Seguridad
Por Agencias
Publicado el viernes, 13 de enero del 2012 a las 01:39
El Occidental / Zapopan, Jalisco.- Los ojos de decenas de vecinos de la colonia Arroyo Hondo del municipio de Zapopan, se inundaron de asombro, incredulidad y melancolía al apreciar la forma en que peritos del Servicio Médico Forense (Semefo) sacaban uno a uno los cuerpos en avanzado estado de descomposición de siete de sus contiguos, quienes apenas tenían 22 días residiendo en la zona. Acerca de la muerte de ellos, todo parece indicar que el jefe de la dinastía abrió las llaves del gas LP para dar muerte a sus cinco hijos y esposa, para finalmente conectarse a uno de los cilindros y también dejar de existir.
Desde las 15:00 horas de este miércoles, colonos vieron rondar patrullas de la Policía Municipal por la avenida Guadalupe Victoria, también conocida como Las Torres; esto luego de que algunos de ellos denunciaran que sobre esa vialidad entre González Ortega y Juan Álvarez se percibían fétidos olores, así que los uniformados se presentaron para corroborar las versiones; pero a decir de los vecinos, los hedores emanaban de la finca marcada con el número 242 de Las Torres. Para afirmar que dentro había algún cuerpo, los gendarmes pidieron permiso para trepar a las azoteas aledañas y acercarse a la vivienda por la parte trasera. Ya ahí se dieron cuenta de que un par de ventanas estaban abiertas y se percibían varios cuerpos humanos envueltos en cobijas; fue entonces que se solicitó la presencia de agentes investigadores, Ministerio Público y del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses. Mientras los uniformados conseguían las llaves para que los mencionados ingresaran a la vivienda.
A su llegada abrieron la residencia, misma que al instante bufó hedores a cadáver en descomposición, que se propagaron en toda la cuadra. Ya dentro los peritos abrieron las ventanas repletas de moscas, para que se ventilara el lugar y poder trabajar.
A los pocos minutos se difundió entre las autoridades presentes, que en el interior se hallaban los restos mortales de siete personas, cinco de ellas menores de edad, siendo éstos cuatro mujeres y un bebé recién nacido; así como la pareja de padres.
Mientras la averiguación se efectuaba, los vecinos a las afueras no podían creer lo que estaba aconteciendo. Algunos de ellos declararon a EL OCCIDENTAL que la familia tenía apenas 22 días habitando la morada, pero desde el principio se percataron que el silencio era característico en todos, así como el aislamiento, pues poco salían a convivir con los demás. Los señores de la casa se dedicaban a la venta de papas fritas, elotes y tamales, los cuales cocinaban en el exterior. Asimismo afirmaron que desde el pasado 31 de diciembre no se veía movimiento alguno en la casa y en cambio, desde hace aproximadamente cinco días la peste era perceptible.
Las horas pasaban y la indagación parecía ir para largo, en tanto que la información en torno a las causas del deceso de los siete seres era cada vez más confusa. Sin embargo, una de las líneas de investigación adoptada por la Procuraduría General de Justicia Estatal (PGJE) y que hasta el momento es la más cercana a lo que realmente pasó, apunta que el padre de familia de nombre José Tamayo Raygozo, de 38 años, antes de morir abrió todos los conductos de gas LP que se tenían en el interior, después de esto el jefe de familia conectó una manguera a uno de los cilindros de 30 kilogramos y se la introdujo en la boca, a la vez que se colocaba una bolsa de plástico de color blanco en la cabeza, para crear una “cámara de gas”.
Finalmente alrededor de las 20:00 horas, un par de camionetas del Semefo se acercaron a la residencia de doble piso para sacar los cadáveres; los primeros en abandonar el lugar fueron los padres: José Tamayo y su esposa, además del bebé de cuatro meses de nacido, por último las hijas (de nombres aún no revelados) de 10, 12, 14 y 16 años, que quedaron en la parte superior de la vivienda.
Para su examinación, los siete cuerpos que presentaban cerca de ocho días de evolución cadavérica se trasladaron a las instalaciones del Semefo de la calle Belén, en el Centro de Guadalajara; en donde además se espera, aparezcan consanguíneos para identificarlos.
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