Vida
Publicado el jueves, 18 de diciembre del 2025 a las 14:33
Toluca, Méx. -En un mundo donde el abandono infantil sigue siendo una realidad, como el reciente caso ocurrido en Tultitlán, en el Estado de México, nos hace cuestionarnos el uso o implementación de las “Baby Boxes”, una alternativa para garantizar la seguridad de los recién nacidos cuyas madres, por diversas razones, no pueden hacerse cargo de ellos.
Estos dispositivos, que no existen en México, pero sí en otros países son instalados en hospitales, iglesias y estaciones de bomberos permitiendo dejar a los bebés de forma anónima en un entorno seguro. Sin embargo, su implementación ha generado un debate sobre sus beneficios y posibles riesgos.
Un sistema que salva vidas
Las “Baby Boxes”, también conocidas como “buzones para bebés”, son espacios diseñados con sensores de temperatura y alarmas silenciosas que notifican de inmediato a los servicios de emergencia cuando un bebé es depositado en su interior. En menos de cinco minutos, un equipo especializado llega al lugar para atender al recién nacido y garantizar su bienestar.
Por ejemplo, en Estados Unidos, la organización Safe Haven Baby Boxes ha liderado la instalación de estos dispositivos desde 2016. Para febrero de 2019, se colocó el séptimo buzón en Indiana, y hasta la fecha, la organización ha instalado más de 20 unidades, además de haber recaudado fondos para construir otras 100.
Aunque la iniciativa parece reciente, su origen se remonta a la Edad Media, cuando los llamados “expósitos con ruedas” –barriles giratorios colocados junto a iglesias, hospitales y orfanatos– ofrecían una alternativa para las madres que no podían cuidar de sus hijos. En la actualidad, países como Pakistán, Corea del Sur, Polonia, Rusia, Malasia, Alemania y Suiza han implementado sistemas similares.
Esperanza para algunos, controversia para otros
Las “Baby Boxes” han sido aplaudidas por organizaciones que buscan prevenir el infanticidio y el abandono de bebés en lugares inseguros. Sin embargo, no están exentas de críticas.
Algunos advierten que este tipo de soluciones pueden ser un refugio temporal, pero no una respuesta estructural al problema del abandono infantil, pues estos sistemas pueden incentivar la renuncia a la maternidad en lugar de brindar apoyo a las madres en crisis.
Otro punto de preocupación es el desconocimiento del historial médico del bebé, ya que el anonimato impide conocer antecedentes genéticos o de salud que podrían ser relevantes para su desarrollo.
Mientras algunos ven en estos dispositivos una medida de protección eficaz, otros insisten en que es necesario un enfoque más amplio que incluya educación sexual, acceso a anticonceptivos y apoyo psicológico y social para las madres en situaciones vulnerables.
En México el abandono de menores es un delito y por lo tanto no puede incentivarse que sea anónimo es una de las causas por las que en México no existen las famosas baby box.
El delito de abandono de menores está tipificado en el artículo 229 del Código Penal. Se aplica a quienes, teniendo bajo su responsabilidad a un menor o persona con discapacidad, lo dejan en situación de desamparo o riesgo grave, sin causa justificada.
Por tanto, no es necesario que exista un daño físico concreto; basta con que el menor quede expuesto a peligro por la falta de atención.
Un ejemplo es el de un tutor que deja de acudir a recoger al niño en el colegio de forma reiterada, o no se ocupa de sus necesidades básicas, como alimentación o higiene.
No existe un tiempo exacto establecido por la ley. Lo relevante no es la duración, sino la intención y las consecuencias del acto.
El abandono puede considerarse incluso aunque sea temporal, si durante ese periodo el menor queda en peligro o desatendido.
Por ejemplo, dejar a un niño solo en casa toda una noche sin supervisión puede constituir delito, dependiendo de la edad y las circunstancias.
Características del delito de abandono de menores
El delito de abandono de menores presenta varias características que permiten su identificación:
Cuando el menor queda sin vigilancia o cuidado, expuesto a peligros externos o internos, como lesiones, accidentes o malos tratos.
Se produce cuando el adulto no garantiza las necesidades básicas de alimentación, salud o educación. Un padre que no lleva al médico a su hijo enfermo, por ejemplo, incurre en omisión de asistencia.
El deber de protección recae en quienes ejercen la patria potestad, tutela o guarda legal. La ley no exige vínculo biológico, sino la existencia de una obligación legal de cuidado.
El abandono de menores puede adoptar distintas modalidades, según la conducta y la gravedad.
Es el más evidente. Implica dejar solo al menor, sin cuidado o supervisión, o exponerlo a entornos peligrosos.
Se da cuando el adulto desatiende las necesidades afectivas o psicológicas del menor. La indiferencia, el aislamiento o la falta de atención emocional pueden tener consecuencias graves en su desarrollo.
Ocurre cuando se incumplen los deberes económicos hacia el menor, como no pagar la pensión alimenticia o no proporcionar los recursos necesarios para su sustento. Este tipo de abandono puede vincularse con el delito de abandono de familia, previsto también en el Código Penal.
Las sanciones por abandono de menores varían según la gravedad de los hechos y las circunstancias del caso.
La ley establece que el abandono de un menor es un delito contra las relaciones familiares, recogido en el Título XII del Código Penal.
Las penas previstas son las siguientes:
Es importante destacar que las sanciones pueden agravarse si el abandono se produce junto a malos tratos o negligencia reiterada, o si el menor tiene una discapacidad.
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