Saltillo, Coahuila.- El amor y la pasión que provoca el ballet en aquel que lo practica quedaron demostrados la noche del sábado cuando la gala de ballet de la Escuela de Danza del Estado se presentó en el Teatro de la Ciudad Fernando Soler como parte de los festejos por el 38 aniversario de este recinto.

Los bailarines, conformados por niñas, niños y jóvenes, dieron muestra de lo aprendido en la escuela. Los invitados de honor en esta ocasión fueron la saltillense Ana Elisa Mena, Primera Bailarina de la Compañía Nacional de Danza, así como el cubano Roberto Rodríguez, Primer Solista de la misma Compañía.

La gala, que contó con un programa dividido en seis actos, ofreció la oportunidad de que el público apreciara la danza clásica que se realiza en la ciudad.

La primera pieza de la noche fue Canciones por la Paz, que contó con la música de Vivaldi. Aquí las más pequeñas de la Compañía estuvieron acompañadas de los bailarines más avanzados.

La coreografías mezclaban a los bailarines principales y más experimentados con los debutantes para formar parte del mosaico de florituras corporales.

Fantasía

Al caer el telón y levantarse por primera vez, apareció una escena de ensueño y fantasía: un bosque y un castillo en ruinas que presentaba Giselle Pas de Deux, obra que llevaba la música de Adolph Adam y coreografía de Marius Petipa, y representada en esta ocasión por Ana Elisa Mena y Roberto Rodríguez, quienes aparecieron en el escenario ataviados de blanco.

Los dos bailarines demostraron la razón del porqué son los principales dentro de la Compañía Nacional de Danza, y deleitaron al público con su maestría en la danza.

Llanto del Cielo fue la tercera obra en aparecer ante los ojos de los espectadores. La pieza inició con una serie de siete paraguas en el escenario que ocultaban a las bailarinas, quienes estaban bajo una luz roja que hacía juego con lo oscuro de sus trajes.

Tributo

Los danzantes se dieron tiempo para homenajear a la legendaria bailarina Gloria Contreras con la obra llamada A la Contreras, cuyos pasos fueron coreografiados por Roberto Rodríguez, mientras los alumnos de la escuela danzaban con música de Bach.

El turno de las niñas de preballet llegó cuando tuvieron que presentar una pieza escrita sólo para ellas: Regresando a la Inocencia, obra en la que las pequeñas representaban juegos de niños en patios de escuela.

El gran final de la gala fue Suite de Bayadera, en la que participaron todos los bailarines: desde las pequeñas niñas hasta Elisa Mena y Roberto Rodríguez, en una historia que llevó hasta el Medio Oriente.

Con una escenificación con palmeras de fondo y la arena del desierto del Sahara, fueron apareciendo jóvenes, quienes representaban siervas del palacio de un califa, mientras que los bailarines principales aparecieron ataviados con ropas orientales para después representar una boda.

Los últimos dos arcos de la Suite fueron Pas de Deux del Esclavo, en la cual dos jovencitos se posaban sobre el escenario, mientras que la Danza de los Salvajes hizo aparecer una serie de niñas que se movían en círculos por el escenario.