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Ecosistema energético: el Relleno Sanitario de Saltillo

Por Federico Muller

Hace 5 semanas

La memoria orgánica de los residentes de Saltillo y Ramos Arizpe -los desechos que diariamente generan- se transforma en energía que, llegada la noche, se convierte en luz para calles, plazas y parques, así como en electricidad para algunas instalaciones municipales.

Todo esto es posible gracias al proceso anaeróbico. Este artículo describe de manera breve y accesible el mecanismo de conversión de los desechos urbanos en energía limpia, un modelo donde la materia orgánica deja de ser un pasivo ambiental y se integra al ciclo energético de la ciudad.

 

 

La anaerobia

En la actualidad los rellenos sanitarios aprovechan la anaerobia, término técnico que hace referencia al proceso de degradación que experimentan los residuos orgánicos cuando se encuentran sepultados o confinados sin presencia de oxígeno.

En estas condiciones actúa una comunidad de bacterias anaerobias -sin aire- que aceleran la descomposición de la materia orgánica, liberando principalmente metano (CH₄) y dióxido de carbono (CO₂), mezcla gaseosa conocida como biogás. Este fenómeno natural es muy antiguo: ya en la Inglaterra del siglo 18 se aprovechaba la energía generada por la fermentación de aguas estancadas en pantanos y por las cloacas urbanas.

 

 

El relleno sanitario de Saltillo

El advenimiento del tercer milenio sacudió las conciencias de los funcionarios municipales responsables del manejo de los desechos. Paulatinamente se dejaba de incinerar la basura y se iniciaba, de forma rudimentaria, el proceso de formación de tiraderos a cielo abierto -de residuos orgánicos e inorgánicos- en predios localizados en la periferia de la ciudad. Después de varios años, y por presión de las autoridades federales de la Semarnat, se crearon áreas de confinamiento controlado, abandonando definitivamente la quema como estrategia para reducir los volúmenes de desperdicios sólidos.

Fue hasta 2011 cuando se incorporó tecnología de origen alemán, implementada por operadores locales, que permitió extraer biogás de los basureros municipales en Saltillo. Las nuevas técnicas exigían que los confinamientos se diseñaran conforme a normas internacionales de ecología. Así surge el término “fosa ecológica”, como un depósito estructurado con ciclo de vida definido, dotado de geomembranas que encapsulan el gas metano generado por la descomposición de la basura, el cual, por una red de tubos perforados, y mediante succión, se transporta a los motogeneradores que transforman el biogás en electricidad. Este proceso se inicia una vez que la fosa ha sido clausurada al agotar su capacidad de contención de despojos materiales. Actualmente, la fosa 7 es la única que sigue recibiendo basura de los residentes de Saltillo y Ramos Arizpe; se estima que entre 800 y mil toneladas llegan diariamente al depósito. Las restantes seis fosas han concluido su ciclo de almacenamiento.

 

 

Ciclo energético y producción

Una celda de relleno sanitario puede generar biogás durante un periodo aproximado de 10 a 15 años. Su curva de producción presenta tres fases: en los primeros años, la generación es ascendente; posteriormente alcanza un nivel máximo o punto de inflexión; y finalmente, la pendiente se invierte, iniciando el descenso progresivo hasta llegar a volúmenes marginales. La duración del ciclo productivo depende de factores como el grado de compactación de los residuos, su composición, la humedad relativa y la temperatura del subsuelo.

En el caso de Saltillo, el biogás extraído de las celdas produce anualmente alrededor de 1,400 megawatts-hora (MWh), cantidad suficiente para mantener encendidos 5 mil arbotantes durante un año, o bien para abastecer de electricidad a unas mil 800 viviendas de interés social.

La administración municipal ha decidido destinar esta energía renovable principalmente al alumbrado público -con lo que se cubre aproximadamente 12% del consumo total de la ciudad-, así como al funcionamiento de algunas de sus oficinas administrativas.

El ciclo de generación–transmisión–distribución se realiza de manera independiente de la CFE, lo que permite al Municipio evitar los costos de porteo y otros cargos asociados.

 

 

Modelo de gestión público-privado: Lorean Energy Group

Desde 2013, Lorean Energy Group opera la extracción de biogás de las celdas del Relleno Sanitario de Saltillo bajo un modelo de autoabastecimiento, que lo distingue de los esquemas de conversión energética implementados en Monterrey, Ciudad de México, Guadalajara, León, Toluca y Ciudad Juárez. Bajo este modelo, la Administración Municipal adquiere la totalidad de la electricidad generada por la empresa privada y le paga directamente por ella.

En 2023, la Tesorería Municipal de Saltillo erogó 117.5 millones de pesos por el consumo de electricidad destinado al alumbrado público e iluminación ornamental de la ciudad. Del total, aproximadamente 90% se pagó a la CFE y el resto correspondió a Lorean.

Como referencia, en 2019, la CFE estableció una tarifa promedio de 1.75 pesos por kWh para el consumo de alumbrado público en los municipios del país.

Si el precio pagado a Lorean es inferior a esta tarifa, el Municipio obtiene un ahorro económico directo mediante el uso de energía verde proveniente del Relleno Sanitario. A menos que se antepongan los criterios ecológicos sobre los económicos, sin importar el sobreprecio que se pague por cada kilowatt-hora.

 

 

Observaciones al modelo de autoabastecimiento

Lorean Energy Group es una empresa originaria de Saltillo cuyos accionistas más visibles mantienen vínculos con consejeros de GIS, Arca Continental y Vive Energía. En torno a este esquema se ha consolidado una red empresarial cerrada que concentra la provisión de energía limpia al Municipio.

La conformación de este círculo de poder plantea interrogantes sobre la competencia y la diversificación tecnológica, pues la concentración de contratos limita la posibilidad de explorar alternativas como la instalación de plantas de compostaje, biodigestores u otros sistemas de aprovechamiento de residuos, que podrían complementar y fortalecer la transición hacia un ecosistema energético más abierto y sustentable.

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