Arte

Publicado el miércoles, 27 de agosto del 2025 a las 04:17
Ciudad de México.- México es un destino cargado de significado para la poeta y artista visual Cecilia Vicuña (Santiago de Chile, 1948), cuya trayectoria sigue enriqueciéndose con cada nueva visita.
Fue aquí donde hace sólo un lustro tuvo su primera exposición retrospectiva en América Latina, Veroír el Fracaso Iluminado, en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC). Y mucho antes de eso, siendo Vicuña casi una veinteañera, la revista mexicana El Corno Emplumado fue el primer lugar donde se publicó su poesía.
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Dijeron que yo era el último fruto del gran árbol dadaísta”, recuerda con gusto la creadora chilena en entrevista remota previo a su próxima participación en la edición 2025 de la Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios (Filuni), que arrancó ayer en la UNAM con la Universidad de Chile como invitada de honor.
En este nuevo paso por el país, Vicuña llega ostentando un inédito reconocimiento como embajadora cultural de su nación, lo cual es particularmente valioso teniendo en cuenta que no fue sino hasta hace apenas unos años que su trabajo comenzó a valorarse tanto en Chile como a nivel regional.
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Es maravilloso e inesperado porque a lo largo de mi historia, y en general para toda mujer creadora latinoamericana, el lugar al que le cuesta más reconocer la existencia de una mujer creadora es su propia tierra”, señala la también cineasta y activista septuagenaria, enlazada desde Nueva York, donde reside desde 1980.
“Creo que esta es la primera vez que yo recibo ese título de embajadora cultural de Chile. Entonces, me parece fantástico”, celebra. “Y que esto suceda en México, para mí es tremendamente significativo”.
Vicuña presentará en el Centro de Exposiciones y Congresos de la UNAM dos publicaciones editadas por la Universidad de Chile con el patrocinio de Fundación Arte Precario: la primera reedición chilena de Precario/ Precarious, publicada originalmente en 1973 por el sello independiente Tanam Press, y también la primera traducción al español del libro QUIPOema, lanzado en 1997 por la Universidad Wesleyan.
Ambos títulos son considerados obras pioneras del movimiento de la ecopoesía, al recoger diferentes formas de poesía espacial ejecutadas por la creadora chilena, quien se refiere a ello como “una poética impermanente de lo que desaparece” en respuesta a la catástrofe ecológica.
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Mi arte precario nació, precisamente, porque ya a mediados de los 60 se sabía perfectamente que estábamos destruyendo el planeta, y que la vida humana y la civilización corría peligro por eso. Fíjate, de eso hace ya más de 50 años y, sin embargo, se sigue negando; entonces, seguimos cada vez más en camino hacia la extinción”, advierte.
Ahí está, por ejemplo, su primerísima exposición, Otoño (1971), para la que llenó de hojas secas del Parque Forestal una sala del Museo Nacional de Bellas Artes, en Santiago; la idea era celebrar la estación que daba título a la muestra, con “la muerte de las hojas como proceso de renovación de los árboles y de la tierra”, detalla Vicuña.
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