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Acapulco y la realidad

Por Peniley Ramírez

Hace 1 semana

Carlos ha vivido en Acapulco toda su vida. El año pasado, cuando “Otis” azotó al puerto, estaba en su casa. El huracán devastó la ciudad en unas cuantas horas.

Los primeros días, en su barrio, se iluminaban con velas. Estuvieron semanas sin electricidad. Se entretenía hablando con su familia, sin televisión y sin celulares. Su preocupación era de qué iban a vivir. Entonces, escucharon sobre el censo.

Muchos se fueron de la ciudad en cuanto pudieron. La falta de electricidad y la amenaza del dengue los ahuyentó. En esos primeros días, la prensa reportaba las casas destruidas, los hoteles en ruinas, la ausencia del Gobierno municipal y estatal, la decisión del Gobierno federal de concentrar toda la ayuda que llegaba a Acapulco en manos de militares.

En aquellos días, mucha gente estaba decepcionada de Morena “porque la Alcaldesa y la Gobernadora no hacían nada. Pasó mucho tiempo para que llegara algo de ayuda”, me dijo José Luis, otro sobreviviente. Después del censo, la popularidad de Morena se disparó. No publicó sus apellidos para proteger su identidad.

En los meses siguientes, desde noviembre de 2023 hasta antes de Semana Santa, quienes lograron que censaran sus viviendas como afectadas recibieron dinero federal. Si varias familias habían construido en un mismo terreno, los censaron por separado. Los que lograron entrar en el censo, recibieron primero efectivo y luego cupones para despensas.

En los estacionamientos de los centros comerciales, varias veces por semana, la gente se formaba desde las cuatro de la mañana para recibir las despensas. “Nos daban unas bolsotas con todo lo necesario. Desde aceite y arroz hasta de todo”, me dijo Carlos. Además, les daban cupones para comprar carne y verduras.

En varios pagos, les dieron dinero para reparar sus casas, colchones y licuadoras. Incluso quienes no lograron entrar al censo, como José Luis, comenzaron a pensar que “este Presidente sí ayuda”.

Hoy, Acapulco luce aún como un sitio de guerra en recuperación. En las carreteras y en las calles, aún pueden verse casas a medio reconstruir, escombros y árboles que el vendaval sacó de raíz. Esta semana se cumplieron seis meses del huracán “Otis”. Ahora, comienza a preocuparles el choque de la realidad.

Ernesto fue de las personas privilegiadas que no se quedó sin empleo en los meses en que Acapulco se paró, cerraron los hoteles, se esfumaron los turistas y la ayuda del Gobierno era la única esperanza para sobrevivir. En su trabajo, cambió su habilidad de preparar tragos por una nueva, para recoger y limpiar escombros, aprender tareas de albañil y hacer lo que hiciera falta “para volver a abrir pronto”. Desde esa posición menos precaria (también logró entrar al censo y recibió ayuda federal), vio cómo muchos de sus colegas se quedaron sin trabajo, cómo algunos dueños de negocios insistían a sus empleados en que nadie tomara ni compartiera fotos del desastre “para no ahuyentar más a los turistas”.

Ahora, Ernesto teme lo que viene. La ayuda federal se paró, por la veda electoral. Un poco más debe llegar después, según está planeado. Algunos hoteles han reabierto. Otros, como el icónico Elcano, quebraron y liquidaron a sus trabajadores.

En la Semana Santa, volvieron los turistas. Una algarabía recorrió la ciudad. Pero las cifras de ocupación contienen una nueva realidad, con menos hoteles abiertos y menos gente empleada. Aún hay trabajo, dice Ernesto, sobre todo de albañil, por todo lo que falta por reconstruir. Pero esos sueldos no son suficientes para mantener a una familia. “Ahora que se acaba la ayuda del Presidente, vamos a enfrentar la realidad”, me dijo Ernesto.

Hace unos días, Claudia Sheinbaum visitó Acapulco. El partido le organizó un evento multitudinario. “Todo el mundo acá está con Claudia”, me dijo José Luis. “Hasta la gente que antes no estaba con Morena”. En el evento, Sheinbaum dijo: “Acapulco está de pie gracias a un Presidente humanista que nunca dejó sólo a Acapulco, que acompañó a cada familia y la sigue acompañando, que ha acompañado a empresarios, a comerciantes”.

La ciudad le debe su recuperación al Presidente, fue a recordarles la candidata de su partido. Sin embargo, después de las ayudas, después de la popularidad durante las campañas, viene la realidad.

 

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