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Buenos Aires, Argentina.- El ex presidente argentino Néstor Kirchner deja como principal legado la recuperación económica del país, la férrea defensa de los derechos humanos y un estilo de confrontación que le valió duras críticas.

Kirchner, quien se preparaba para volver al gobierno en las elecciones generales del próximo año, protagonizó en diciembre de 2007 una escena inédita en América Latina al entregar la banda presidencial a su esposa Cristina Fernández.

Al momento de dejar la Casa Rosada, Kirchner contaba con simpatías de entre 60 y 70 por ciento, situación que no disfrutaron quienes lo antecedieron desde que en 1983 Argentina recuperó la democracia.

Esta cómoda situación de popularidad era impensable a principios de 2003, cuando el entonces gobernador de la patagónica provincia de Santa Cruz anunció que se postularía a la presidencia.

Argentina aún se encontraba sumida en la grave crisis que había dejado Fernando De la Rúa al renunciar al cargo en diciembre de 2001, y era gobernada de manera interina por Eduardo Duhalde, quien decidió apoyar a Kirchner.

El hasta entonces gobernador de la patagónica provincia de Santa Cruz asumió como presidente en mayo de 2003 y aprovechó sus primeros meses de gobierno para reformar la desprestigiada Corte Suprema de Justicia.

Con la ayuda de su ministro de Economía, Roberto Lavagna, Kirchner fue revirtiendo indicadores negativos que eran producto de la década menemista y de la crisis de 2001, una de las más graves sufridas por el país sudamericano.

Así, en diciembre de 2007 Kirchner le entregó a su esposa un país que había dejado atrás una larga recesión y registraba un crecimiento económico acumulado de 39 por ciento.

También dejó reservas por 42 mil 800 millones de dólares, que contrastaban con los escasos 10 mil millones de dólares que él recibió cuando empezó a gobernar.

Las cuentas macroeconómicas le salieron bien, ya que abandonó la presidencia con un Producto Interno Bruto que creció 51.1 por ciento durante su mandato, mientras que la deuda pasó de 180 mil a 136 mil millones de dólares.

En materia social, el desempleo bajó de 20 a 7.5 por ciento y la pobreza se redujo del 50 a 29.2 por ciento, aunque la amplia brecha en el reparto de la riqueza no se redujo y fue una de sus deudas pendientes.

Acusado de autoritario, Kirchner gobernó sin reuniones de gabinete ni debates legislativos, ya que emitió 249 decretos que no pasaron por el aval de diputados ni senadores, y fue favorecido por la ausencia de una oposición articulada.

También se distinguió por pelearse de manera permanente con la prensa, además de que se convirtió en su propio ministro de Economía y se negó a asumir los graves escándalos de corrupción que ensombrecieron su gobierno.

En materia de derechos humanos, Kirchner sorprendió en la Asamblea General de Naciones Unidas, en septiembre de 2003, al declarar que “todos somos hijos de las Madres de Plaza de Mayo”, las mujeres que seguían exigiendo justicia por los crímenes cometidos en la dictadura.

Aunque nunca antes se había sumado a la larga lucha por la memoria y justicia, Kirchner se ganó a gran parte de las organizaciones al impulsar la derogación de las leyes que habían permitido la impunidad de los represores.

Gracias a ello, hoy están en marcha decenas de juicios por delitos de lesa humanidad y cientos de militares, policías y cómplices de secuestros, torturas y desapariciones, han sido condenados.