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¡AMLO: ‘Beso del Diablo’ al embajador Salazar!

Por Ricardo Alemán

Hace 1 año

El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, ya prepara maletas para regresar a su país.

¿Y por qué la repentina retirada, si en México era el “visitante frecuente” y consentido de Palacio? Precisamente por eso, porque luego del inédito “romance diplomático” con el huésped de Palacio, López Obrador terminó por darle el “Beso del Diablo” al diplomático norteamericano quien -a su vez- acabó enamorado del “sencillito” Presidente mexicano; un amorío político, sin duda.

Amor que sea en política o sea en diplomacia tiene todos los inconvenientes imaginables y ningún beneficio para las partes. Y es que Ken Salazar nunca entendió que su personalidad pedestre y su origen –justamente seleccionado para conquistar el carácter de un tabasqueño como el Mandatario mexicano– en realidad debieron ser “una herramienta” para “suavizar” al autócrata y autoritario López Obrador.

Sin embargo, en los hechos, ese “encantador de serpientes” que despacha en Palacio terminó por “encantar” al modesto exsenador de Colorado, al extremo de que el representante diplomático en México terminó por creer todas las mentiras que a diario le contaba el tabasqueño.

Mentiras y dislates que, sin ningún rigor político y diplomático, a diario reportaba el embajador Salazar a su Gobierno. Pero en la Casa Blanca “prendieron los focos rojos” cuando se percataron que los reportes que llegaban a Washington procedentes de la Embajada de México no eran distintos a las ocurrencias y dislates presidenciales que –a diario– publica la prensa mexicana sobre las “mañaneras” de AMLO.

En los hechos, el embajador Salazar había sido atrapado por “los encantos engañabobos” del Mandatario mexicano. Y frente a tal peligro se echó a caminar la eficiente “rueda del poder” en el imperio del norte.

Por eso, uno de los medios más influyentes de aquel país, The New York Times, soltó la bomba a manera de reportaje, apoyado “en versiones de funcionarios que prefirieron el anonimato”; el secretismo propio de la diplomacia y del poder.

Así lo escribió el influyente diario neoyorquino: “Existe una creciente preocupación dentro del Gobierno de Biden de que el embajador (Salazar) podría haber comprometido los intereses de Estados Unidos” en el desempeño de su misión diplomática. Según los entrevistados por el diario –funcionarios de la Casa Blanca– Ken Salazar “era el hombre perfecto para apaciguar” al Presidente mexicano, a partir del trato sencillo del exsenador demócrata de Colorado.

Sin embargo, las visitas reiteradas del estadunidense a la casa presidencial llevaron a Salazar a compartir la visión de López Obrador sobre aspectos fundamentales que –por pura casualidad– rechaza la Casa Blanca.

Temas como la Reforma Energética, las energías limpias y la alianza del Gobierno mexicano para entregar regiones completas al crimen organizado, entre otras.

Incluso, en Washington se especula que Salazar pudo alentar la decisión de López Obrador por boicotear la Cumbre de las Américas, en contra del propio presidente Biden. Pero además, llamó la atención la nula claridad del embajador Salazar frente a temas como la persecución y muerte de periodistas mexicanos y medios por parte de AMLO, el insistente debilitamiento de la democracia de nuestro país y, en especial, mentiras al mejor estilo “Trumpiano” como el llamado “fraude electoral” de 2006.

Al final de cuentas, el mensaje del Gobierno norteamericano a través del reportaje en el NYT, es que el embajador Salazar cruzó la línea de la traición y, por tanto, deberá ser retirado de inmediato o, en su caso, solicitar su retiro. Pero “la gota que derramó el vaso” aún estaba por venir.

Y es que horas después de que en primera plana el NYT publicó el reportaje sobre la “presunta traición” del embajador Salazar, López Obrador cometió la mayor pifia diplomática de su Gobierno.

¿Por qué? Porque en lugar de dejar que el propio Salazar respondiera al NYT, desde Palacio, AMLO defendió al diplomático mediante elogios sin límite y con palabras que suponen que más allá de una relación política y diplomática, existe una amistad personalísima entre Ken y Andrés Manuel.

Una “amistad” que, en política, se llama el “Beso del Diablo”. En palabras llanas, resulta que en su peculiar “estilo chabacano” López Obrador reconoció en la “mañanera” del martes su “romance diplomático” con el embajador de EU.

Un romance que para la política y la diplomacia norteamericanas es sinónimo de traición a la patria. Pero volvamos al principio. ¿Por qué a ese tipo de traición se le llama el “Beso del Diablo”.

Porque en política, y en especial en la política mexicana, “el beso del Diablo” es precisamente la marca de la traición.

Sí, López Obrador le dio el “Beso del Diablo” al embajador Salazar, y mientras tanto, si la estulticia de AMLO no terminan por abortar el próximo encuentro con Biden, la suerte de Ken está echada.

Por tanto, en el último tercio del Gobierno lopista, México no tendrá otro embajador norteamericano con la monumental ingenuidad del “bonachón” Salazar.

Al tiempo.

 

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