de 20 años de barbaridades de cualquier tipo, la horda en el poder echó al caño todo lo construido, en aras de un poder que no tuviera contra, sin importar la vida y condiciones de su población.
La cosa no es tan sencilla como poner un nuevo payaso que permita abusos de un nuevo amo, lo correcto es un gobierno que devuelva a esa rica nación, las condiciones en las que su gente recupere su derecho a trabajar, trabajar y trabajar, para hacerse de una vida productiva, que sumada a las vidas productivas de sus demás compatriotas vuelva a ese país a la ruta del éxito y abundancia.
En el caso de México, la gavilla en el poder ha llevado las cosas a un limite tal, que solo por medios violentos podremos recuperar el camino de la decencia, en un país no tan rico, pero que amamos y nos resistimos a dejar.
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