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Coahuila

Día de las Madres

Por Cholyn Garza

Hace 1 año

Una fecha por demás maravillosa ha sido siempre el 10 de mayo.  Día dedicado a las Madrecitas de nuestro país.  Desde la primera celebración en las escuelas, donde los niños participaban en un lindo programa organizado por las maestras, el entusiasmo se desbordaba para hacer sentir a las lindas madrecitas, a todas ellas, las reinas del evento.

Recuerdo con gran emoción esa fecha en diferentes años.  Bailables, canciones, poesías y más, todo preparado con muchísimo cariño.  

En primera fila -que realmente eran muchas filas, todas de primera- estaban las hermosas madrecitas de los alumnos.  Un festival organizado con gran entusiasmo y cariño por las maestras, en su mayoría madres también.  

Qué bonitos y agradables recuerdos de años idos.  Además del festival artístico había siempre un obsequio para las madrecitas en su día.  Un regalo elaborado por los propios alumnos para ser entregado ese día a su mamá; obsequio que ella recibía con entusiasmo y emoción porque lo había hecho con sus propias manos su princesa o bien su príncipe, según fuera el caso.

Las clases de manualidades en las escuelas fueron de gran aprendizaje en el alumnado.  No sólo nos mantuvieron ocupados realizando alguna tarea que nos ponía el personal docente, sino que nos enseñaron a diseñar, a realizar lo que cada alumno -niña o niño- eligiera y a mostrar las habilidades que se tenían.

Gracias a las manualidades que nos enseñaron nuestros queridos maestros -ellas y ellos, según el caso- se preparaban hermosas exposiciones para el final de cursos.  En cada salón se presentaban todos los trabajos que durante el año los alumnos elaboraban bajo la guía y supervisión de maestros. 

Cómo no recordar esos tiempos maravillosos de nuestra niñez. Etapa que hoy muchos niños ya no disfrutan por diversas razones.

El personal docente ha jugado un papel importantísimo en la educación de la niñez de nuestro país.  Gracias a Dios, pertenezco a una generación que tuvo la dicha de gozar de un ambiente sano en las diferentes actividades que se realizaban.

Nuestros maestros, nos enseñaron a actuar con disciplina, con respeto hacia los demás, era el binomio perfecto para la educación.  Maestro-padres de familia formaban un verdadero equipo, más que de trabajo era de colaboración para formar niños en jóvenes y adultos responsables.

¿Quién no recuerda a su maestro de primaria? ¿Quién no recuerda las travesuras de una época feliz? ¡Claro! Se recuerda también la reprimenda a que se hacían acreedores los alumnos traviesos.

Castigo por partida doble.  Uno de parte del maestro y el segundo en casa cuando los padres se enteraban de lo que su hijito había hecho.

Fueron reprimendas merecidas y fue una época en que al maestro se le respetaba.  Era autoridad en la escuela. 

Dirán algunos abuelos de ahora, niños de hace ya algunas décadas, que en ocasiones había maestros que se excedían en sus regaños y correcciones.  Es cierto.  Ese jalón de patilla debió doler mucho o el coscorrón dado con fuerza.

A pesar de esos excesos que, por supuesto, fueron tal vez innecesarios, muchos niños que recibieron ese tipo de castigo aún recuerdan con afecto a sus maestros.  Hasta son capaces de hacer bromas al acordarse de las reprimendas.

Los tiempos cambian; sin embargo, todo cambio debería ser para mejorar.

Hoy en día, nuestros niños, los jóvenes, están viviendo situaciones de violencia que no se justifican.  Las diversiones ya no son tal si se convierten en desapariciones, agresiones contra ellas y ellos.

Nadie piensa en el dolor que causan los actos violentos que se cometen contra las mujeres.  Un momento de alegría se transforma en dolor y muerte.  Un hijo, le duele a una madre siempre.  Disponer de la vida humana como lo están haciendo individuos que atentan contra las mujeres, ya sea en fiestas o en cualquier parte, no los libra de recibir un castigo ejemplar.

Y qué más castigo sería que no recuperaran su libertad.  Nunca deberían tener contacto con la sociedad.

El dolor de perder a un hijo o hija no lo borra el tiempo.  El daño está hecho y difícilmente una madre olvidará a su ser querido.

Benditas sean las madres en su día.

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