En la primer década del siglo 20, México vivía un claro estado de satisfacción.
La mayor parte del país comunicado por ferrocarriles y telegrafía, un naciente sistema educativo, una paz desconocida por décadas para el pueblo mexicano.
Ciertamente, no era el paraíso, pero las condiciones de desigualdad eran muy similares a muchos países europeos. Un minero en Inglaterra, Suecia o Polonia, tenía las mismas condiciones y rezagos que un minero en México.
Hubo movimientos sindicales en algunas partes de México, igual que sucedía en Estados Unidos y Europa, pero lo ciudadanía no clamaba porque se fuera don Porfirio Díaz, que era héroe de guerra, y había mejorado las condiciones estableciendo una enorme diferencia con los Gobiernos posteriores a la declaración de Independencia, incluyendo a Juárez, que ya bien sentado en la silla, desprecio a combatientes de la guerra que lo hizo permanecer en el poder, y a las comunidades indígenas, Lerdo de Tejada, que lo sucedió, fue un completo inútil.
El inicio de la Revolución no fue espontáneo, había un heredero de una familia de políticos coahuilenses, Madero, que intentaba ser presidente, y por ello, fue encarcelado, eso coincidió con una entrevista, en Ciudad Juárez, entre el presidente norteamericano Taft, y el general Porfirio Díaz, por México. Díaz dejó claro que seguía en la actitud de nula sumisión al gobierno gringo que lo caracterizaba, y eso precipitó las acciones del gobierno gringo, aprovechando que había un levantamiento en Cuchillo parado, Chihuahua, contra el gobernador Terrazas, por un despojo de tierras contra los lugareños. El levantamiento fue exitoso en derrotar al batallón enviado, que como mayor dificultad tuvo esa aneja costumbre de demorar las entregas de dinero, sumado a la pericia de los lugareños en el combate, por tener siempre el problema de defenderse de pieles rojas que se refugiaban en México, armados con carabinas winchester 30-30 semiautomáticos, contra los fusiles de cerrojo que usaban los soldados mexicanos.
Cuando se anunció la entrada al conflicto, por parte de Francisco I Madero a la lucha por derrocar a Díaz, ya estaba ganada la batalla en Cuchillo parado, y con moverse unos kilómetros, tomaron Ciudad Juárez ya con más armamento proveído por el gobierno gringo.
Díaz renunció al cargo y se marchó del país, tenía Ejército suficiente para resistir, pero decidió evitar un derramamiento de sangre.
Cuando Madero entró triunfalmente a Ciudad de México, la gente lo recibió gustosa, más por la tradición mexicana de festejar cualquier cosa. Meses después Madero era despreciado por la prensa capitalina. Cuando Madero fue derrocado y asesinado, la gente también festejo el triunfo de Victoriano Huerta, hasta con desfile, a pesar del sangriento golpe de estado, decidido y administrado por el embajador gringo en México.
Y ahí empezó la sangrienta Revolución que causo la muerte de cientos de miles, la oportunidad para la izquierda, que hasta incluyeron el mito de su participación en la Revolución, y el retraso nacional.
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