Desde 1978 la economía estadunidense, a petición de la Reserva Federal (Fed), dispone de una oficina que registra el comportamiento de sus actividades económicas, particularmente sus ciclos económicos recesivos o de crecimiento. Sus integrantes han sido economistas e investigadores en esa área, ajenos a la Fed y, por supuesto, al Gobierno, lo que teóricamente la hace más confiable en las investigaciones que realice y en los resultados que presente. Con ello, también se pretende evitar el conflicto de intereses entre las partes.

En nuestro país, uno de los principales interesados en seguir el ejemplo del vecino del norte fue el Inegi, que en 2019 hizo un llamado a especialistas en la materia para que se ocupara de estudiar y certificar en forma oficial los ciclos de la economía nacional, de tal manera que quedara registrado la duración de los mismos y, en el caso de los decrecimientos, qué características debería mostrar la economía para considerar una recesión. Finalmente la convocatoria hizo eco y, sumándose otras instituciones al proyecto, en 2021 se organizó el Comité de Fechado de Ciclos de la Economía en México (CFCEM). Como se puede apreciar en los dos países, Estados Unidos y México, ambos comités se formaron en el ocaso del modelo keynesiano, así como en el advenimiento de la promoción de las exportaciones.

Uno de los primeros trabajos del CFCEM, fue la definición teórica de recesión, lo que hizo posible la calendarización de las fluctuaciones que ha experimentado la economía desde 1980 y hasta junio de 2020. La economía deja de crecer y se encoge cuando simultáneamente la mayoría de sus sectores tiene una tasa de crecimiento negativa, que generalmente fue precedida por una positiva de mediano o largo alcance, y no necesariamente cuando en dos trimestres consecutivos se presentaron tasas negativas de crecimiento.

Los resultados arrojados pueden ser sorpresivos para el más conspicuo defensor de la economía de libre mercado, que tal vez tuvo en mente que la marginación del sector público de la vida económica de un país dinamiza los sectores productivos. En el mencionado periodo (1980-2020) se identificaron seis recesiones (contracciones), siendo la más prolongada en tiempo, de 19 meses, de diciembre de 1981, a junio de 1983. Por otro lado, en el ciclo alcista, se reconocieron cinco expansiones del PIB.

Otro de los “hallazgos”  encontrados al acotar los ciclos negativos, fue la relación de estos con los de la economía estadunidense. En el periodo estudiado, de las seis recesiones económicas en México, solo dos coincidieron con una estadunidense, las de 2008 y 2020. La primera fue la crisis inmobiliaria y la segunda derivada del Covid-19. En el ejercicio presentado de ciclos económicos, aún no se registraba la debacle del PIB de 2020 a raíz de la pandemia.

Si ese estudio se extiende hasta marzo de 2022, resulta que la economía cayó a -8.4% en 2020 con respecto al año previo, mientras lograba un crecimiento de 5% en 2021, en relación con el año inmediatamente anterior; aun así, no compensaba la recesión del año previo. Aunque en forma casi marginal, la economía siguió creciendo, pues en el primer trimestre de 2022 se dio un aumento de 1%, respecto del trimestre precedente.

A manera de conclusión, se puede afirmar que las seis recesiones por las que ha atravesado la economía mexicana en un lapso de 40 años (1980-2020) determinaron que en dicho periodo se tuviera una tasa de crecimiento real promedio anual del PIB inferior a 3%, la cual fue insuficiente para paliar la amplia pobreza y vergonzosa desigualdad económica en la sociedad, que sigue siendo una onerosa carga moral y cívica para todos los ciudadanos conscientes de la realidad que se vive en México.